La mirada de Axel Kicillof Año 6. Edición número 288. - TopicsExpress



          

La mirada de Axel Kicillof Año 6. Edición número 288. Domingo 24 de Noviembre de 2013 Por Julián Blejmar politica@miradasalsur Una reciente conferencia académica del flamante ministro de economía, Axel Kicillof, permite comprender su particular visión sobre el ciclo kirchnerista, la alternativa ortodoxa y algunos de los riesgos macroeconómicos futuros. A mediados de agosto, Axel Kicillof brindó su última conferencia en un marco académico, en la que expuso su visión sobre el desarrollo de la economía durante los últimos diez años y sus perspectivas a futuro. La misma se desarrolló en el marco de un seminario sobre América latina organizado por la Comisión Nacional de Valores, la agencia intergubernamental South Centre y los centros de estudios económicos Cefid-Ar, CEMoP, y Ciges, lo cual permitió que la extensa disertación tenga un enfoque más general, alejado de las cuestiones coyunturales que tiñen las declaraciones de los funcionarios. Kicillof comenzó su exposición haciendo referencia a los resultados de lo que denominó “el modelo de desarrollo económico con inclusión social llevado adelante entre 2003-2012”, enfatizando que la administración económica durante la era kirchnerista demostró ser “muy robusta y muy potente”, ya que también permitió atravesar con éxito los años de una crisis mundial “solamente comparable, en cuanto a su envergadura, con la de los años treinta”. En este sentido, señaló que ya resultaba “anacrónico” hacer referencia al “viento de cola” como la causa del crecimiento en las distintas variables socioeconómicas, pues detalló que si bien entre 2001 y 2007 el comercio mundial creció a tasas superiores al 5%, llegando a casi el 10% en 2004, a partir de 2008 sobrevino una “época con una fuerte turbulencia internacional y de gran incertidumbre, donde el viento no fue de cola sino de frente”. Así, detallo que en 2009 el comercio mundial experimentó una caída de alrededor del 10%, que no se había revertido sustancialmente, por lo que en la actualidad las producciones de todos los países no encuentran los suficientes compradores. Luego, profundizó su descripción contraponiendo el desarrollo económico durante la década del noventa y la actualidad. “La del noventa fue una década importante, ya que allí culminó el proceso de desindustrialización de la Argentina que empezó con el golpe de Estado de 1976. Y la fase actual de crecimiento con inclusión social no es otra cosa que un modelo de reindustrialización de la Argentina”, remarcó, al tiempo que brindó una serie de cifras para sustentar esta afirmación, señalando que durante los últimos diez años el PBI creció a una tasa anual promedio del 7,2%, “incluyendo 2009 y 2012, que son los dos años de peor performance de la década”, contra un 2% durante la década del noventa. Asimismo, afirmó que “en términos de capacidad productiva, éstos son los diez años en que la economía argentina tuvo el mayor crecimiento promedio sostenido de toda la historia, tomando todas las estadísticas que ustedes quieran tomar, incluso las difundidas por un libro de Orlando Ferreres”. Y agregó que “tenemos también los indicadores más importantes en el terreno de la inversión, el 24,5% sobre el PBI alcanzado en 2011 es el récord histórico de la serie, pero el promedio en general de estos diez años es superior al de los diez anteriores, lo cual es importante para discutir con aquellos que plantean que nuestro modelo carece de ‘clima de negocios’, algo tan subjetivo como la ‘sensación térmica’ o la ‘seguridad jurídica’”. En este sentido, remarcó que, siendo la economía argentina fundamentalmente privada, el crecimiento y la inversión habían sido determinados por el sector privado “que ha invertido porque ha tenido buena rentabilidad, buenos negocios y competencia”, destacando además que una parte importante de esta inversión se había realizado en maquinarias y equipos para la producción, “que alcanzó récords del 12%, comparado con el 9% promedio de los momentos de mayor apogeo del período de la convertibilidad”. También hizo referencia a la encuesta industrial que demuestra “que el índice de volumen físico de la producción industrial creció durante los noventa a una tasa del 0,5% mientras que en estos diez años lo hizo al 10%”, resaltando que dicho crecimiento estaba por encima del PBI, y que un estudio encargado por Techint señalaba también que entre Argentina, Colombia, Brasil y México, el país con mayor crecimiento industrial sobre el PBI era el nuestro. La primera etapa sobre este panorama económico finalizó haciendo referencia a índices socioeconómicos, enumerando que el desempleo de los conglomerados urbanos llegó a alcanzar en el pico de la crisis el 21,5%, mientras que hoy en día se encontraba en el 7,2% (las últimas cifras divulgadas esta semana dan cuenta de un 6,8%) y que “en el modelo anterior, la porción más grande de la torta iba a los sectores más favorecidos, pero ahora esa proporción se invirtió y va a los asalariados”. Razones para el cambio. Acto seguido, Kicillof expuso las razones que motivaron los contrastes anteriormente marcados. En este sentido señaló que “las políticas que se han implementado en este tiempo están en las antípodas de aquellas que propuso la ortodoxia económica nacional e internacional, e incluso de las que propuso cierta heterodoxia regional, cuando el país estaba en una época tan crítica”. Específicamente, detalló que “en la década de los noventa, el pensamiento convencional era que primero había que apuntar al crecimiento para poder distribuir, lo cual es un lugar común de la ortodoxia y de la derecha, bajo el supuesto de que el gobierno se tiene que dedicar exclusivamente al crecimiento, para que luego este crecimiento derrame a lo que Adam Smith definía como ‘las clases inferiores del pueblo’. Pero hemos demostrado que la verdad es precisamente la contraria, que el único crecimiento con estabilidad es fundamentalmente con inclusión social, la cual tiene como subproducto el crecimiento”. En ese punto, pasó a enumerar todas las acciones desarrolladas por los gobiernos kirchneristas para apuntar esa inclusión social, como los incrementos en el salario mínimo, vital y móvil, en las jubilaciones y en los programas sociales de inclusión. De hecho, admitió que todas esas políticas tenían como uno de sus grandes objetivos “apuntalar la rentabilidad de los capitalistas”, ya que dentro de las condiciones de nuestro país “esa es la única plataforma sostenible de crecimiento”, y que en efecto había sido el mercado interno “la variable distintiva que permitió que el país creciera a estas tasas, se reindustrializara y creara empleo”, enfatizando además que “el haber fortalecido durante diez años la capacidad adquisitiva de los trabajadores y el consumo interno nos dio grados de libertad para no depender exclusivamente de lo que ocurría en el mercado mundial”. Pero además, Kicillof remarcó que todas estas políticas se habían desarrollado en paralelo a la estrategia de desendeudamiento, lo cual sostuvo que resultó fundamental para sostener el crecimiento luego de la crisis mundial de 2008. “Un modelo de industrialización tiene que pensar qué grado de libertad tiene un país para llevar adelante una política de Estado encaminada a recuperar la industria, y uno de los obstáculos fundamentales que tuvo la Argentina es la deuda externa, que llegó a ser del 160% del PBI, es decir, que el país adeudaba una vez y media más de lo que producía, con una carga de intereses insoportable. Y no hay política económica cuando el país está sobreendeudado”, afirmó, resaltando asimismo que una fortaleza central del modelo era “lo que justamente nos han reprochado, que ‘nos caímos del mundo’. No nos hemos caído del mundo, sino que no aceptamos endeudarnos para sostener este modelo de crecimiento. Por el contrario, nos desendeudamos como nunca en nuestra historia. Hoy no somos esclavos de los movimientos internacionales de capitales, y vemos como eso rinde sus frutos, al leer los indicadores mensuales de actividad económica, incluso de la UIA o de las consultoras tendenciosas de la ortodoxia, que señalan que en el segundo y en el tercer trimestre se están dando señales de una sostenida recuperación en muchas ramas de la industria”. De hecho, remarcó que “nos hemos peleado con buena parte del mundo financiero internacional, porque al dejar de endeudarnos perdieron clientes, y buenos clientes. Un país como la Argentina, que fue un megaendeudador serial durante cuarenta año, estaba dispuesto a entregar cualquier cosa que le pidieran para conseguir un dólar. Pero se les acabó el negocio con la Argentina”. En este punto, hizo referencia al aumento de la inversión y la capacidad recaudatoria del Estado. Sobre el primero, destacó el hecho de que la misma había alcanzado cifras récords, incluso frente a los pronósticos difundidos por gran parte del establishment económico. “Michael Kalecki afirma que la inversión depende de la rentabilidad de las empresas. Pero ustedes entenderán que el sector privado también tiene un fuerte componente de expectativas, y durante estos años la prensa dominante, las consultoras, la oposición, los economistas ‘respetados’ anunciaban de forma permanente catástrofes que no ocurrían, pero que estaban a la vuelta de la esquina. Y los empresarios tenían que decidir si se dejaban llevar por los mismos profetas que nos iban a sacar de la crisis en la que nos metieron y lo único que hicieron fue profundizarla, o por ver lo que sucedía al interior de sus empresas, que crecían y necesitaban más inversión para que no les roben el mercado. Por eso, la economía se siguió moviendo, a pesar y a contramano de los presagios derrotistas”. En relación con acción tributaria, planteó que “algunos lo llaman ‘presión tributaria’. Nosotros lo llamamos ‘capacidad de acción política del Estado’, porque de esa capacidad de maniobra salen las políticas de Estado, las jubilaciones, las grandes inversiones, incluso las políticas de desendeudamiento”. Y, en seguida, resaltó que esta capacidad recaudatoria “no está hecha sobre nuevos impuestos sino por la mayor eficiencia en la recaudación y el círculo virtuoso del crecimiento, un 41% de la estructura tributaria argentina son impuestos directos, y no a través de mecanismos indirectos como el IVA, que es un impuesto fuertemente regresivo”. Con todo, y más allá del panorama, advirtió un importante riesgo a futuro, relacionado con las circunstancias externas. “Estamos ante una situación mundial muy complicada y ante una situación financiera mucho más complicada. También los commodities se han convertido en un refugio para las inversiones financieras tóxicas luego de la crisis de 2008, y por eso hay ‘burbujas’ en esos mercados, lo cual es un tema formidable para aquellos países que comerciamos una gran parte de nuestra producción primaria.” En el cierre de la conferencia, volvió a arremeter contra la ortodoxia económica. “El microclima local, muchas veces fomentado por aquellos que manejan la opinión pública, nos hace perder de vista el bosque y hasta el árbol. No se engañen con los objetivos que dicen plantear, porque los objetivos que se dicen son muy seductores, crecer y beneficiar a la gente, pero es necesario discutir las políticas, que es un grado superior y más complejo del debate. Los resultados de estos diez años se pueden ver, un 7% de crecimiento anual acumulativo, que no es por ‘viento de cola’, sino por una economía dirigida por una política que tiene objetivos y que está dispuesta a hacer lo que hay que hacer para que esos objetivos se cumplan.” La difícil misión de la heterodoxia. En uno de los tramos de su discurso, Kicillof sintetizó las principales diferencias entre la ortodoxia y la heterodoxia económica, así como los mayores desafíos que implicaba realizar políticas desde esta última. “La heterodoxia la tiene mucho más difícil que la ortodoxia. La segunda tiene un libro de recetas que todos los que estamos en esta sala podemos deletrear, esto es, bajar salarios, bajar jubilaciones, ajustar el gasto público, endeudarse con el extranjero, subir la tasa de interés, devaluar fuertemente la moneda para resolver los problemas de la balanza comercial (diferencia de saldo entre importaciones y exportaciones) y después ‘dale que va’. Es un recetario muy sencillo, la panacea que resuelve todas las enfermedades, porque se aplica en toda circunstancia, sea en crisis o en prosperidad, y en cualquier economía del mundo. Las causas de la crisis también son de manual: los salarios altos, el elevado gasto público, un Banco Central que no se rige por los dictados del sector financiero, los bancos que no tienen total autonomía y los capitales internacionales que no tienen una puerta giratoria para entrar y salir”. Así, Kicillof señaló que “la heterodoxia la tiene más complicada, porque no hay un recetario sino simplemente la realidad, los problemas concretos, e ideas claras sobre qué es lo que hay que defender. En este caso, está claro que no es ni más ni menos que la gente, el pueblo, los trabajadores, que son los que están indefensos, porque no pueden mudarse de donde viven, no pueden fugar sus capitales ni tienen negocios alternativos cuando la mano viene mal”. Mitos caídos. Durante el transcurso de la exposición, Kicillof señaló también que “con este modelo hemos pinchado miles de globos de mentiras”. Entre ellos, enumeró el crecimiento con mayor distribución del ingreso, así como el hecho de que un sector que creció fuertemente fue el agro, con lo que “hemos matado también esa idea de que hay una antinomia entre el crecimiento y la distribución y entre la industria y el campo”, y que también cayó el mito de que la Argentina vive exclusivamente de la exportación de materias primas sin procesar, ya que “la industria ha ganado fuerte impulso como resultado de un modelo que se basa en el mercado interno, pero que también sale al mundo con una ascendente producción de MOI (manufacturas de origen industrial), una tendencia que se registra salvo con pequeños baches en 2009 y 2012. Anuncios sin grandes anuncios Año 6. Edición número 288. Domingo 24 de Noviembre de 2013 Por Julián Blejmar politica@miradasalsur Con anuncios sin grandes anuncios, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, y el ministro de economía, Axel Kicillof, buscaron dar por tierra con todas las especulaciones que se habían tejido luego de conocerse sus nombramientos el pasado lunes. De esta forma, reafirmaron en sus primeras declaraciones el rumbo de la economía, aunque señalando posibles medidas puntuales para las cuestiones más sensibles. En este sentido, Kicillof señaló que “no vamos a hacer nada que genere cambios bruscos en la economía” recalcando que se mantendrían las mismas metas perseguidas por el Gobierno hasta el momento, las cuales definió como “producción, empleo y distribución del ingreso”. En tanto, Capitanich sostuvo que “no vamos a hacer grandes anuncios económicos, la política económica va a ser consistente, un aumento de las reservas y un uso racional de las mismas”. Kicillof sostuvo que se mantendrán los controles de precio y se fomentarán políticas de productividad para incidir sobre lo que denominó como “variación de precios”. También, señaló que se estudiaba la política de subsidios hacia algunos sectores, ya que generaban inequidades. Por último, hizo referencia a la caída de reservas del Banco Central, aunque señalando que las mismas “están en niveles consistentes y muy fuertes comparados con cualquier época histórica”, y no mencionó posibilidad alguna de implementar un desdoblamiento cambiario (diferentes valores del dólar para diferentes sectores) como tampoco una fuerte devaluación. En cambio, afirmó que “tenemos que generar más oferta de dólares” y sobre los que se demandan “ver cuál es su uso y dedicárselo a lo que le importa a la mayoría”. Conceptos similares utilizó Capitanich, quien también hizo referencia a acuerdos de precio e incentivos sobre la productividad, así como a una revisión de los subsidios para que los usuarios que tengan “buenos ingresos” paguen la tarifa original, pues señaló que el objetivo de los mismos es lograr que los empresarios tengan rentabilidad en la cadena productiva, y proteger el poder adquisitivo de los salarios de los consumidores y usuarios. También, anunció el envío de un proyecto de ley para realizar una modificación de impuestos internos, con el objetivo de subir la alícuota para autos de alta gama, embarcaciones, y aviones importados. El objetivo es desincentivar esas compras, que insumen importantes cantidades de dólares. La mesa, el trabajo y la utopía Año 6. Edición número 288. Domingo 24 de Noviembre de 2013 Por Jorge Giles jgiles@miradasalsur Volvió Cristina y volvieron los pibes al centro de la escena. Todo un rasgo del cambio de época. El aire que se respira en las calles vuelve a ser un verdadero torbellino esperanzador. Se hace evidente, para los que la aman y para los que no, que faltaba Cristina para que el milagro sucediera. La huella inaugural que en esta semana le imprimieron a la gestión de gobierno el nuevo jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, y el ministro de Economía, Axel Kicillof, reafirma la certeza de que el kirchnerismo es un movimiento que siempre está comenzando. Hace y comienza. Hace y comienza. No se detiene a disfrutar las mieses de la gloria vana por lo que construyó en estos últimos años. Ni se detiene a lamentar lo que de bueno no obtuvo en las últimas elecciones. “Se suelta el pelo y me invita a salir con ella a escena”, parece decirnos como la canción de Serrat. Entramos de lleno al tramo decisivo que coronará el proyecto de país inaugurado en el 2003 con Néstor Kirchner y profundizado luego por Cristina. Un tramo que llegará a cruzar su recta luminosa cuando Michelle Bachelet, Dilma Rousseff y Cristina Fernández de Kirchner relancen la Unasur más temprano que tarde. Ese será el tiempo de la gran victoria, cuando al mismo tiempo y por fin, la Justicia se digne a enjuiciar a los civiles de la dictadura que ensangrentaron sus manos para quedarse con el poder de Papel Prensa. Sólo entonces la plena vigencia de la ley de medios marcará todos los relojes de la democracia. La mirada histórica está indicando que nos acercamos velozmente a ese tiempo de resolución. Ya falta menos. Si el objetivo es cuidar la mesa y el trabajo de los argentinos, como afirmaron los flamantes ministros, la Presidenta convocó a un objetivo igual de sublime: defender la utopía de seguir construyendo un país más justo e inclusivo. Algunos recuerdan seguramente las imágenes televisivas de los primeros científicos repatriados por el gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. En una de ellas se veía a una pareja joven, con dos hijos, científicos ambos, que contaban en cámara el motivo y el momento de su vuelta al país. Fue cuando Néstor Kirchner, luego de perder las elecciones en la provincia de Buenos Aires en el 2009, interpretó, y así lo declaró públicamente, que el pueblo le estaba pidiendo al gobierno que profundisara su proyecto inclusivo. Los científicos en cuestión, escuchando a la distancia estas declaraciones, se miraron emocionados y a dúo se dijeron: “Estos tipos están locos. Hay que volver al país para apoyarlos. No los dejemos solos”. No hicieron cuentas ni especulaciones económicas. No preguntaron por el valor del dólar ni por los índices de inflación. No les importó la derrota electoral en Buenos Aires. Se enamoraron del proyecto político. Y volvieron a casa. La utopía de un país mejor los convocó nuevamente a la patria. Quizá la esencia del kirchnerismo sea justamente esa voluntad de construir y vivir en un país más libre, más igualitario, más inclusivo, más soñador y más esperanzado. Y si todo eso viene, además, acompañado por un modelo económico que funciona bien, tanto mejor. Lo primero es lo primero. Con la vuelta de Cristina sucede algo así en estos días. Volvió la mística, volvió la pasión, volvió la causa nacional, popular y democrática. Y los nuevos ministros aceleraron el paso y las medidas y los encuentros con empresarios y sindicalistas se sucedieron vertiginosamente. Cuando la Presidenta afirmó desde los patios de la Casa Rosada que volvía para profundizar el modelo, estaba marcando en un solo trazo el horizonte mediato e inmediato de los argentinos. Habría que ordenar, en consecuencia, cualquier análisis político y cualquier valoración que se tenga sobre las designaciones y las bajas en el gabinete, partiendo de ese eje ordenador del debate. El rumbo es claro: el proyecto será profundizado de aquí hasta el último minuto de la gestión presidencial de Cristina. Pero nos quedaríamos cortos con esta sola idea. Porque la Presidenta también marcó los principales objetivos del proyecto. Repasemos brevemente las principales definiciones de Cristina: *Llamó a la unidad de los argentinos, sin agravios ni violencias y respetando nuestra diversidad. *Comprometió los esfuerzos del Estado en la recuperación de los ferrocarriles y de las vías navegables. *Subrayó la recuperación de YPF y de Aerolíneas Argentinas como empresas nacionales emblemáticas. *Valoró la baja del desempleo al 6,8% y el resurgimiento de la industria y el aparato productivo nacional. *Destacó especialmente la recuperación de la soberanía en sus distintos planos: la soberanía energética, la soberanía industrial y la soberanía alimentaria. *Renovó el apoyo y el reconocimiento a la inmensa labor del Invap y el Ministerio de Ciencia y Tecnología, igual que a la política educativa, la política de derechos humanos y la política social. Dijo la Presidenta en un pasaje de aquel emotivo y profundo mensaje a los jóvenes: “Estamos poniendo mucha inversión a la educación, a la innovación tecnológica, a la ciencia y al amor. Porque la política no es ajena a la vida y la economía menos aún. No pueden llevarse a cabo como empresa, como objetivo si, además, no tenemos también utopías, ilusiones y esperanzas. Quiero rescatar que hemos vuelto a enamorar a muchísimos jóvenes que se han acercado a la política. Yo digo que este mundo, este mundo globalizado, del que se han apoderado flagelos que asuelan a todos los países sin distinción de fronteras, tiene que ver con la pérdida de las utopías”. Detengámonos aquí, por favor. Que el amor es una categoría política lo aprendimos con la poesía de Roque Dalton y otros grandes poetas como él. Pero escuchar el concepto en labios de la Presidenta de la Nación le da una sustancia diferente, cualitativamente superior, maravillosamente lúcida y esperanzada. Algunos se van y otros vienen. Pero quien escribe la Historia es un pueblo que canta envuelto en sus banderas, con un mismo proyecto y una misma conducción. Y el mismo amor, la misma lluvia.
Posted on: Sun, 24 Nov 2013 16:20:24 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015