MI HERMANO JIMMY Escucha hermano la canción de la - TopicsExpress



          

MI HERMANO JIMMY Escucha hermano la canción de la alegría el canto alegre del que espera un nuevo día. Ven, canta, sueña cantando, vive soñando el nuevo sol... (Friedrich von Schiller) Jaime Rafael Fernández Mirabal. “Rafael” para Mamá Chea, de quien era nieto favorito. Segundo hijo de Jaime Fernández Camilo y Dedé Mirabal. Marido adorado de Mayra Corominas y padre insustituible de Maité, Jaime Rafael y Pedro David. Tío Jimmy para sus sobrinos y hasta para sus hermanos y hermanas; el “Ingeniero” para sus socios y empleados de Electrón S.A. Mi hermano Jimmy, simplemente Jimmy, el más sabio de los filósofos que he conocido. Epicureano por supuesto. Y aunque no se cansaba de repetir que “los consejos sólo le gustan a quien los da” era el mejor consejero al que acudir. Para los asuntos personales y para lo político. Para los negocios o para el mejor vino. Recuerdo claramente aquella época en que se convirtió en líder juvenil de los movimientos carismáticos y un día se apareció retándome a conseguirle una canción que fuera más hermosa y profunda que la “Canción de la alegría”. Intenté con Cantares de Machado y Serrat que acababa de descubrir: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar…”; servía para empatar, dijo, y nos enfrascamos en una maravillosa discusión que cada cierto tiempo alguno de los dos recordaba. Desde Isla Negra, Chile, una vez me llamó para contarme que me había comprado un CD con los poemas de Neruda y que en mi nombre había contaminado aquel mar inclemente y frío con unas bocanadas de no sé cuál de sus cigarros favoritos. También me llegan las imágenes de cuando se graduó y decidió comenzar una empresa a la que pocos auguraban el gran futuro que, tal y como él previó, tendría. “Las cosas de Jimmy…” hemos dicho alguna vez todos los que lo queremos, los que extrañaremos su presencia sólida y emprendedora. Asumía el crecimiento y la transformación como constantes y su ojo crítico y comprensivo a la vez, “o viceversa” puntualizaria él, culminaba por lo general en esas frases casi aforísticas que nos harán tanta falta tanto como su mirada reflexiva y transparente. Cuando celebró sus 6 décadas de vida buena y bien vivida, lo hizo asegurando que a partir de ese momento su máxima inquebrantable para cada día sería: “No tengo que…” “Lo que haga de ahora en adelante será porque quiero hacerlo. No para complacer a nadie, o para quedar bien con todos, o para cumplir con alguno.” Lo que quiso ser… eso fue tío Jimmy. Sin aspavientos, sin alardes, genuino y querendón, pero cuidando de que no se le notara (supongo que desde donde esté también me corregiría lo de querendón y añadiría que no me olvide de la irreverencia). Si por la confianza que entraña la familiaridad le fallábamos alguna vez, llegando tarde o no avisándole de algo, lo resolvía con un “Más vale ser perro que de confianza”. No fue vegetariano “porque nunca he visto a nadie montado sobre un tigre o convirtiendo a un león en animal de carga.” En julio pasado le entregué un borrador del libro de las cartas de papi y mami y cuando le pregunté por sus comentarios, sugerencias y correcciones sólo me contestó: “Me pusiste a llorar durante una semana, ¿qué más te puedo decir?”. Ahora que ya no está físicamente entre nosotros, pienso que no fue nada casual que en una de nuestras últimas conversaciones, me comentara que le había impresionado mucho “lo del texto de tía Minerva en el que habla del Memento Mori”; me pidió una copia porque quería leerlo completo y con su media sonrisa algo socarrona añadió que se imaginaba que si le hubiera tocado vivir en la antigüedad le habría gustado ser aquél que iba repitiendo cada minuto y medio “acuérdate que haz de morir” al oído del emperador de turno en medio de sus Triunfos, y celebró la sabiduría que encierra la antigua frase latina porque “no sólo sirve para bajar los humos y pensar la muerte sino que es como una invitación a aprovechar cada momento de la vida.” A propósito de esa conversación, me consuela pensar que no le temió a la muerte precisamente porque vivió con absoluta plenitud, porque no desaprovechó de la vida más que los momentos en que a fuerza de sedantes lo pusieron a dormir –y con todo y ellos hicieron falta muy altas dosis para lograrlo. Uno de los médicos que lo atendió nos comentó con sorpresa que conocía pocos pacientes tan resistentes a la sedación. Lo recordaremos así, negándose a desaprovechar un instante del corto lapso que es la vida. Entusiasmado con todos los adelantos tecnológicos, fanático del Formula Uno precisamente por su pasión por la mecánica, actual y conciso y lúdico. Puedo verlo esperándonos con calma, mientras contamina con sus bocanadas de humo las grandes puertas del cielo. Minou
Posted on: Fri, 01 Nov 2013 15:12:47 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015