MI MARIPOSA MAÑANA 75. Era una de esas mañanas en las que solo - TopicsExpress



          

MI MARIPOSA MAÑANA 75. Era una de esas mañanas en las que solo dan ganas de pasear un poco por la huerta y respirar aire fresco para tomar energías para el día que se acercaba sin precedentes; el sol entre las nubes salía poco a poco y posaba en las montañas para mostrar su hermosura; los animales que habían eran pocos pero bellos, gusanos, grillos, y ranas componían el entorno. entonces me decidí, Salí al patio de atrás y comencé mi aventura, me escondí entre las ramas y caminando tranquilo veía como las gotas de lluvia recién caídas en una hoja de plátano, resbalaban sin temor por ese gran tobogán natural; después de andar un rato por el lugar me interné un poco más en la maleza y me senté en un tronco que había tirado en el suelo. Los segundos transcurrían y todo en el ambiente constantemente se movía, la vida reinaba allí más que nada y las aves comenzaban a susurrar entre unos pinos frondosos. entre todas las mariposas que observaba había una en particular diferente, pero yo aún no la identificaba, ni siquiera lo sabía. Estaba mostrando sus alas en las hojas de quien sabe que flor, lo digo por lo que me sucedió. Leyendo estaba yo, cuando una pequeña mariposa de color gris-café, se sentó en uno de mis dedos de la mano derecha, y yo, para no dejarla ir dejé la mano estática con el fin de observar los magníficos movimientos que hacía con sus extremidades; sus ojos medio cerrados daban señal de ser negros y unos pelos de variados colores daban alegría a su cabeza, sus 4 patas delgadas entre volteadas permanecían quietas como si estuvieran pegadas a mi piel, el único movimiento que ejecutaba y por cierto con gran agilidad, era una palanca que salía de la mitad de su cara, parecía que la nariz estaba abierta para dar paso a esta extremidad; la movía con gran rapidez esculcando cada poro de mi dedo, las cosquillas que sentía eran algo muy casual, suavemente con la punta rastreaba cada pelo, y los hacia mover entrelazándolos poco a poco y con disimulo; en el centro de sus alas unas formas circulares con puntos en la mitad que persistían en la ilusión; las antenas quizás jugaban un papel interesante en el proceso de revisión del lugar, puesto que se movían suavemente como detectando el estado del panorama. Los minutos transcurrían y ella seguía moviéndose en el espacio, hasta que por un movimiento brusco que hice, se separó de mi dedo y regreso a su ambiente, esperé algunos instantes para ver si aparecía de nuevo, pues la curiosidad se apoderaba de mí, y el interés por percibir su comportamiento cada vez era mayor. entonces precisamente en ese momento se acercó nuevamente, exactamente al mismo dedo, parecía que siempre hubiera estado pendiente de él; esta hermosa criatura caminaba con tranquilidad por la mano entera, sabía que no le pasaría nada a mi lado, entonces decidió quedarse un rato y compartir con mis ojos su quehacer diario. Por unos minutos rondó mi puño desordenando el sentir de mi mano. Momento después quise marcharme a mi casa observar que pasaba cuando me viera irme de ese lugar, pensaba yo en la posibilidad de que si se quedase conmigo o se marchase a otro lado; comencé a caminar y ella seguía en su tranquilidad registrando el ambiente que la rodeaba, fue entonces cuando decidí parar unos segundos en medio del camino y pensar en un nombre para mi mascota temporal, y se me ocurrió “mañana”, camine luego hacia mi habitación y una vez allí la mariposa miraba para distintos lugares y tal vez no identificaba el ambiente. Prendí el ordenador y ella seguía en la mano, cuando la pantalla se hizo brillante, saltó pensando tal vez que era una ventana, luego voló hacia el techo y se estaba enredando en una telaraña, también salto al bombillo y después me paré de la cama y la fui a coger, fue tan solo estirarle el dedo para que se postrara sobre él. Volvimos al computador, pero ya ella no parecía a gusto con lo que acontecía, y salto nuevamente al techo; se intentaba salir por una rendija y comenzaba a apoderarse el pánico de ella, pues se estaba aporreando contra el techo. Estiré mi mano nuevamente y salto inmediatamente, le parecía tal vez el único territorio seguro, la bajé de allí y la llevé nuevamente a la parte trasera de la casa; una vez allí la solté en una hoja y se marchó volando entre ramas y flores, “tal vez nunca la volveré a ver” pensé yo, y me di vuelta. Fueron al menos 20 minutos de convivencia con este animal. Me inquietó mucho su comportamiento, y su proceso de adaptación al entorno fue muy llamativo. Esa fue mi aventura, me pregunto cuál sería la de “Mañana”.
Posted on: Thu, 28 Nov 2013 17:44:39 +0000

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