¡Méndigas cucarachas! Francisco Javier Nieves Aguilar Asco, lo - TopicsExpress



          

¡Méndigas cucarachas! Francisco Javier Nieves Aguilar Asco, lo que se dice asco, no le tengo a las cucarachas, pero tampoco las quiero de mascotas. Si veo una la apachurro, como anoche que, mareado observé a una de ellas caminando por el pretil. Con la mano la tumbé y luego la trituré con la chancla. Pero no hago escándalos para irme detrás de ellas a como dé lugar. Por eso, me acuerdo muy bien de aquel día cuando salí de Ahuacatlán rumbo a Ixtlán del Río… Mi tirada era acudir primeramente a Jala y de ahí encaminarme hacia la tierra de Eulogio Parra para cumplir con una tarea encomendada por mi entonces director Ezequiel Parra Altamirano. Después de realizar algunas diligencias en el mercado municipal de Jala, tomé la carretera Internacional para llegar a Ixtlán a eso de las 10 de la mañana. Un hambre atroz empezó a acosarme y así detuve mi marcha en un puesto de lonches que se localiza por la avenida Hidalgo, donde nos atendió un tal Manuel. El tiempo apremiaba y pedí una torta para llevar, de pierna, con poco picante para no dañar más mi gastritis. Como a la media hora de venir en el tramo, las tripas comenzaron a rugir más fuerte, y me dije: “Es muy pronto todavía”… Pasada otra media hora, de plano ya no pude soportar y decidí que era el momento. Así, con una mano busqué la bolsita de papel, y cuando la voy abriendo ¡Que salta una méndiga cucaracha!, ¡Jija de su pelona! Me dio asco. De plano me dije que no me iba a comer aquella porquería.. ¡Qué viejo dijo don Manuel!; y pensar que ya me había aventado muchísimas tortas días atrás… ¡Humm! Dejé de pensar en la comida y traté de concentrarme en la carretera y me puse como meta regresar cuanto antes a Ahuacatlán y aventarme unos huevitos rancheros… porque el hambre me iba a torturar. Pero el hambre es canija, ¡Y ni modo!, iba a tener qué hacer una parada, aunque fuera rapidita. Recuerdo que en eso sentí algo raro… unas cosquillitas por la espinilla. De puro reojo me asomé; levanté el pantalón ¡Y que voy viendo las patitas de la cucaracha! Estaba en mi pierna derecha, la que uso para acelerar. Con la otra quise asustarla para que se saliera, y en efecto, la asusté, ¡Pero salió corriendo para arriba!, ¡Ah pinches cucarachas! ¡Qué rápidas son! Para cuando acordé, ya me estaba bailando en los…en los… bueno, ahí donde les conté. Me removía yo en el asiento. Dije, ni modo, la voy a tener que aplastar antes de que se me vaya por el trasero; pero la mugre cucaracha no se detenía, entonces me orillé de volada. Agarré la bolsa del lonche y con ella me restregaba sobre el pantalón para tratar de apachurrarla. En eso sentí que por fin tronaba. Me bajé de mi Caribe – Ah, mi Caribe adorada, la canaria, ¿Se acuerdan de ella? – con las patas arqueadas y un federal que en mala hora estaba allí, se vino de volada. Me bajé los pantalones, los calzones, y cuando el federal se acercó, estaba yo despegando la pinche cucaracha de mis tanates. “¡Ah jijos amigo!, ¿A qué horas se la comió?”. Ya no quise explicarle. Nomás alcancé a decirle, “Si va a Ixtlán, no trague en la fonda de don Manuel”. Con una mueca de asco, el policía se fue… y me quedé agarrando aire después de aquel susto, ¡Todo por las méndigas cucarachas!
Posted on: Thu, 25 Jul 2013 19:06:38 +0000

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