La ley 100, la ley maldita. Capitulo central del libro La - TopicsExpress



          

La ley 100, la ley maldita. Capitulo central del libro La venganza del Ángel Malo. Raíces y alas de la música de acordeón y del vallenato. ──Está bien Moscote*, me ganaste en acordeón── le dijo furibundo el demonio a Francisco el Hombre── pero ahí te va ésta, una de mis siete maldiciones que tu pueblo deberá soportar como castigo a tu insolencia. Tú no la sufrirás y morirás de cien años, sano y con la cabeza como una mota de algodón y la barba como una papa salada, pero toda tu descendencia y la de tu raza no se escaparán: ──La salud y la enfermedad serán cosas mías. Desterraré la caridad, la esperanza y la fe, de los hospitales, de las clínicas, de las facultades de salud, de los gobernantes y del alma de los médicos. Nada de esas pendejadas de las tales virtudes teologales que se inventaron los católicos, no faltaba más. Ese cuentecito de San Pablo, y que “La caridad es paciente, es servicial. No es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe. Es decorosa, no busca su interés, no se irrita, no toma en cuenta el mal, no se alegra de la injusticia, se alegra con la verdad”, para los enfermos de Colombia será cosa del pasado. Nada de eso, entregaré el negocio de la enfermedad, el sufrimiento y el dolor a los ricos, que se llamarán EPS y se llenarán de todo el oro del mundo. Plata llama plata, dolor llama dolor, sufrimiento llama suf rimiento, enfermedad llama enfermedad y muerte llama muerte. La ley 100, la ley maldita, mi ley apocalíptica les va pa´ encima sin rebaja. No habrá monjas en los hospitales, cero hostias, cero capillas, cero filantropía, cero consuelo, cero piedad, todo será mafias y carteles de contratistas. El amor desinteresado hacia los demás en mi reino no existe ni existirá jamás. Tampoco dejaré ni un rescoldo de vocación en los profesionales de la salud. La ética médica perderá el equilibrio en el comercio de la salud y vivirá temblando, tambaleando y tanteando al vaivén de los negocios sucios. ─ Ahh, y agradezcan que no les quito todo ese santoral de nombres que tienen los hospitales, pero de todos modos primará y antecederá a ellos la designación sustantiva de: Empresa Social del Estado, que no serán empresas, ni sociales ni del Estado, sino de mis socios──. −−La espera atroz en las urgencias, la humillación cotidiana de la cita, el examen, la cirugía y del especialista que nunca llegará, la súplica de las tutelas, el vuelva mañana y los paseos de la muerte; serán el pan de cada día. Mis EPS no autorizarán nada, los moribundos miserables morirán agonizantes en los sardineles y en los quicios de los hospitales y clínicas, o en sus pasillos, que más parecerán las puertas del Infierno que un sanatorio, o en ambulancias psicóticas rebotando de hospital en hospital. Habrá pueblos llenos de ancianos tristes muriéndose de vejeces indecentes, de desconsuelo y desesperanza. Habrá enjambres de locos esquizofrénicos, amarrados en los patios o sueltos en las calles, con las mentes escindidas muriéndose de locura y matando a sus familias de desesperación y de shock espiritual. Habrá prostáticos desconsolados chorreando amoniaco puro, cancerosos caquécticos con metástasis hasta en el pelo se pudrirán vivos. Niños ciegos y sordos crecerán en un mundo aislado y ajeno, oscuro y apagado, donde no conocerán siquiera su propia inocencia. Desde las madrugadas habrá procesiones de amargura, de paciencia y de impaciencia, de desesperanzados tratando de lograr cura alivio o consuelo para a su dolor, serán colas interminables de miserias y quejumbres represadas ante el muro frio, insensible y mortuorio de una ralea de negociantes y políticos atrincherados en los búnkeres de mis EPS. Los arrengaos herniados de la columna caminarán en cuatro patas esperando la resonancia y al neurocirujano que nunca llegará. Habrá colas de artríticos tullidos con los fundillos podridos soldados por siempre a su siamesa banqueta, asmáticos azules pasarán silbando, acezantes y agónicos directos para el infierno, con la cara y la sangre sucia de gas carbónico, los gordos hipermetabólicos chorrearán manteca por los codos, los diabéticos destilando azúcar serán perseguidos por nubes de moscas asesinas y hambrientas de miel sanguínea, los ascíticos hidropónicos y pipones se resignarán a su suerte con el vientre aventado y timpánico como un tambor mayor. Los leucémicos transparentes y macilentos implorarán infructuosamente una cura para su cáncer, lo mismo que los sidosos (inventaré el sida) que no tendrán cura porque el negocio de los medicamentos también se lo entregaré a mis entrañables amistades. ──Francisco, oye bien lo que te voy a decir── los hospitales públicos serán unos “agonizaderos, mis EPS los quebrarán” ─Dijo El Maligno muy serio─ Todo será agonía. Muchos de sus gerentes los manejaré yo. Sus deudas serán faraónicas, sus exiguas finanzas apenas servirán para mantener una supervivencia indigna y agonizante, así me aseguraré que sean unos morideros. Las clínicas honradas sufrirán igual. En cambio crearé clínicas malévolas, serán fábricas fantasmas de facturas, que cobrarán mis carteles estratégicamente dispuestos. ──Moscote ──Continuó Lucifer── Las eclámpticas con hijo y todo, los sépticos, los peritoníticos y los gangrenosos morirán inexorablemente intoxicados por el veneno de su propia sangre regado por todo el cuerpo. Los comatosos, los infartados, los cirróticos y hepatíticos amarillos, con los ojos como el dos de oro, sucumbirán a la muerte por el asedio infernal de la espera infinita de traslado a una cama de UCI. ─Francisco El Hombre, te voy a conceder un privilegio ─agregó Don Sata─ tus herederos ganarán más dinero que tú, no serán humildes campesinos como tú, todo lo contrario, los acordeoneros buenos ganarán fama y gloria, y más dinero que los médicos. Ellos, los galenos y todos los profesionales de la salud, los hijos de mi otro ancestral enemigo, el tal Hipócrates, serán, como ahora ustedes, trashumantes, vagabundos y ambulantes rebuscadores, vacíos de todo, indignos y menesterosos representantes de profesiones que convertiré en oficios de indigentes. Así los idiotas no harán la medicina con el corazón, la harán a mi manera. Será una industria capitalista donde los miserables serán convertidos en eficientes máquinas procesadoras de clientes por unidad de tiempo. Su propia vida, impersonal, vergonzante y deshumanizada, no les permitirá examinar a otro humano con los cinco sentidos naturales: sus ojos, oídos, gusto, olfato y tacto, servirán servilmente al inversionista. Su salario dependerá de encomiendas y mitas que llamaré cooperativas, dirigidas por capataces con espíritus negreros, mata indios y esclavizadores, que importaré directamente del infierno. La medicina dejará su nobleza enredada en mis cachos. Y terminó gritando desde un polvorín en el aire de Machobayo cuando remontaba vuelo: ──Moscote, dile a tus hijos, que le digan a sus hijos y a los hijos de sus hijos que no intenten reformar o derogar mi ley, será inútil porque el Congreso de la República para esa época también será mío, totalmente mío, ja ja ja ja ja──. *Francisco Moscote fue el acordeonero guajiro que derrotó al diablo a principios del siglo XX en un duelo de acordeones en Machobayo, un paraje rural de La Guajira https://twitter/stevensonmarula
Posted on: Sun, 03 Nov 2013 03:32:28 +0000

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