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Lunes 16 de Septiembre del 2013 Primera lectura Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2,1-8): Ante todo recomiendo que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad. Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad. Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se entregó a sí mismo como rescate por todos. Este es el testimonio dado en el tiempo oportuno, y de este testimonio –digo la verdad, no miento– yo he sido constituido heraldo y apóstol, maestro de los gentiles en la fe y en la verdad. Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar elevando hacia el cielo unas manos piadosas, sin ira ni discusiones. Palabra de Dios Salmo Sal 27 R/. Salva, Señor, a tu pueblo Escucha, Señor, mi súplica cuando te pido ayuda y levanto las manos hacia tu santuario. R/. El Señor es mi fuerza y mi escudo, en él confía mi corazón; él me socorrió y mi corazón se alegra y le canta agradecido. R/. El Señor es la fuerza de su pueblo, el apoyo y la salvación de su Mesías. Salva, Señor, a tu pueblo y bendícelo porque es tuyo; apaciéntalo y condúcelo para siempre. R/. Evangelio Lectura del santo Evangelio según san Lucas (7,1-10): En aquel tiempo, cuando terminó Jesús de hablar a la gente, entró en Cafarnaum. Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado, a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, para rogarle que fuera a curar a su criado. Ellos presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: «Merece que se lo concedas porque tiene afecto a nuestro pueblo y nos ha construido la sinagoga.» Jesús se fue con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió a unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes, y le digo a uno: "ve", y va; al otro: "ven", y viene; y a mi criado: "haz esto", y lo hace.» Al oír esto, Jesús se admiró de él, y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo: «Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe.» Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano. Palabra del Señor EXTRANJEROS NO MÁS YA Primera Lectura. Pablo, por medio de Timoteo, urge a los cristianos a ser mediadores e intercesores con sus súplicas y oraciones por toda la humanidad. La razón es que Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres y que Dios quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. ¡Qué universal es el Plan y la voluntad salvífica de Dios para salvar a todos! Evangelio. Hoy contemplamos la bella escena del centurión romano, quien, por medio de emisarios, pide a Jesús que cure a su esclavo. Él amaba al pueblo judío y tenía fe en Jesús por lo que había oído acerca de él y de sus milagros. Y, algo insólito en un mundo de esclavitud, otra señal de su fe es que pidió por la curación de un esclavo. --- De él tomamos también las palabras que utilizamos en la celebración eucarística, en el momento de la comunión: que “no es digno de que Jesús vaya a su casa.” Oración Colecta Señor Dios, Padre de todos: Tú llamas a gente de toda lengua, cultura y nación para adorarte y vivir en tu amor. Que tu Hijo Jesucristo hable en medio de nosotros, como lo hizo con el centurión, tu palabra salvadora que lleva curación a todos. Que muchos acepten su invitación a sentarse con nosotros a su mesa. Danos suficiente fe y amor para que nosotros también, como tú y tu Hijo, sepamos hacer de gente extraña y desconocida verdaderos amigos. Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor. Intenciones Para que los que creen en el Señor Jesús expresen su fe en obras de justicia y amor, de servicio responsable y de compasión sin límites, roguemos al Señor. Para que todos los pueblos de la tierra oigan dónde se puede encontrar al Señor Jesús, llegar a conocer su nombre, creer en él, aceptarle en su corazón y orarle confiadamente, roguemos al Señor. Para que acojamos con franca hospitalidad a desconocidos y extranjeros en nuestras comunidades cristianas y les hagamos sentirse como en su casa entre nosotros, roguemos al Señor. Oración sobre las Ofrendas Señor Dios nuestro: Te presentamos pan y vino aquí sobre el altar para celebrar nuestra gratitud a ti mientras estamos reunidos en torno a Jesús, tu Hijo. en quien y por quien tú nos has acogido y aceptado. Que hombres y mujeres de todas las culturas, sentados alrededor de su mesa acogedora, puedan comer su pan de vida y beber su vino de alegría y redención, para que todos conozcan tu nombre y te alaben por tu misericordioso amor. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, el Señor. Oración después de la Comunión Padre del cielo: Te damos gracias porque tu Hijo Jesús ha venido a nosotros, en su palabra y en el pan de vida, aun cuando no somos dignos. Que él encuentre gran fe en nosotros y en todo su pueblo. Que su palabra llene nuestras palabras vacías y que su amor inspire todo lo que hacemos, para que con toda nuestra vida y en la armonía de nuestras muchas lenguas te cantemos a ti, Padre, nuestra acción de gracias y alabanza. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Bendición Hermanos: Para Dios no hay extraños ni extranjeros. Él conoce a todos, los acepta y los ama a todos, lo sepan ellos o no, porque todos son hijos suyos. Que nosotros también sepamos aceptarlos como lo hace Dios. Y para ello, que la bendición del Dios universal y rico en misericordia, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobe nosotros y nos acompañe siempre.
Posted on: Mon, 16 Sep 2013 07:07:49 +0000

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