La inflacion siempre se uso como arma de guerra Entre 1790 y - TopicsExpress



          

La inflacion siempre se uso como arma de guerra Entre 1790 y 1810, las grandes potencias coloniales luchaban encarnizadamente por el dominio de los territorios que eran fuente de materias primas: el oro y la plata, las especias, los cueros animales, el sebo, las plumas y muchos otros, que podían obtenerse en Sudamérica y Asia. Desde luego, una de los insumos primordiales eran los esclavos negros, que se compraban o capturaban en África. En este combate por asegurarse la explotación de las tierras recién descubiertas, participaban Inglaterra, España, Francia, Holanda y Portugal: en el continente europeo aún pesaban Prusia (Alemania) Austria y Rusia. Francia terminó adueñándose de Europa. Inglaterra, merced a la gran batalla de Trafalgar (el Almirante Nelson destruye a las escuadras francesa y española, 21 de octubre de 1805) quedó reina de los mares, aunque bloqueada en el continente europeo. Sólo le restaba a los ingleses, después de 1805, apoderarse tranquilamente de las colonias españolas en América. Al principio con ánimo de conquista, pero luego de las fallidas invasiones de 1806 y 1807 con un propósito más inteligente: desalojar a los españoles, pero propiciando la emancipación de Hispanoamérica. Los ingleses sólo ambicionaban una posición dominante en el comercio de los puertos sudamericanos, y no su posesión militar En realidad, los ingleses sólo ambicionaban una posición dominante en el comercio de los puertos sudamericanos, y no su posesión militar. Antes, durante y después de las invasiones, numerosos comerciantes británicos se instalaron en Montevideo, Buenos Aires, Maldonado y Río de Janeiro. En las acciones militares participaron el almirante Home Popham (con perfil de pirata), el general William Beresford (que fue gobernador de Buenos Aires por 40 días), el venezolano Francisco de Miranda (precursor de todos los revolucionarios), Lord Vansittart ,el frustrado John Whitelocke y otros estrategas británicos. Se elevaron a la Corona varios planes para la conquista de Sudamérica, entre ellos el de Maitland, descubierto por Rodolfo Terragno en archivos escoceses, mientras se planeaban expediciones al Cabo de Sudáfrica, a México, Venezuela y el Río de la Plata. En este proceso, que no debería considerarse como un par de hechos militares aislados (las dos invasiones), Inglaterra realizó en realidad un gran avance sobre Sudamérica, con intención de facilitar su emancipación y acaparar su comercio, pues constituía un gran mercado para los productos de la pujante industria inglesa. El imperio napoleónico le cerraba las puertas de Europa: Inglaterra necesitaba anudar un fructífero intercambio comercial con las colonias españolas de América. Pero para ello necesitaba cortar el vínculo de aquellas con España. Caracas, Lima, Montevideo, Buenos Aires y Río aparecían como potenciales clientes de la industria inglesa y proveedores de abundante materia prima desde sus puertos atlánticos. Birmingham fue siempre el gran centro de acuñación industrial en Inglaterra: en 1822, por ejemplo, la provincia de Buenos Aires mandó imprimir allá su moneda. Por supuesto, los industriales de esa ciudad acuñaban cualquier cosa que se les encargara. En 1796, el gabinete británico de Mr. Pitt, como medida de guerra, ordenó allí una gran emisión de monedas españolas falsificadas, como hizo también una gran falsificación de billetes franceses, ambos para depreciar la moneda del enemigo. La introducían en esos países por medio de contrabandistas, produciendo el aumento de todos los precios por sobreabundancia de efectivo y las consiguientes convulsiones sociales. Al llegar a Inglaterra, la noticia de la toma de Buenos Aires por William Carr Beresford y Home Popham, los allegados a Popham encargaron a la casa de acuñación una medalla alusiva de propaganda para distribuir en el Río de la Plata. Decía así en el anverso: La verdadera fe, con imágenes de José, María y el Niño Jesús. Y en el reverso: Divinas y humanas leyes respetadas, libertad personal y propiedad asegurada, franco comercio y extendido, por la Gran Bretaña protegido. Buenos Aires, 25 de junio de 1806. Esta fecha correspondía al desembarco en Quilmes. En efecto: durante este período se produjeron numerosas medallas, pañuelos ilustrados, panfletos, libros con láminas y mapas y otros objetos de corte publicitario. Aseguraban que una administración inglesa respetaría la tradición católica de nuestros países, prometiendo al mismo tiempo libertad de comercio y de costumbres, protección británica contra invasiones de otras potencias, propiedad privada garantizada. Se trataba, pues, de asegurar a estos pueblos la emancipación inmediata. Sin duda, los ingleses estaban en condiciones de tomar las Indias, eligiendo el cómo y el cuándo, y preveían para 1808 una tercera invasión, de modales más inteligentes, con el concurso del venezolano Francisco de Miranda, pero distintos acontecimientos europeos postergaron el proyecto. Y luego, a partir de 1810, los hispanoamericanos se emanciparon por su propia cuenta y libraron una larga guerra, que tal vez pudo evitarse. Cabe subrayar el importante papel de paraguas militar cumplido por la flota naval del almirante Cochrane en el Pacífico, mientras San Martín avanzaba de Mendoza a Chile y de aquí a Perú. Bolívar contó también con tropas británicas en sus fuerzas, pero todo esto se hizo de modo discreto. La profusión de medallas, pañuelos y objetos de propaganda demuestra que ya entonces se conocían las modalidades del marketing En sus medallones de propaganda, los ingleses prometían: No es conquista sino unión-La religión católica, y sus santos ministros protegidos- Personas, conciencia y comercio libres. O sea: Inglaterra ofrecía una asociación comercial, no una servidumbre política, respetando a los católicos criollos y garantizando el libre mercado. Algo curioso: al llegar la primera invasión, cuyos jefes no supieron aclarar que iba dirigida contra la corona española y no contra los criollos (de todos modos, los habitantes del Plata se consideraban todos españoles, incluyendo a Belgrano, Moreno, Pueyrredón y Alzaga, no existiendo más que en embrión una idea de independencia) 21 caciques amigos del Cabildo ofrecieron los servicios de sus lanceros. El gobierno agradeció el generoso gesto de los indios pero lo declinó gentilmente, tal vez porque la presencia de miles de guerreros a caballo en la ciudad plantearía problemas insolubles de alojamiento, convivencia y disciplina. Pero ordenó acuñar, como premio, unos escudos de plata con la siguiente impresión: A los caciques pampas y araucanos. Este detalle remarca que, ya en aquel entonces, había una clara diferencia entre los pampas de Buenos Aires y los araucanos de Chile, que incursionaban cerca de las poblaciones. Todos sabían quién era quién, y no existía duda sobre la condición originaria de cada una de las naciones indígenas. Esta profusión de medallas, pañuelos y objetos de propaganda demuestra que ya entonces se conocían las modalidades del marketing, pues la parafernalia inglesa no podía ser más seductora. Y queda claro, también, que por entonces se conocían perfectamente los efectos mortales de la inflación..
Posted on: Sun, 17 Nov 2013 21:33:11 +0000

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