La cercanía con la presencia humana nos sacude, nos alienta, - TopicsExpress



          

La cercanía con la presencia humana nos sacude, nos alienta, comprendemos que es el otro el que nos salva, el que siempre nos salva. Y si hemos llegado a la edad que tenemos es porque otros nos han salvado, incesantemente. Muchas veces somos incapaces de un genuino encuentro porque sólo reconocemos a los otros en la medida en que son propicios a nuestros proyectos. Uno no puede detenerse en un encuentro porque está atestado de trabajo, de trámites, de ambiciones. Y porque la magnitud de la ciudad nos supera. Entonces el otro ser humano no nos llega, no lo vemos. En la calle, en los negocios, en los infinitos trámites, uno sabe —abstractamente— que está tratando con seres humanos pero en lo concreto tratamos a los demás como a otros tantos servidores informáticos. No vivimos esta relación de modo afectivo, como si tuviésemos una capa de protección contra los acontecimientos humanos “desviantes” de la atención. Los otros nos molestan, nos hacen perder el tiempo. Lo que deja al hombre espantosamente solo, como si en medio de tantas personas, o por ello mismo, cundiera el autismo. La vida es abierta por naturaleza, aun en quienes la barrera que han levantado en torno a lo propio pareciera ser más oscura que una mazmorra. El latido de la vida exige un intersticio, apenas el espacio que necesita un latido para seguir viviendo, y a través de él puede colarse la plenitud de un encuentro, como las grandes mareas pueden filtrarse aun en las represas más fortificadas. O una enfermedad puede ser la apertura, o el desborde de un milagro cualquiera de la vida: una persona que nos ame aun a pesar de nuestros mismos.
Posted on: Wed, 23 Oct 2013 06:15:16 +0000

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