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La motivación de tu vida “Dijo David: ¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán?” (2 Samuel 9:1) Si tuvieras la oportunidad de entrevistar a muchas personas en las mañanas al salir de sus hogares para realizar sus labores diarias y les preguntaras: ¿Cómo vas a emplear este día? ¿Cuál es tu mayor motivación para hoy? Y si estas personas respondieran de manera honesta encontraríamos muchas respuestas que nos dirían exactamente lo que el mundo anda buscando en estos días: muchos dirían, salgo para hacer mucho dinero, me motiva hacer dinero. Otros podrán decir: hoy salgo para buscar fama, me gusta la fama y quiero ser conocido/a por el mundo, así que voy a intentar que me conozcan. Otras podrán decir: quiero ocuparme en ser más bella. La motivación de mi vida es la belleza, así que voy a estar tres horas en el gimnasio, en la cámara bronceadora, en el lugar para adelgazar, etc. Las motivaciones de las personas las mueven a vivir de una u otra manera. Hay quienes se levantan cada día para buscar venganza. Otros para satisfacer sus pasiones, sus vicios, sus malos hábitos que los tienen atrapados. Otros guiados por el odio, por el rencor, por malos deseos. Hay quienes solo tienen la motivación de hacerle la vida difícil a los demás. Pero la pregunta es: ¿habrá alguien en este mundo de hoy que se levante todos los días con la motivación de hacer misericordia para alguien más? ¿habrá alguien para quien el propósito de su vida es el poder ayudar a otro, servir al que está en desventaja, luchar por los que no tienen voz ni voto, hacerle la vida más fácil a alguien? Indudablemente todos tenemos que trabajar y proveer. Pero me refiero a una motivación que te ayudará para ser de bendición para otros, incluso en tu trabajo, o entre tus vecinos, o entre tus conocidos, o en quien Dios te ponga en el transcurso del día para ayudarlo. La vida nos puede cambiar de un momento a otro. Cuando yo leo acerca de las tragedias que se sufren en muchos lugares, los grandes terremotos, los atentados, los tsunamis, las inundaciones, los huracanes y todas estas cosas terribles que a veces suceden, me pregunto siempre: ¿Qué estarían haciendo estas personas hace una semana atrás? ¿En que estarían pensando? ¿Cuáles serían sus preocupaciones? ¿Estarían pensando en hacer el bien a alguien o simplemente en tener más cosas y comprar más y llenar sus armarios con cosas que no usan o lujos que no necesitan? ¿Estaría su alma en paz con Dios? En realidad eran personas como nosotros viviendo sus vidas normalmente y sin embargo de un momento a otro todo cambió. No esperaban la muerte pero les llegó en un abrir y cerrar de ojos y ahora son simplemente victimas en una larga lista que aparece en los periódicos. Este es un buen día para reflexionar, quizás también podamos decir como David: ¿habrá alguien con quien yo pueda mostrar misericordia, solidaridad y ayuda? David buscó a alguien para hacer misericordia. Quizás no era su obligación, a lo mejor tenía tantas cosas que hacer como rey que hubiera tenido la excusa perfecta para decir: no tengo tiempo para ocuparme en las necesidades de los demás. Sin embargo la grandeza de un corazón conforme al del Señor, lo llevó a indagar por los necesitados y cuando se enteró de la situación por la que pasaba Mefiboset, no solamente lo restauró en el palacio y lo sentó en su mesa, sino principalmente le devolvió la dignidad que como ser humano merecía tener. ¿Piensas tú en los demás con deseos de ayudarlos? ¿Está siendo tu corazón moldeado a la manera de Dios y sientes la necesidad de ofrecer al mundo un testimonio de la presencia del Señor en tu vida? No hay duda que un corazón que se ocupa en dar amor y bienestar al que lo necesita es un corazón conforme al del Señor. ¿Habrá alguien en este día con quien puedas mostrar misericordia? Sin duda que sí y ya está esperando por ti. Bendiciones: P. Harold Caicedo, Autor
Posted on: Mon, 11 Nov 2013 17:54:24 +0000

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