Los que me conocen en persona saben que soy una persona callada, triste y hasta melancólica, nada que ver con el personaje de Jacinto que larga por los codos y saca chispa del sitio más inesperado, y voy a contaros el porqué de mi forma de ser. Estoy leyendo un libro de sicología, “Conócete a tu mismo” del doctor López Ibor, que me está ayudando mucho a superar entre otras cosas mi timidez y sobre todo la terrible amargura que desde hace años anidó en mi alma y borró para siempre la sonrisa de mi boca. Todo en esta vida tiene una razón, la mía cuando la cuente quizás la consideréis insignificante, mas quién puede meterse en la piel del otro. Tenía yo veinte años, era un joven hermoso, sano de cuerpo y de espíritu, con una vida por delante que se presumía sería larga y feliz, pero… Una mujer mala se cruzó en mi camino, su nombre: Perfidia, su cara: La de un ángel, su alma: Endemoniada. Sí, es la historia mil veces repetida, el chico bueno engañado por la Eva de turno, me sacó el turrón… Para el carro Jacinto, que este cuento nos lo has largado ya veinte veces y no le interesa a nadie porque de sobra saben que nunca te atreverás a confesar la verdadera razón de tu sempiterno amargor. ¿Que no?, escuchad, ¿queréis saberlo de verdad? ¿Sí? Pues tened cuidado porque quizás no durmáis de la angustia que mi relato os causará. Vosotros lo habéis querido, ahí va: Tenía yo veinte años, era un joven hermoso, sano de cuerpo y alma, con una vida por delante que se presumía sería larga y feliz, pero una mujer mala…
Posted on: Tue, 24 Sep 2013 21:19:33 +0000
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