La misión nigeriana, como debieran saber todos aquellos que - TopicsExpress



          

La misión nigeriana, como debieran saber todos aquellos que hablan de este instituto, está en riesgo cotidiano de martirio. Allí hay hijos e hijas del padre Manelli [nota: Stefano, el fundador] que cada día arriesgan la vida en nombre de Jesucristo y, justamente por esto, prospera una de las empresas espirituales más florecientes del instituto: cuarenta aspirantes varones y treinta aspirantes mujeres en un país de mayoría musulmana, donde las sectas protestantes hacen todo lo posible por destruir cuanto construyen los católicos, donde arrecian las iglesias más impensadas, donde los paganos que consuman sus sacrificios humanos poco lejos de los conventos dejan los restos de las víctimas por las calles en honor de sus demonios, donde en las jornadas de ritos caníbales las mujeres no pueden salir de casa bajo pena de muerte. Es el mundo de "Apokalypto" antes de la llegada de los españoles. Las hermanas no pueden salir nunca solas y, en ciertas ocasiones, arriesgan la vida con sólo mostrarse. Y sin embargo, como los frailes, continúan llevando a Cristo allí donde no está y a quien no lo conoce. Junto a los frailes procuran bautismos, la administración de los sacramentos, la celebración de Misas: arrancan literalmente almas y cuerpos al demonio. Luego de cada nueva conversión regresan frecuentemente donde los nuevos cristianos para evitar que su fe se entorpezca y caiga de nuevo presa de las falsas religiones y, con ellas, de la desesperación. Apenas descendida del avión, Clara ha sido llevada al leprosario para rezar el Rosario de rodillas delante del lecho de una enferma que estaba muriéndose, porque a las almas se las custodia a fondo y no basta con llenar las panzas. La oración ha sido el hilo de oro que marcó la vida de mi hija por todo el mes: el mismo que marca por años la vida de la misión, porque es éste aquel que marca la vida de las monjas y los frailes franciscanos de la Inmaculada. Después, recién después, viene la asistencia material, allí, en el mundo de "Apokalypto" en el que, no obstante todo, las monjas y frailes vestidos de azul son otras tantas notas de alegría. «De noche -me contó Clara- me venían ganas de llorar por lo que veía de día. Había visto el infierno mientras yo me sentía en el paraíso. No es la pobreza y no es la miseria las que hacen llorar, sino la desesperación de un mundo sin Cristo. De día sentía las voces de los muezzin, de noche los tam tam de los ritos paganos, y comprobé con la mano que el demonio existe de veras, probé en mi propia piel que la religión verdadera es una sola y es la nuestra. El escudo más poderoso contra la presencia del demonio era el canto gregoriano de los frailes y las monjas, el Rosario recitado continuamente, las vigilias y las Misas celebradas como gusta al Señor.»
Posted on: Sun, 29 Sep 2013 19:31:05 +0000

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