Mayvel Núñez Mitzela Cortez Rios Cristina Frías R Louann - TopicsExpress



          

Mayvel Núñez Mitzela Cortez Rios Cristina Frías R Louann Brizendine es una neuróloga que ha estudiado la diferencia entre los cerebros de hombres y mujeres. Suya es una investigación que concluyó que las mujeres hablan en promedio 20 mil palabras al día y los hombres 7 mil. “¡Ajá! Ya sabía yo” estarán pensando aquellos esposos con media naranja hablantina. Pero también habrá esposas que dirán “eso lo explica todo”, porque además hay hombres que en la calle usan 6 mil 900 palabras y cuando llegan a su casa nada más le quedan suficientes para decir “tengo hambre” y “estoy cansado”. ¿Qué tanto es lo que hablamos las mujeres? Puedo imaginar a los investigadores que debieron contar las palabras escuchar conversaciones más o menos así. — Mariana estás divina, me encanta ese bolso y qué bien se te ve ese traje. ¿Dónde lo compraste? — ¡Ay esto! Es un trapo viejo. Lo tengo hace miles de años. Pero tú sabes que yo cuido mis cosas. — Y te ves más delgada. ¿Qué estás haciendo? Cuéntame tu secreto. — La dieta del nance con borojó. Buenísima. Ven que te voy a contar como la tienes que hacer... Dejemos por un momento a esas dos mujeres e imaginemos ahora a dos hombres en una charla parecida: “Jorge, qué bien te ves. Dónde te compraste esa camisa. Y esa barba, ¿qué rasuradora estás usando?, mira que a mí se me entierran estos vellos....”. Mmm... como que no. ¿verdad? Los hombres hablan así: — Ey, ¿qué pasó? — Oye tú, tranquilo. — ¿Y la familia? — Hay tan. ¿Y tu gente? — Bien. — Ah, bien pues. — El viernes ¡llega! No se confundan, estos hombres son amigazos del alma. Pero economizan palabras. Sí, sí. Ya me van a decir que estoy exagerando. Bueno, quizás un poquito. Noten que además las mujeres al hablar se dan miles de halagos: “Me encanta el color de tu falda”. “Tus rizos están hermosos, ¿qué champú usas?”, “Esos zapatos están de muerte lenta, ¿los compraste aquí en Panamá?”. “Qué lindo tu hijo, salió a ti”. “¡Qué bueno te quedó el dulce! Tiene como canela; no, ¿anís?; ¿es jengibre?”. Los hombres no solo suprimen los halagos, sino que se dan uno que otro coscorrón verbal. “Uy, esa camisa te la escogió tu esposa”, “¿Te peleaste con el peluquero?”, “Y esa barba, ¿puro tiempo de Sean Connery?” Noten que entre más confianza peor se tratan. Al final no importa si uno habla 100 o 100 mil palabras al día, no hay que usarlas mal. Explíquenme: ¿Quién inventó esa muletilla “lo que es”. Esta mañana escuché a un periodista en la radio decir: “Estamos en lo que es la plaza 5 de Mayo para ver lo que es el problema del Metro Bus para hablar con lo que es los usuarios”. Cuando ya parecía controlado el “dequeísmo” asoma la cabeza el “loqueísmo”. O aparecen engendros como “wachatear”, palabra para fea.
Posted on: Wed, 07 Aug 2013 20:12:41 +0000

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