Más allá de noviembre: Reconstruir la utopía. Durante 40 - TopicsExpress



          

Más allá de noviembre: Reconstruir la utopía. Durante 40 años el país ha sido vendido sistemáticamente a empresarios internacionales y nacionales. La dignidad nacional lograda por un pueblo a lo largo de un siglo el 11de Julio de 1973, al nacionalizar la “biga maestra” de nuestra economía, el Cobre, parece lejana y un mero sueño. Ese sueño de muchos fue cambiado por la pesadilla Dictatorial y el sueño de los Yurazekcs, los Luksic, Angellinis, Matte´s y los Edwards: las políticas neoliberales, privatizadoras y mercantilizadoras. A ese sueño de unos pocos, la Derecha y la Concertación contribuyeron por 23 años (privatizando el cobre, el agua, precarizando el empleo, la educación pública y un largo etcétera). La corrupción, precarización y privatización fueron la motivación de todo este periodo. A nuestros padres, abuelos y hermanos mayores durante todos esos años les dijeron que la alegría vendría, pero finalmente no llegó. Por eso vivieron 20 años sin una utopía, sin un sueño que los motivara a organizarse, luchar y actuar. En ese mundo el futuro se nublaba y prácticamente se borraba. Algunos creyeron que el futuro se había acabado, que sólo debíamos preocuparnos de vivir el día. Trataron de que no pensáramos. Nos bombardearon con programas televisivos de mujeres y hombres semidesnudos. Veíamos día y noche farándula en la televisión. Pero sin embargo, los que habían nacido durante los años de la Concertación, que habían sido niños y niñas en este mundo de incertidumbre, del sin mañana, los que comenzaban a hacerse camino al andar, los que recién estudiaban, “los mocosos” de siempre, nos dieron una bofetada en la cara. Los pingüinos se revelaron, salieron a la calle y nos dijeron que hay cambiar esto, porque hay un futuro y ese futuro eran ellos. Nuestros hermanos mayores, también se dieron cuenta de que había un mañana, un futuro y ese futuro eran sus hijos e hijas. Nuestros padres y madres se dieron cuenta de qué debe haber un futuro, porque no quieren que sus nietos y nietas vivan las miserias que ellos han vivido. La gente se aburrió de las “dos derechas chilenas”, donde una se mantiene por el mito de haber hecho un Gobierno “con sello social” –sí, el mismo que implementó el transantiago, el que no quiso fortalecer la educación pública chilena, el que regalo acreditaciones a universidades como bono chocman, el mismo que aprobó inicialmente Hidroaysén-. Pero no lo duden, ese gobierno que promete y se arrepiente al día siguiente no va a dar el ancho de las demandas social, porque están embarrados hasta los codos con la corrupción y los negocios en educación, vivienda, salud y previsión. Por eso la gente se aburrió una vez y lo volverá a hacer. Finalmente la gente no se quedó callada, y su grito de rabia se comenzó a transformar en una voz, en un discurso, en una propuesta. Comenzó a nacer una idea de país, porque no sólo se pensaba que mañana nos teníamos que levantar de nuevo, sino que el futuro lo construimos hoy, y que debemos crear un nuevo Chile. Ese pueblo desencantado, sin utopías, con rabia en las calles, empezó a dar a luz a la utopía. La utopía entendida, no como un sueño inalcanzable, sino que como un futuro posible de realizar. La Educación pública gratuita y de calidad, la necesidad de un sistema público y solidario de salud y pensiones, la nacionalización y el cuidado de los bienes naturales para un desarrollo sustentable, una reforma tributaria y una Asamblea Constituyente, se han ido transformando en los incipientes pilares de esa utopía, de ese futuro por construir. Sin embargo, como izquierda, como aquellos que la historia de las luchas sociales nos ha llevado a levantar y mantener las demandas del pueblo contra viento y marea, nos hemos quedado entrampados en un debate no menor, aunque resuelto hace muchos años. Si votamos o no. Si marchamos o no. Si tomamos las armas o no. Esas falsas dicotomías las superaron desde Lenin hasta el “Ché” Guevara. De allí que seguir levantando esa polvareda solo nos nubla la vista y obstaculiza lo que realmente debiéramos debatir colectivamente ahora. ¿Pero qué es aquello realmente importante ahora? Hoy día, lo que necesita esa izquierda es volverse una alternativa atractiva para la gran mayoría de chilenos. Y eso sólo se puede lograr construyendo colectivamente qué decimos, cómo lo decimos y cómo lo practicamos. El problema central para la izquierda de cara a los chilenos es levantar un programa político, que le dé sustancia y contenido a las demandas izadas al calor de las mismas movilizaciones. Decir qué entendemos por educación gratuita, por sistema previsional solidario, por nacionalizar los bienes naturales, por proyecto de país, etc. Necesitamos decirle qué pensamos, qué entendemos por socialismo y porqué esas demandas pueden llevarnos a alcanzarlo, cómo también porqué debemos alcanzar esa sociedad. Pero también debemos decirlo de una manera que la gente comprenda. Tenemos que ir a su vida cotidiana, tomarla como ejemplo, para materializarles cómo se expresan esas contradicciones del sistema en su vida y cómo se expresarían los cambios qué proponemos. Creemos que la potencialidad de Marcel Claude, por ejemplo, radica en su capacidad de construir un discurso profundamente radical y crítico al sistema –con todas sus deficiencias- ha calado profundamente en cientos de miles de chilenos y chilenas, porque ha logrado hacer lo que la izquierda aún no puede realizar de manera profunda: instalar un incipiente y coherente programa que sintetiza las demandas de la calle. Pero aún nos hace falta profundizarlas, crear un discurso más amplio programáticamente y que interpele a más gente políticamente. Para ello, debemos superar la dispersión actual de la izquierda. La fragmentación y caudillismo solo le harán un flaco favor a la posibilidad de construir un nuevo proyecto popular. Esto nos obliga a que más allá de lo que hagamos en noviembre, entre aquellos que votaremos por Marcel Claude u otros/as candidatos/as populares, los que marcarán un AC, los que buscarán una Huelga Constituyente, entre los que llaman a formar comunidades militantes, y un largo etc.. Todos juntos, sin una coyuntura electoral entremedio ( y aquellos problemas tácticos que tanto nos dividen en un debate casi fratricida) debemos buscar una instancia, una Convención Nacional que articule un Programa o Agenda de los movimientos sociales, a través del cual generemos nuestro pliego para interpelar al próximo gobierno (sea nuestro o de los que viven de “Plaza Italia para arriba”), pero más importante aún a que se movilice y organice una gran mayoría de chilenas y chilenos. Más allá de si gana o no Marcel Claude –a quien consideramos qué ha aportado en instalar masivamente lo sustancial, es decir, un discurso y programa consistente de cara a una amplia cantidad de chilenos -, Roxana Miranda u otro candidato; o si la abstención crece aún más, tenemos que volver nuestras tareas no sólo a la movilización –en la cual tratamos de aportar sistemáticamente todos los que estamos abajo y a la izquierda, desde hace muchos años-, sino que también a profundizar y mantener una idea de país que nos clarifique nuestro horizonte, para difundirlo y discutirlo junto a las amplias mayorías de chilenos y chilenas. Después Noviembre de este año, además de luchar para instalar nuestras demandas, debemos organizarnos para ganar una mejor posición, pero una organización amplia, pluralista y atractiva para las y los chilenos sólo la logaremos sólo si tenemos clara nuestra utopía, nuestro futuro posible a construir, (con contenido y no solo consignas) lo que queremos, esto nos aportará de manera relevante a la gran tarea de unirnos, no sólo para ganar una elección, sino que para finalmente vencer. Julio, 2013.
Posted on: Tue, 16 Jul 2013 06:57:41 +0000

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