Movilización jerárquica en favor del dogma Entre los líderes - TopicsExpress



          

Movilización jerárquica en favor del dogma Entre los líderes del movimiento concep­ cionista destacan Monseñor Jacinto de Quelen, Arzobispo de París, y el Cardenal Francisco Javier Cienfuegos, Arzobispo de Sevilla. Ambos llevaban la iniciativa de sus respectivos países y mantenían entre sí una correspondencia interesante. En 1834, el Cardenal Cienfuegos pidió a Gregario XVI que en el prefacio de la Purísima se añadie­ ran las palabras: «Et in Conceptione Inma­ culata». ejemplo que imitaron todos los Obispos españoles y muchos extranjeros. Monseñor de Quelen, por su parte, publicó el 15 de diciembre de 1836 una Carta Pas­toral con motivo de la Consagración de la Parroquia de Nuestra Señora de Loreto a la Inmaculada. En ella se lee, tal como la transcribe la séptima edición de Noiice del P. Aladel C.M. Decía este autor: «Exhortemos a los fieles a que lleven consigo la Medalla acuñada hace algunos años en honor de la Santí­ sima Virgen y a que repitan con frecuencia esta oración grabada sobre la imagen: "¡Oh, María, sin pecado concebida, ruega por no­ sotros que recurrimos a Ti!"», y más adelante continúa el Arzobispo de París, citado por el P. Aladel C.M.: «Éste es un hecho que tenemos celo en conseguir y deseamos que su noticia llegue hasta los lu­gares más remotos del mundo católico. En nuestra Diócesis ha echado esta devoción raíces profundas. Las calamidades han venido a fortalecerla, acrecentarla y exten­ derla con maravilloso progreso. Los distin­ guidos favores, las gracias de curación, de conservación y de salud parece que se mul­ tiplican a medida que se imploran entre no­ sotros la tierna piedad de María, concebida sin pecado ...». Muchos Obispos se hicieron eco de su voz. La Sagrada Congregación de Ritos re­ cibía cada vez más peticiones en favor de la Inmaculada. Don Miguel M. Sanz, funda­ dor de las Siervas de María, pudo decir en su Semanario que la «Medalla fue el resorte de que la Divina Providencia se valió para procurar este resurgimiento, de tal modo que Gregario XVI se vio como asediado por las insistencias de los Obispos ... ». Sin em­ bargo, no había llegado la hora. En vista del incremento de piedad a la Inmaculada, por medio de la Medalla, Monseñor de Quelen pidió y se le concedió lo que sigue, tal como él lo comunicó en una nueva pastoral de 1 de enero de 1839: 1. Celebrar el segundo domingo de ad­ viento la solemnidad de la Concepción In­ maculada de María, para mantener y ro­ bustecer la devoción del pueblo fiel. 2. Añadir en el prefacio: «Et te in lnma­culate Conceptione». 3. Una indulgencia plenaria para este día. Al Cardenal Cienfuegos esta circular le llenó de alegría. Por medio de un sacerdote paúl español envió una carta al Arzobispo de París, pidiéndole apoyo para obtener de Roma que se incluyera en las letanías la in­ vocación Regina sine labe concepta. Pensaba certeramente el Cardenal Cienfuegos que esto sería muy del agrado de monseñor de Quelen y muy conforme «a los designios que ha tenido la Divina Providencia con la manifestación de la Medalla Milagrosa, tan célebre ya en el mundo cristiano ... ». y el Cardenal Cienfuegos seguía: «No pretendo definir sobre la revelación y origen de esta piadosa práctica (la de llevar la Medalla), ni tampoco sobre los milagros y prodigios que como efecto suyo se refieren. Vuestra Ex­ celencia, a quien corresponde decidir sobre el asunto, lo hará cuando lo estime oportuno y con la circunspección que materia tan grave exige. En tanto, yo suspendo mi juicio, confiando, sin embargo, que esa de­ cisión sea del agrado de las almas piadosas y de los devotos de la Virgen Inmaculada». No sabemos cuál fue la respuesta del Ar­ zobispo de París al Cardenal Cienfuegos, pero a juzgar por la circular del 24 de junio de 1839 tuvo que ser de gran valía para la causa que él personalizaba en Francia. En esta circular recomienda a los sacerdotes y predicadores que digan Regina sine labe concepia, ora pro nobis que el Papa le ha otorgado incluir en las letanías. Más aún, asegura que no aprobará ningún libro de oraciones en que no se encuentre esta in­ vocación. El movimiento concepcionista estaba en marcha. Las demandas ante la Santa Sede fueron en aumento. El Cardenal Cienfue­ gos estaba desterrado en Alicante debido a la persecución religiosa de Mendizábal. El 1 de diciembre de 1839 escribe una carta al Jesuita P. Nicolás Montemayor. En ella le urge a pedir a Su Santidad que inserte en la letanía lauretana la invocación: eRegina sine labe concepto». Para ello se apoya en la ob­ servación que nos hace la Medalla Mila­ grosa, en la que recibimos de María la or­ den o mandato de invocarla «concebida sin pecado», y casi al mismo tiempo de empe­ zar a usarse el elogio de la letanía. Esta coincidencia de inspiraciones hacen muy creíble que vienen de un mismo origen ce­ lestial. El líder concepcionista, monseñor de Quelen, aceleraba la encuesta sobre el ori­ gen y efectos de la Medalla y mandaba fundir en bronce una estatua, según el mo­ delo revelado por sor Catalina Labouré. Ordenaba luego que la expusieran durante la octava de la Purísima, en la iglesia de Nuestra Señora, sobre un trono adornado con flores, y que fuera llevada en proce­ sión. Según Edmond Crapez, esta costum­ bre perduraba en 1911. El 21 de noviembre de 1839 publicaba una nueva pastoral. Era su último esfuerzo. Poco después moría Monseñor de Quelen, pero el movimiento concepcionista ya estaba en marcha. En 1842, diez Arzobispos franceses y cuarenta Obispos sufragáneos enviaron a Gregorio XVe «la doctrina sobre la Inmaculada, que es creída por casi toda la Iglesia, sea definida como dogma de fe por la Sede Suprema». Esta actividad había sido motivada en gran parte por la Medalla Dios Es Mi Vida­lagrosa, afirma el Jesuita Xavier Bachelet en el Dictionaire de Theologie Catholique. El año siguiente, en 1843, el Cardenal Lambruschini, Secretario de Estado de Cre­ gorio XVI, publicó una disertación polé­mica sobre la Inmaculada. Después de dar pruebas de esta verdad revelada, aludió a la maravillosa difusión de la Medalla, y de los a los prodigios realizados por ella, especialmente la conversión de Alfonso de Ratisbona, y la viva impresión que todos estos hechos habían causado en las almas. La prepara­ ción del pueblo para recibir el dogma se había realizado mediante el humilde ins­trumento de la Medalla Milagrosa Milagrosa.
Posted on: Sat, 22 Jun 2013 10:14:45 +0000

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