Las Pasiones de Mariana (fragmento Ocho) Novela Erótica Basada en Nuestra Historia Como siempre, el capitán, muy propio también haberos mencionado, que ese mismo día habría otro tema por trataros, pero como era asunto delicado, y exclusivo para machos, preferid dejarnos fuera de la diligencia. Mami un poco cabreada, contestó que por su parte, no había problema alguno, y que os quedaba en sus manos, pues para eso, él, era vuestro justicia mayor. Consternada por la ridícula diplomacia de mami, intercedí inmediatamente, con la mejor de mis sonrisas. -Capitán… apoyo la postura de mami, y es por eso que os pregunto si vuestra jerarquía decidid si, ¿podéis dejaros a mí y a Santiago, acompañad a vuestra tropa a vuestra famosa, loma grande?- -Os pregunto porque ardo en deseos, conoced a los comecrudos.- Con muchísimo gusto. A la hora que usted ordene, pero una cosa si le advierto doña Mariana... algunos de de ellos, andan completamente desnudos. Y así, en unos treinta minutos, arribamos a un lugar con mucho zacatito, pegadito al río Bravo, por la banda sur, donde noté que en esa área, sus caudalosas aguas tenéis aproximados ochocientos metros de ancho, y sus tierras, por la banda norte, se apreciaban muy bajas, por lo tanto, muy inundables. En cambio, donde estábamos, a escasos doscientos metros de distancia, obviamente hacia el sur, había una tremenda empinada, de unos treinta metros de altura, que subimos a caballo, para al fin aposentarnos, en la famosa loma grande, misma que presentaba, vegetaciones tan diversas, que solo os viene a mi memoria; sus mezquites, nopalitos, pinos, anacuas, palmas, sauces, moras, magueyes, nogales y algunos chaparros; en cuanto a la fauna, había ranas, sapos, conejitos, liebres, venaditos, gato rabón, jabalíes, muchas víboras de diferentes clases, alacranes, palomas, codornices, cenzontles, faisanes, ánceras, garzas, pelícanos, tuzas, panales de abejas, armadillos, y hasta oso hormiguero. De pronto empezáis a apareceros por todos rumbos, cientos de lugareños, sumando tal vez, unos dos mil indios, casi todos, chaparritos, cabellera mediana, frente ancha, casi lampiños, muy delgados, caderones y muy desnalgados. Los hombres de la tropa, al veros tan inmensa muchedumbre, desenvainaron sus fusiles, apuntando cobardemente sobre los pacíficos indios, pero el capitán con un grito, que sacudió la loma, ordenó. ¡Con una chingada culeros, bajen las armas, hijos de su puta madre! El capitán bajó del caballo, se acercó a tres de ellos, que al parecer eran los jefes. Mientras tanto, pedí a Santiago, traducid la conferencia, e inmediatamente empezó a murmurarme: Ellos.- Bienvenidos Capitán.- Muchas gracias... en primer lugar, ofrezco una disculpa, por el amago de mis hombres. Ellos.- ¿Hoy, que venir... capitón? Capitán.- Venimos como siempre, en son de paz. Ellos.- Aún no ser muchos en loma, ¿poder recibir, más hermanos? Capitán.- Como se los ofrecí, cuentan con mi apoyo incondicional, cuanto hermano, venga o salga en ésta dirección, siempre daremos, paso franco. Ellos.- Gracias, capitón. Capitán.- Quiero presentarles, al personaje que hizo posible, que la fundación de Reynosa se consumara, sin dispara una sola bala. Al escucharos lo último, pensé que Santiago había errado la traslación, pero... el capitán aproximaros hacia mami, y como siempre, muy propio, dijo: Doña Josefa... ¿me permite presentar, a su bella hija?.. Mami, bien linda contestó… ¿pregúntele a ella capitán? Doña Mariana… Antes que terminara, yo, muy impaciente, le interrumpí contestando, muy nerviosa: Claro que sí capitán, con muchísimo gusto, pero, os pido vuestra venia, para que solamente Santiago me acompañe. Claro que sí, hermosísima doncella. -contestó. Acto seguido, nos acercamos los tres. El capitán, dirigidles unas breves palabras. Os supongo quiso decidles, que yo era el supuesto héroe, o algo así. Tras esto. El capitán retiraos, dejándome sola con mi hermoso Santiago, frente a los tres supuestos jefes. Le pedí a Santiago, que primero se presentara él, y que sin recato alguno, diese los pormenores del cómo nos conocimos. De igual forma, también pedí, les dijese lo que él, piensa de mí, de mi familia inmediata, y de la corona. Mientras Santiago y ellos, intercambiaban palabras, pasáis por mi mente, que había cometido un error garrafal, en no haber venido preparada con un presente. Después de más de quince minutos, Santiago os aseguró, habed terminado de narradles nuestra historia. Sugerí a Santiago, pediros concedáis el honor de ponedme frente a alguna hembra que ellos elijáis, pues pretendo otorgadle un humilde presente. Al poco tiempo, trajeron una indita que andaba casi desnuda. Extendí el brazo, postrando la mano en señal de saludo. Ella, visiblemente desconcertada, giró su cabeza hacia todos lados, como si buscase instrucciones. Pensé que iba a dejarme en ascuas, pues por más de diez minutos, mantuve mi mano extendida, tiempo en que no hubo, síntomas de correspondencia, pero de repente cogió mi mano, y comenzó a miradle con una atención tan especial, como si buscase encontrar algo. Os confieso que empecé a ponerme nerviosa, pero gracias a Dios, pude dominarme. Acto seguido, dirigió su mirada a mis ojos, mientras que con las yemas de sus dedos, acariciadme, milímetro tras milímetro la palma de mi mano. De pronto, soltadme y prosiguió a hacer lo mismo, también con las yemas de sus dedos, pero ahora explorando toda mi cara, hasta finalmente parad, esbozando una sonrisa de oreja a oreja. Tras esto, súbitamente soltad mi rostro, para darme, ahora sí, un buen apretón de manos en señal de saludo. El instante preciso, en que su mano chocad contra la mía, no pude evitaros, corred una lágrima de mis ojos. Ahora sí que estaba verdaderamente emocionada, y al mismo tiempo arrepentida, pues un ser humano, que tan salvajemente le hemos ultrajado, me estaba dando un verdadero ejemplo de, educación, cariño, respeto, y nobles costumbres, y es por eso que me invoque a Dios, pidiéndole aplomo, para que al momento que me tocase habladle, no se me fuese a quebrar la vos, y por fortuna, mi plegaria fue escuchada. Y así, frente a frente, con Santiago de intérprete, os hablé, con la más segura de mis voces: -Mi nombre es... Mariana- Yo Maxénta. - Maxénta... sois una hembra, muy linda- Gracias. -Vivo en Rancho el Morillo. Cuando gustéis, podéis visitarnos. La invitación, también es para vuestra familia inmediata- Gracias. -Mira Maxénta… ésta cadenita que estoy soltando de mi cuello, tiene un valor muy especial para mí, pues, perteneció a mamá grande, ella me la regaló cuando nací- -La imagen que cuelga, es de San Antonio... Os la obsequio… es toda vuestra- -Podéis haced con ella, lo que os plazca- Gracias. -Fue un placer conoceros, Maxénta - Maxénta, ya no contestó, pero muy educada, tendió su mano para saludarme, obviamente en señal de despedida, ésta vez cuando estrechad mi mano, aproveché para poneros encima, mi otra. Maxénta rápidamente correspondió, así que por escasos segundos, cuatro manos estuvieron entrelazadas. De pronto, mis manos soltad, y se echó a correr visiblemente contenta, hasta confundiros entre la multitud. Finalmente... “Ellos”, os dieron las gracias por las atenciones, respondiéndoles, que realmente, yo solo había ayudado un poco al capitán, y que realmente la idea original de la fundación, sin disparar una sola bala. Pertenece total y absolutamente, a la noble causa del capitán Carlos Cantu Gonzales-Hidalgo, justicia mayor de la villa de Reynosa. Al parecer, como todo mundo terminó contento, regresamos rumbo a la villa. A medio camino, el capitán comentó... Ya que lleguemos, pediré al escribano que asiente en un acta, el desarrollo de la conferencia. De igual forma, aprovecharemos para bautizar con un nombre digno… la loma grande. Y así, el 16 de marzo de 1749, se redactó en el libro de protocolos, que la loma más importante de la villa de Reynosa, debidamente autorizada por la corona, como reservación exclusiva para indios, quedó oficialmente bautizada con el nombre de: “Loma de San Antonio” (Continuará) Papá del Pato
Posted on: Sat, 26 Oct 2013 22:37:31 +0000
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