Leila se lanzó de nuevo a sentarse sobre la tarima del aula, - TopicsExpress



          

Leila se lanzó de nuevo a sentarse sobre la tarima del aula, pensando en la estupidez que había hecho. Tal vez hubiera sido mejor seguir alguna otra cosa o simplemente hacer un poco de esfuerzo mental y recordar a la chica de ojos verdes en aquella escuela de aikido. Eso hubiera servido de pretexto para hablarle “Hola, ¿Me recuerdas? Soy Leila Emerson, te vi en la escuela de aikido”. Cualquier cosa hubiera sido mejor que aquél “tropiezo accidental”. Se sentía tan tonta y avergonzada cada vez que recordaba o imaginaba cómo se habría visto su cara cuando la chica no cayó en el jueguito. Por fin salió de allí unos 10 minutos más tarde, no encontró a Mark así que no se despidió de él. Caminaba tranquila, relajada, pensando con la cabeza un poco más fría, pensando si, luego del error cometido, habría alguna opción para acercarse a la chica. Y claro, aún no olvidaba la sensación que recorrió su cuerpo las dos veces que la miró, además de ese sentimiento de ya conocerla de alguna parte. Algo no andaba bien y ella llegaría al fondo de esto; pero aun así, seguía encantada con la belleza y la mirada de aquella muchacha. Por alguna razón necesitaba acercarse a ella y eso haría de la manera que sea. Aunque lógicamente no lo haría muy pronto pues primero debería pasarse su vergüenza, haría un nuevo intento al menos dentro de una semana o dos. Decidió que dejaría el aikido y todo ese mundo. Dejaría la escuela debido a la vergüenza que había pasado allí, no podría dar la cara de nuevo, a pesar de que haya sido aprendiz desde muy pequeña. No iba a darse el lujo de volver para ser observada incómodamente y como un bicho raro. Hizo eso esa tarde, fue a su escuela y a pesar de que le dolió mucho dejar aquél arte que le gustaba tanto practicar, creía que era lo mejor para su bienestar mental. Su maestro le rogó que no lo hiciera; pero ni eso sirvió para cambiar su postura. No quería volver a ver a Vanessa, pues después de todo, sí le dolía el recordarla y le dolería mucho más el volver a verla. Al salir de la escuela, a la cual se trasladó en su auto, vio que eran las 2:45 PM y las clases ya comenzaban a las 3:00 PM, en cualquier momento llegarían las otras y no se equivocaba, pues una conocida chica se asomó por la esquina. Al verla, Leila simplemente se dio la vuelta y caminó rápidamente hacia su auto, encendió la radio y arrancó a toda velocidad hacia quien sabe dónde. Luego de un momento de carrera por una vacía avenida, paró el auto a un costado y apoyó su cabeza sobre el volante mientras aguantaba las lágrimas. Su corazón estaba hecho trizas… siempre se hacía la que era fuerte y aguantaba todo; pero en realidad, todo lo que le decían y hacían llegaba hasta el fondo de su alma y la calaba lenta y dolorosamente. El ver a Vanessa ese día, otra vez apareciendo por la esquina, le hizo sentir un dolor inaguantable que simplemente la llevó a huir lejos de ahí… en verdad la había querido mucho, en verdad se había enamorado de ella y… ella jugó con sus sentimientos de una manera tan cruel que hizo quedar a Leila como una tonta. El día anterior, cuando todas se burlaban de ella, simplemente respondió con un sarcasmo para cubrir su gran dolor, decepción, tristeza e ira. Dijo: “inmaduras… ¿no tienen algo mejor que hacer?” se dio la vuelta y caminó a paso rápido hacia su auto… arrancando a toda velocidad, haciendo rechinar las llantas y los frenos. Se quedó asó por unos 15 minutos más, luego se calmó y se concentró en la radio, que ya llevaba tiempo de no ser encendida; en ese programa hablaban algo acerca de comunicación con los hijos, que era esencial para una buena relación con ellos y su educación; además de su felicidad. Leila rió irónicamente mientras negaba con la cabeza; apagó la radio y manejó hasta su departamento. De repente, sonó el tono de su celular… -¿Sí diga? -Leila! -Ah… Mark… ¿cómo estás? -Hey, ¿no vendrás a las clases de la tarde? -Ah… es cierto… lo olvidaba… ahora mismo voy para allá, ya comenzarán las clases? -En media hora más… -Estaré en cinco minutos… nos vemos -Claro Cortó la llamada y se fijó la hora: 3:30, se la pasó mucho rato pensando en cosas. Bueno, al menos al ir a la universidad podría distraerse de tan tristes pensamientos. Fue al lugar en su auto y lo estacionó en el garaje de ésta; salió de su coche y caminó tranquilamente por el patio de la universidad, tomó el camino de bloques de cemento que se asentaban sobre el verde pasto y llegó hasta la entrada, por donde entraban y salían alumnos. Era una linda placita, al medio y al fondo yacía la puerta de ingreso al gran edificio, con unas gradas en donde varios estudiantes estaban sentados charlando. A los costados de la placita, había algunos jardines y a al medio había una hermosa fuente. Por primera vez, Leila admiró lo linda que era en realidad la universidad y cuánto tardó en darse cuenta. Buscó a Mark con la vista mientras avanzaba a paso lento por la placita, el sólo hecho de estar allí la había tranquilizado sin darse cuenta; respiró hondo y sintió la suave brisa. Por un momento fugaz, sintió que lo de Vanesa ya no le importaba, que el mundo podría caerse y ella se mantendría en pie, que podría hacer cualquier cosa y que las burlas de las que fue víctima ya no le lastimaban… -¡¡Leila!! – la chica se quedó con los ojos bien abiertos y sin poder creerlo se dio la vuelta a ver quién le llamaba… aunque ya sabía quién era: una muchacha de cabello rubio ondulado, con ojos marrón claro que perforaban a cualquiera; alta y con un porte único, parecía modelo; caminaba como si acariciara el piso. Era hermosa; pero, era Vanessa. Iba vestida con una falda de jean color azul, una playera sin mangas color lila y unos zapatos estilo sandalias color crema. Leila salió de su embobamiento y frunció el ceño, rogando a Dios por fuerza y seguridad… -¿Qué haces aquí? – preguntó con el ceño fruncido. -Vine a buscarte – le contestó la rubia parándose frente a ella,10 cmmás alta (Leila era mediana) con una expresión que daba miedo contradecir; pero la de ojos color gris se dio la vuelta y continuó su camino - ¡Hey! – Vanessa la siguió. -¡¿Qué?! – contestó sin voltearse yendo hacia la fuente - ¡¿No te basta con haberme molestado en el dojo?! ¡¿Ahora vienes a arruinar mi existencia en la universidad?! -No vine a hablar contigo sobre temas personales! – exclamó Vanessa alcanzándola - ¡A no ser que quieras que lo grite aquí en frente de todo el mundo! -¡Cállate! – exigió Leila volteando por fin y enfrentando a esa chica que se veía mucho más alta que de costumbre - ¿qué viniste a hacer aquí? -Hablar sobre la escuela de aikido… -¡Ay mira no me molestes! ¡No pienso competir al lado de la gente que me hizo daño! ¡¡Al lado tuyo!! ¡¡JAMÁS!! -¡Pero te necesitamos! -¡Jaja! – se rió irónicamente mientras comenzaba a enojarse cada vez más y por alguna razón, se sentía menos baja en estatura que antes - ¡Ahora sí me necesitan! Claro… sólo porque les conviene… ¿qué? Al ver que no pueden solas cambiaron de opinión??? Decidieron aceptar a la rara como me dijeron? ¡También tengo orgullo! -Pues deja ese estúpido orgullo tuyo de lado! – insistió Vanessa, más como una orden que otra cosa. -¡¿Qué sabes tú de orgullo?! ¡¿Si cediste a una apuesta de ese tipo?! Créeme que si fueras “normal” como le llamas… ¡no hubieras aceptado! – Leila por un momento se creyó lo que ella misma estaba diciendo…entonces, ¿quería decir que tal vez Vanessa sí sentía algo por ella pero por miedo a sus amigas había decidido terminar? -Ni siquiera sabes de lo que estás hablando – replicó Vanessa mirando a otro lado, había perdido seguridad. -Oh! ¡Qué actitud! – se burló Leila con sarcasmo aprovechando la situación, luego habló en voz baja – entonces sí te gustaba, ¿no? – pasaron como cinco segundos y la rubia volcó la situación de una manera brusca. -¿Y qué me dices de ti? – le dijo sonriendo de manera coqueta; pero a la vez se notaba la maldad con la que comenzó a hablar – ¿acaso no te gusto? ¿Acaso no me veías todo el rato que podías? Con esa expresión de necesidad… ¿Cuánto tiempo que estabas así? Mmm… déjame ver… - Leila se quedó callada con el ceño fruncido sin saber qué hacer o decir, intentando no poner una expresión de sorpresa; pero no podía evitar sentir la necesidad de tocarla o algo parecido – Ah! Sí! Desde hace un año que me doy cuenta de cómo me miras… tu tono de voz al hablarme… siento hasta aquí tus ganas de tocarme, abrazarme y besarme… ¿crees que no me he dado cuenta de todo? Yo… - se acercó a su oído, y le susurró, Leila se estremeció por el choque eléctrico que sintió recorrer todo su cuerpo – te tengo dominada… ¿verdad? – le dio un pequeño beso en la mejilla y se separó; pero sólo unos centímetros. Leila sintió la gran necesidad de besarla al verla tan cerca de ella, al haber sentido su respiración en la nuca, era tan hermosa. Se decidió, con esto que haría, aliviaría su dolor… Sintió un tirón del hombro y se vio a sí misma alejarse de Vanessa y esos labios que no alcanzó ni a rozar… tres pasos después dejaron de jalarla, se dio la vuelta con molestia; pero cambió su expresión en ese mismo instante al ver a la chica castaña de ojos verdes, la misma con la que intentó hablar el día anterior. Pero miraba a Vanessa con el ceño fruncido, se veía muy enojada, Leila no entendía lo que estaba ocurriendo. -Ya no la molestes – habló la de ojos verdes dirigiéndose a Vanessa– Si ella no quiere ayudarte en el club entonces ya no insistas… -¡Tú no te metas! – exclamó Vanessa - ¡Nadie te habló a ti chica nueva! ¡¿No tienes nada mejor que hacer?! ¡Largo de aquí! -¡Oye no le hables así! – se enojó Leila, se soltó del agarre de la chica y empujó a Vanessa - ¡Tú eres la que debería largarse! ¡Ya no caeré en tu juego! -¿Quién diablos te crees para empujarme?! – vociferó enojada Vanessa. Al momento siguiente lo único que se oyó fue un fuerte ruido de una palma chocando abrupta y violentamente contra una pobre mejilla condenada. Al momento siguiente la rubia se alejó a paso rápido. Leila yacía allí quejándose suavemente con la mano en la mejilla, arrepintiéndose de haber empujado a Vanessa. -Estás bien? – Le preguntó la chica de ojos verdes. Leila volteó a mirarle, sintió esa misma punzada en el estómago, se le frunció de nuevo el corazón al ver sus hermosos ojos, su hermoso rostro – déjame ver – le dijo sonriéndole, levantando su mano cuidadosamente y palpando la lastimada mejilla con un dedo, muy suave. La muchacha de ojos grises se sonrojó; pero no… no podía dejarse llevar tan fácilmente cuando ni siquiera estaba segura de lo que estaba ocurriendo. Reaccionó y se separó rápidamente. -¿Por qué hiciste eso? – le preguntó con el ceño fruncido - ¿Por qué me defendiste? -Ah pues… vi desde lejos que te molestaba y… -No debiste meterte… - Leila sonaba muy amenazadora; pero cambió su tono automáticamente en cuanto vio el rostro entristecido de la chica y se arrepintió de sus propias palabras – no… eh… lo siento… no fue un muy buen día… más bien – suspiró y sonrió – gracias – vio la oportunidad excelente – Por cierto, ¿cómo te llamas? – le preguntó. -Eh… - se sorprendió la chica de ojos verdes y sonrió muy dulcemente – me llamo Claire… tengo 18 años… -Oh… - le miró encantada Leila. -Es cierto que… ¿Esa chica Vanessa era tu novia? – preguntó Claire sin rodeos, la de ojos grises de quedó desconcertada; pero se recuperó y respondió. -No puedo mentir diciendo que no… -¿Y la querías mucho? -Claro… -¿Desde hace cuanto tiempo? -Mas de un año… -¿Dónde la conociste? -En el dojo… en cuanto entró… -¿Cuántos años tiene ella y cuántos tienes tú? -Yo 19 y ella 21… -¿Cómo se… -Un momento – la detuvo la chica algo divertida – esto parece un cuestionario… ni siquiera dejaste que te diga mi nombre, sólo llegaste así de repente, me ayudaste con Vanessa y esta mañana… umm… siento el haberte hecho caer… -No hay problema – le miró la castaña, se veía tan encantadora – y ya sé tu nombre, eres Leila – sonrió. -¿Cómo lo sabes? -Eh… - la castaña se puso nerviosa – lo escuché de las chicas de la escuela… sí… Leila acababa de hacerla caer como si fuera un accidente, cosa que ella se había dado cuenta. -Vaya – la miró sorprendida la de ojos verdes – al menos eres honesta – se reacomodó la mochila – ando apurada… nos vemos después… Salió rápidamente del curso a buscar a ese amigo con el que la vio sentarse. Sólo tuvo que caminar algunos pasos para encontrarlo, lo jaló del brazo hacia un lugar alejado. -Ju! ¿Qué pasa? – preguntó sorprendido Mark. -Lamento las molestias… pero no sé acercarme a la gente – se disculpó Claire de manera dulce – quiero preguntarte… ¿cómo se llama tu amiga? -Eh… - Mark apenas contuvo la risa al recordar lo que Leila le dijo esa mañana sobre esa chica de ojos verdes - ¿por qué no se lo preguntas a ella? -Porque me da vergüenza – se lamentó – no puedo llegar así de la nada a decirle “hola, soy Claire, ¿cómo te llamas?”, parecerá que… -Estás desesperada por amigos o algo por el estilo – Mark sonreía al recordar las palabras de Leila. -Exacto. -Pero – Mark decidió molestar un poco – ¿por qué dices que no sabes acercarte a la gente? ni siquiera sabes mi nombre y me jalaste hasta aquí y me estás hablando como si nos conociéramos… -Porque tú no me pareciste lindo… es decir – se tapó la boca con las dos manos intentando disimular – olvídalo… -¿Qué te hace pensar que te diré su nombre? Siendo su amigo – replicó el muchacho todavía molestando – correría a decirle que una loca la está mirando y que se cuide… -¿Cómo que loca? – Claire comenzó a enojarse – creo que conseguiré la información de otro lugar… - estaba a punto de voltear cuando Mark la detuvo, esta vez sonriendo de manera sincera. -Se llama Leila – la muchacha volteó y lo miró sonriendo agradecida, por lo menos ahora ya sabía cómo se llamaba esa hermosa chica de ojos grises que había visto desde la tarde anterior… 10 likes y sigo #quezitoo*
Posted on: Fri, 13 Sep 2013 14:31:28 +0000

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