(Lista revisitada) :) La lista (…) La lista es el bien - TopicsExpress



          

(Lista revisitada) :) La lista (…) La lista es el bien absoluto; alrededor de ella sólo existe el abismo.(…) (de “La lista de Schindler” ) Hace ya mucho tiempo hubo un día de agosto, un sol tucumano reinando los tejados y jugando tras los árboles. Era cerca de mi cumpleaños de la niñez, cuando camino a casa miré el cielo azul y lo vi sonrojar con una pregunta, de si algo o todo tenía sentido. Han caído muchos agostos en mi sien. Hubo semanas enteras convertidas en interrogantes. Una noche anterior en la adolescencia llegó ella, cerca de las 11. Pasó a buscarme para tomar un café, en el bar me dijo, si estaba en ese período del año, que me había notado como siempre distraído pero cabizbajo; esperó un poco, luego sacó un regalo de su cartera cerca de las doce y me dijo felicidades. Esa noche encontré un ritual de lo que termina y está pronto a renacer, evaluarse, morir o respirar. Hubo noches cercanas al abandono donde recorría la ciudad y en algún bar vendía poemas en cartones; y una noche de ritual alcancé el dinero para ir al cine por última vez, allí ví el lado oscuro del corazón. Y a pesar de las melancolías de las deshoras, me pasé la película sonriendo ante el personaje del perramus que recitaba poemas como si fuese un mendigo en los semáforos. Pasaron noches oscuras, el mes quizás, de los años del terror. En uno de sus puntos más altos, me animé a dejar dos pimpollos de azahar en las puertas de una mujer, pronunciando el nombre dulcinea. Hubo noches o días sin sol solamente taladrando las preguntas, hasta que un día de amanecer no me levanté, en la casa había aroma a torta, voces que me esperaban pero el hijo del tiempo, el aire de los pulmones no se atrevió a salir sino hasta endurecerse como una muralla. Había escrito el nombre de esa mujer en las murallas, su nombre que partió a la locura, o la insensatez sin despedirse, vi y viví esa sensación de su partida sin palabras o reencuentro de miradas perdidas, rostros endurecidos o perdidos. Viví demasiados abandonos. Y como una derrota del pensamiento, el círculo del mundo estalló, para caer suavemente en silencio en lo profundo dentro del pecho. Peor sensación fue ver morir a mi padre, o la sintonía de holocausto de andar rodeado de nazis o neonazis cuando miles eran seguidores de un genocida. Y los niños que aman qué? Y los que sufren qué?, las víctimas y las flores qué? Entre tanta herida llegue a la niñez de la casa en el 76, había torta sonrisas, mis preguntas y el día de sol; pero la mirada de mi viejo era opaca , me dio un beso, y de la mesa como siempre o casi siempre se pidió por los hambrientos que no tienen pan y gracias por compartir un año mas. Luego algo de charla, y entre las palabras blancas entre el mantel y los vasos él dijo, hoy ha muerto un amigo, pero todos sabemos que lo han matado. Su amigo era el que siempre comentaba en las mesas de domingo, ese obispo amigo de la Rioja que le devolvía frases de su historia obrera. Con los años el recorrido del camino continúa, se deposita en un ritual de la noche más próxima, un bodegón, una comida, una caminata antes de la mesa, donde se sobrepesan las derrotas y las victorias anuales que se han masticado durante un mes o días. Hace años que había soledad, locura, desamor, abandono, desocupación, tristeza y mucha melancolía como sombras de los árboles. Una noche de invierno, en los primeros fríos de julio encontré la intemperie. Porque habían regalado aquel perramus en un olvido. Entonces sobrevino el vacío y se llevó la tristeza en un corte de la noche, en un tajo en el pecho. En esos surcos se siembran los nuevos proyectos o se reconocen las perdidas, los abrazos ,los desaparecidos, los amigos, los libros por venir, la musica, la melodia de tus ojos, los besos de gloria, los besos prohibidos por los militares o los obispos, las ausencias o las bellas presencias de todas las formas del amor, los trabajos de mar o los surcos. Y cada balance es desparejo y a algunos anios los guardo en papel para que no se hagan polvo y a otros los dejo suavemente en el viento. Si repaso la historia, busco la lapicera de la niñez y hago una lista de regalos, un registro de los deseos, unos objetos en desorden de placer y en armonía. He ocultado en estos años cada papelito pegado en la heladera, para que nadie y al mismo tiempo todos se den cuenta que vivo. Que somos girados de las preguntas a los silencios y al deseo. Y que la sensación de un vacío no es estigma. Dejo la lapicera sobre esta mesa, llevo el papelito sobre las heladeras y los muros. Sigo mi camino en silencio. La lista es el bien absoluto; alrededor de ella sólo existe el abismo. Raúl Mauricio Carrizo 9 de julio del 2012
Posted on: Sun, 04 Aug 2013 13:47:00 +0000

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