Mi abuelita Leova Villegas Risueño gustaba citar por lo menos un refrán en cada conversación: "Al que madruga, Dios le ayuda" me reclamó un día que llegué tarde al café de las cuatro de la tarde. Había mucha hojarasca en su patio y me ordenó, toma la escoba y ponte a barrer, en fin chamaco flojo, contesté: ¿Para qué abuelita, si sigue cayendo hoja?. Salió mi tío Beto de la casa, que escuchaba la conversación y me dijo ¿Te gustaría ver cómo caen las hojas en un patio limpio? entonces me dispuse a juntar la hojarasca y vaciarla en un costal que me indicaron. Me senté al lado de mi abuelita y en aquella tarde apacible contemplé como las hojas se desprendían del árbol y planeando llegaban al suelo limpio, tenía razón mi tío, experimenté una sensación distinta, otro modo de ver las cosas, y hasta quería atraparlas para que no llegaran abajo. Debido a que no estaba preparada la merienda me levanté de la silla y me despedí, cuando me retiraba, mi abuelita adivinando mi pensamiento alzó la voz y me gritó: ¡hijo, recuerda que no por mucho madrugar amanece más temprano! No había duda, ella utilizaba los refranes a manera de que encajaran en la situación en que se encontraba. Adoré su clara inteligencia. Y tu, ¿tienes una abuelita así?
Posted on: Sun, 07 Jul 2013 19:03:22 +0000
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