La profundidad y fervor del afecto de Juan hacia su Maestro no era la causa del amor de Cristo hacia él, sino el efecto de ese amor. Juan deseaba llegar a ser semejante a Jesús, y bajo la influencia transformadora del amor de Cristo, llegó a ser manso y humilde. Su yo estaba escondido en Jesús. Sobre todos sus compañeros, Juan se entregó al poder de esa maravillosa vida. Dijo: “La Vida fue manifestada, y nosotros la hemos visto” (1 Juan 1:2, V.M.). “Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia” (Juan 1:16). Juan conoció al Salvador por experiencia propia. Las lecciones de su Maestro se grabaron sobre su alma. Cuando él testificaba de la gracia del Salvador, su lenguaje sencillo era elocuente por el amor que llenaba todo su ser (Los hechos de los apóstoles, p. 434).
Posted on: Tue, 03 Sep 2013 21:38:48 +0000