MEMORIAS---CAPITULO--XIV-- Estudiamos Antonio ( +) y yo el 4º. - TopicsExpress



          

MEMORIAS---CAPITULO--XIV-- Estudiamos Antonio ( +) y yo el 4º. Año de Bachillerato en la Victoria (Aragua), septiembre de 1953—julio de 1954. Fuimos egresados de 4º. De Bachillerato, en la Victoria, Edo. Aragua, año escolar 1953-54. Para “despedirnos” de esa añorada ciudad, y de esa “dorada” época juvenil (16-17 años), debemos recordar algunas cosas importantes de la vida de Antonio, y de su gemelo. Antonio era un joven muy buen mozo, y tenía un “no sé qué” que atraía a las muchachas con espontánea naturalidad; en este particular casi siempre me llevó “ventaja” (Je, je)… Recuerdo que cursaba el 4º. Año una joven de la clase “media-alta” de la ciudad (que llamaremos “Rafita”) , quien manejaba un buen auto, cuya marca no recuerdo, pero de reciente generación; también vivía en una gran casa, de las mejores de la ciudad. Ellos empezaron a estudiar juntos, y a poco se enamoraron, y vivieron un tórrido romance, que por supuesto, siguiendo las “reglas” no escritas, pero muy estrictas, sobre estos “asuntos”, no llegaron a “mayores”; esta “historia” no se prolongó, pues buscando cupo para estudiar el 5º. De Bachillerato, Antonio y yo, tuvimos que irnos a Caracas, donde vivían nuestros abuelos maternos, y otros familiares, mientras el resto de nuestro grupo familiar permaneció un corto tiempo más en La Victoria. Cursaba uno de los primeros años, del Liceo “José Félix Ribas” de la Victoria, una linda chica rubia, bastante bien desarrollada, de quien me enamoré perdidamente( que llamaremos “Aminta”). Mi “táctica” de acercamiento fue muy “discursiva-literaria”: cartas apasionadas, poemas, y demás cosas por el estilo—(recuerdos de mi experiencia similar de San Carlos, 1950-53)--; después de un cierto tiempo, nos sentamos en un banco de la antiguamente hermosa, y sombreada, Plaza “José Félix Ribas”, contigua al Liceo, y le pedí que fuéramos “novios”. Su respuesta fue lo más “diplomática” posible: Tu eres un gran muchacho, buen estudiante, y escribes muy bien, pero a mí me gusta tu hermano Antonio… (Je, je)… A pesar del “rechazo” me fui a casa inmediatamente y le pasé el “dato” a mi hermano. Él me preguntó:¿ Dónde está ella? Le contesté de inmediato: la acabo de dejar en la Plaza; tomó la bicicleta y se apersonó en el sitio; varias horas después me pasó la “novedad”: ¡Estamos empatados!...Bien y qué le dijiste, pregunté yo — (siempre pensando en el “discurso”)-- Contestó, no le dije absolutamente nada, la saludé, la tomé de la mano, y la empecé a besar inmediatamente. Fue otro “amorío” intenso; que no recuerdo bien si se desarrolló simultáneamente, o no, con el “otro” amorío, o con la “otra”…Jeje… Muchos años después (en los 70), la encontré en Los Próceres, en un pequeño parque de diversiones, andaba con una niña y un niño; yo también con Manuel Antonio y Ma. Alejandra (de mi segunda “cosecha”); inmediatamente me reconoció, estaba tan linda como siempre pero más mujer: ¡Tú eres Víctor!... ¿Qué es de la vida de Antonio?...— (Más de lo mismo pensé yo)—Le di suficiente información sobre mi hermano (ya casado y con dos hijos )y no la volví a ver más…¡Así es la vida!... Entonces (volvemos a La Victoria, 1953-54), cambié, de “tácticas”; dejé de ponerle atención a las chicas liceístas, y mi “compadre” y condiscípulo Vicente (Moros), nos dedicamos a “patrullar” la Plaza, que era en realidad una especie de “Centro Social”, para encuentros y desencuentros de todo tipo, en La Victoria de esa época. La Iglesia estaba en reconstrucción, y llevaba bastante tiempo en eso, la gente (mal pensada) murmuraba del párroco, que pedía y pedía, y los trabajos no avanzaban. En una esquina de la Plaza había una bodeguita, regentada por una señora muy simpática, de origen español, o canario, allí se podía comprar una copita de ron Santa Teresa (Carta Roja), por un medio (1/4 de bolívar), el agua para “pasar” el trago era gratis; así que con un bolívar te podías tomar hasta 4 tragos, suficientes para “entonarte” y algo más; la dueña, nos daba una “charla” contra los riesgos del consumo de su mercancía, pero igual nos despachaba las copitas… Entonces, mi “compa” y yo, alentados por los copetines, y liberados de los prejuicios, nos dedicamos a “cortejar” muchachas (no liceístas), usuarias de la Plaza; y pasábamos por el frente de nuestras amigas, compañeras de estudio, agarraditos de manos con las de “turno”. Sospecho que tomamos fama de “tenorios”, “rebeldes”, liberados de prejuicios, y un tanto “anarquistas” contra los “valores” convencionales…jeje… Yo fui un poquito más allá, la Plaza era frecuentada por una señora, un tanto mal de la cabeza, acompañada de sus dos hijas adolescentes; se la pasaban por allí en la mañana, por las tardes, y sobre todo en las noches; nunca supe dónde vivían, ni qué cosa comían; entonces empecé a regalarles, helados y chucherías, y me hice compañero habitual de esta “familia” singular, cuasi “gitana”, y me hice “novio” de la menor (13/14 años) y más bonita. Si llovía, nos refugiábamos en la Iglesia, que estaba en reparación, y se mantenía abierta. El “romance” como era costumbre para la época, no llegó a “mayores”, dadas la “peculiaridades” del grupo familiar, y mis limitaciones dinerarias, amén de no tener “carro”; pero sirvió para “cosechar” la envidia de mis compañeros de estudios, el asombro y las comidillas de mis compañeras. Muchos años después me enteré, por medio de Julio (Jáuregui), que un Teniente del Cuartel de La Victoria, había “rescatado” a la niña de mis amores, a su hermana, y a su trastornada madre… ¡Gracias a Dios!... Pero allí no quedaron mis poses “libertarias”, un día empecé a ir al Liceo en alpargatas, el Director, gocho muy conservador, me llamó la atención como era su obligación; le contesté que tenía que “airear” mis pies pues “sufría” de sabañones, y entonces “pintaba” mis dedos con un algodón con yodo, y así estuve varias semanas hasta que me fastidié. Recuerdo también que Antonio y yo, dirigimos una protesta colectiva del 4º. Año, por no sé qué razones, y la “huelga” duró una semana hasta que el Director nos amenazó con la Seguridad Nacional, a nosotros dos como “lideres” del asunto, y a nuestros “seguidores”. Fue la segunda “huelga” estudiantil que encabezamos, la primera fue en San Carlos, en el 3º. De Bachillerato contra el “profesor” de Física. En La Victoria, supimos un poco más del mundo político venezolano de la época, pues había compañeros “adecos”, “comunistas”, “urredistas”, y “copeyanos”, que si no militaban directamente en los partidos clandestinos, por lo menos eran simpatizantes; eso lo comprobamos, años después, con la caída de la dictadura de MPJ. Por cierto que en San Carlos, en mis andanzas “amorosas”, frecuentaba una pensión, cercana a la tienda de mis amigos libaneses, negocio que yo usaba como “atalaya” para vigilar el paso de mi noviecita de la época, o de la muchacha de servicio, que le hacía la “segunda” para poder verse conmigo, al abrigo de los frondosos jardines de la bella Plaza Bolívar del pueblo. Bien la hija de la dueña de dicha pensión, era muy bonita, jovencita, y me trataba con mucha confianza y cariño, mientras yo almorzaba allí, por un “fuerte” que me ganaba ayudando en la tienda, puesto que en vacaciones me pasaba todo el día en San Carlos; pero… ¡Siempre hay un pero!...La niña tenía amores con un joven, y apuesto, agente de la Seguridad Nacional, que vivía en dicha pensión… Después de las elecciones de 1952, cuando MPJ dio el golpe contra las elecciones ganadas por URD y Jóvito Villalba, y a mí me hicieron preso por un día— (ya relatado)--; el susodicho agente me hizo una fuerte “advertencia” al señalar que yo andaba en “malas compañías” y que debía “tener cuidado”; siempre sospeché que fue más por celos que por otra cosa. Un día andaba por unas calles no muy transitadas por mí, en La Victoria, haciendo no sé qué cosa, y asomada a la ventana de una casa estaba la niña de San Carlos, la novia del agente de la SN. Me invitó a pasar, le pregunté por su vida, y me contó que se había casado con su detective, y que él había sido trasladado para la SN de La Victoria; me senté lo más cómodo posible, me ofreció un café y lo acepté…Y entonces entró a la casa el señor Agente: ¡Víctor Gruber qué haces por aquí!.. Respuesta: nada de particular, vivo en La Victoria, estudio en el Liceo, pasé por aquí por casualidad y vi a tu esposa; ella me invitó a pasar y me brindó un café… Volvieron las amenazas, estamos muy pendientes del Liceo, hay unos adecos, urredistas, y comunistas, infiltrados allí, me dicen que tú te la pasas con ellos en la Plaza, y que además visitan a los hermanos Nazoa, comunistas vigilados en Cagua. Respondí que no tenía nociones de ello, di gracias por el cafecito, les desee muchas felicidades, y me despedí. Más nunca volví a ver a mi amiguita de San Carlos… Años después, ya caída la dictadura (1958) me lo encontré en la Inspectoría de Tránsito de Buena Vista, Petare; yo estaba sacando mi primera Licencia de manejar, el antiguo agente de la SN; andaba barbado, muy flaco y demacrado; me informó que su esposa estaba en San Carlos con su mamá, y que él pertenecía a un movimiento clandestino terrorista contra el gobierno de Betancourt (andaba armado de un pistolón)…Le recomendé que se cuidara mucho, y me alejé lo más rápido posible de su presencia ¡Vade retro Satanás!... La Victoria de esa época tenía prácticamente dos calles principales y paralelas; una servía a los vehículos que iban de Caracas hacia Maracay; la otra servía a los autos y camiones que venían de Maracay e iban hacia Caracas. En la primera de ellas vivíamos nosotros, haciendo esquina, y cercanos a un gran Grupo Escolar para los estudiantes de Primaria. Antonio y yo, de 16 años en 1953, asistíamos al Liceo (4º- Año); nuestra hermana Marilú también (1er. Año); nuestra hermana Michelle (+) cursaba 6º. Grado, en dicho Grupo Escolar; el hermano Leonardo, y nuestra hermana Darlene (la Nena) algún Grado de Primaria también; Jacinto, Gloria y Coromoto, no tenían edad escolar aún; Gustavo, el “Benjamín de la familia no había nacido todavía. Declaro solemnemente que en dicha Casa de la Victoria me “salió” un muerto, de verdad verdad; y a nuestro tío materno Alejandro (de Figarelli Lovera) también; igualmente a las muchachas de servicio. Eso lo contaré en el próximo Capítulo, puesto que: ¡De que salen, salen, y de que vuelan, vuelan!... …. (Continuará)…
Posted on: Sun, 21 Jul 2013 23:13:25 +0000

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