Mi modesta contribución a los 50 años de Rayuela Cortazar- Un - TopicsExpress



          

Mi modesta contribución a los 50 años de Rayuela Cortazar- Un escritor que deja rastros Cuando en la cátedra de Literatura estudiamos a , Julio Cortázar, Final del Juego, ejerció un efecto disparador de curiosos recuerdos de mi juventud. Súbitamente me acordé de “el señor Guthmann” y lo busqué en internet. Como guiiada por el espíritu de ambos dí con las cartas. No solo comprobé que les unía a ambos una profunda amistad,plasmada en cartas afectuosas, que han sido publicadas en un enorme volumen sini que la primera carta de Cortazar a que saltó ante mi vista fué la carta que Cortazar le enviara a su amigo Guthman disculpándose por el largo silencio y contándole de su accidente en moto en París por evitar llevarse puesta a una anciana señora , que le valió una larga convalecencia en el Hospital y que le sirviera de inspiración al "La noche boca arriba" famoso cuento de "Final del Juego" que nos habian dado para analizar en la Facu El señor Guthmann, o Guthmann, como lo llamaba mi padre alternativamente, era un viejito alto, majestuoso y simpático que alquilaba uno de los departamentos de mi padre en la calle Arenales, con una bella vista sobre la Plaza Colón de Mar del Plata. Con la excusa de venir a pagar el alquiler, se anunciaba por teléfono y solía venir a casa acompañado de un perrazo imponente como su dueño. Entre el “señor Guthmann” y mi padre asturiano, que había recibido una refinada educación y lector empedernido, se había cimentado una caballerosa corriente de simpatía. Se solían encerrar en el living en conversaciones interminables, que podían durar dos y tres horas, intercambiaban anécdotas, reflexiones, libros y hasta chistes .Otras veces era mi padre el que pasaba por su piso en el Edificio Cavannah en Buenos Aires o el departamento de Mar del Plata. Realmente se veía que disfrutaban de sus tertulias, por lo que nosotras emprendíamos una respetuosa retirada... De sus conversaciones también formábamos parte mi hermana mayor y yo. Se interesaba vivamente y nos enviaba consejos a través de mi padre. Cuando nos fuimos a estudiar a La Plata, cierta vez cuando mi hermana hubo de hacer la tesis final de literatura en el Profesorado de Físico Matemáticas que cursaba en de la Universidad de La Plata, le tocó, tesis sobre Cortázar y su obra, que aprobó con altas calificaciones. Mi padre se lo comentó al “señor Guthmann “,quien se la pidió para leerla y “enviársela a Cortzár” que era su amigo. Con la a inconsciencia juvenil, si bien sabíamos por nuestro padre , que era hijo de los dueños de las famosas joyerías Guthmann donde Eva Perón solía comprar sus joyas ( le contaba a mi padre la famosa anécdota del prendedor de diamantes), que era “un bon vivant” ,etc. en nuestra ignorancia, solíamos tomarlo como un viejito un poco fabulador. En los años noventa, ya casada y con hijos adolescentes, seguía enviándome consejos a través de mi padre al que acompañó y reconfortó cuando murió mi madre y quedó solo en Mar del Plata. Consejos que a veces nos hacían reír, como cuando mi padre le comentó la preocupación de mi hija mayor, que se debatía en la angustia habiendo terminado el colegio secundario, de elegir su carrera universitaria . - “ Que estudie traductora de Japonés ”, aconsejó el señor Guthman. En ese entonces era el boom económico del Japón como ahora los China. Y me envió una misiva a través de mi padre, fundamentando su recomendación . Hoy, descubrí en mis investigaciones para mi tesina de literatura ,que su esposa Natacha, y también la primera mujer de Cortázar, ambas habían sido traductoras. Natacha, la esposa de Guthmann, le había cedido su puesto de traductora a Cortázar allá por 1949 . Al acordarme del comentario de mi padre “ dice Guthmann que le va a enviar la Tesis de tu hermana a su amigo Cortázar “, sirvió de disparador para investigar y hacer un pequeño homenaje “al señor Guthmann” Señor Guthmann, Quince años después de su muerte, en un curso de Literatura me doy cuenta que hemos gozado del altísimo honor de conocerlo, que mi hermana ha sido honrada con que usted leyera su monografía y le gustara tanto que se le envió al mismísimo Cortázar, he sido modesta destinataria de sus consejos, he dejado de hacer niñerías y he aprendido de mis errores para convertirme en una mujer “más vieja pero también más sabia”, como usted me dijera aquella vez. Señor Guthmann, mis respetos,
Posted on: Thu, 08 Aug 2013 00:05:46 +0000

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