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NUESTRA PALABRA ¡Escupitajos del infierno! «Los políticos son un aborto del escupitajo» REPARTO EL CATARRO, REPÚBLICA DOMINICANA.- “No escupas al cielo –señala el viejo y clásico refrán– que te puede caer en la cara”, lección que no ha sido aprendida por nuestros políticos, que ante la primera oportunidad lo que hacen es escupir. Según el diccionario de la inefable Real, dice que escupitajo es porción de saliva, flema u otra sustancia que se expele de una vez. Hace unos meses un ex senador opositor fue denunciado por agredir a su esposa, y no pagar la manutención que tienen en común en su contra se realizaron varias acciones para que fuese procesado y sancionado ética y jurídicamente. El hombre de tonto no tiene nada de Tonty. El oficialismo, especialmente las mujeres, se rasgaron las vestiduras y se desgañitaron para imponer su propuesta acusando al agresor de ser un cavernícola en tiempos de equidad y equilibrio de género. Sucede que poco después es un alto dirigente oficialista es el nuevo protagonista de un caso de agresión física contra la mujer, con el añadido además de haber sido uno de los impulsores de la Ley Contra la Violencia de Género. A cualquiera la pasa. El diputado protestó porque su antagonista político no sólo recibió el mismo tratamiento, sino que su caso fue tratado con cautela, quizás por el origen de la denuncia y cómo fue obtenida. La denuncia fue hecha como parte de una demanda de divorcio y no independientemente en las instancias policiales de rigor, hecho que se convirtió en un paraguas defensor para el asambleísta y sus colegas. Sutileza que pudo haberse tratado discursivamente de manera distinta sin afectar la intensidad de la demanda de sanción y proceso contra el agresor. Por ahí camina un señor de cuello y corbata muy reputado de tan reputísimo marcado por su seriedad. Su ex esposa de apellido Kurda se dio una curda que eso fue el acabose porque también le han descubierto que lo que quiere es billete del bueno. De uno que les llaman Jefferson. Son Verdes. Más allá del sofisma legal, lo que aquí vale considerar es esa práctica del escupir al cielo, asumiendo siempre que los hechos que se juzgan, critican y censuran no van a pasar dentro de tu partido y que casi siempre son los “otros” los malos. Si revisamos los archivos mediáticos iremos encontrando casos similares por montones, partidos y políticos que se creen tan angelicales que tienen la capacidad de juzgar y condenar, aunque sea televisivamente, a quien sea, sin ni siquiera pestañar o considerar que dentro de sus estructuras también puede suceder lo mismo. Y no se vaya a creer que la práctica política del escupitajo se restringe exclusivamente a escenarios políticos nacionales, también se impulsa este singular deporte mojado en esferas municipales, de gobernación y hasta sindicales, salvadas las diferencias, las distancias y por supuesto las dimensiones de la progresista hipocresía. No falta quien aplaude estas políticas del escupitajo, señalando que peor sería que se agarren a balazos, aunque en este caso estaríamos hablando de un suicidio político, pero eso es hilar muy fino. Ahora que el nuevo presupuesto abulta EL FESTÍN DE LOS BUITRES para 1914 en el presupuesto nacional para los ayuntamientos, prepárese usted que caerá catarro, sangre, saliva y demás cardos y ortigas en el firmamento nacional. Es my punzante que un partido que ha sido gobierno en varias ocasiones y tuvo un presidente constitucional condenado a 20 años ahora salga a la palestra pública a acusar de ladrones a los que están de turno en el poder. Son tan tarados que no marcan bien sus agendas estratégicas y por tal razón fracasan. En nuestro país cada político tiene el expediente del otro de todas las diabluras que ha cometido por si las moscas. Le tengo pánico a la palabra Don. ¿Y porque usted le dice Don a Hipólito? Porque salió con cuarto de palacio. Y si hubiera salido igual que como entró, ¿cómo le llamaras? Simplemente, ¡Hipólito! Oh…. el Don, ahora es para identificar a los ladrones de cuello blanco. Así mismo es. Don Quirino, Don Toño, Don Félix, Don Fello, Don Hernani, Don Blas, Don Juan, Don Radhamés, Don Plinio, etc. Qué bien. Ya veo. No es un distintivo de respeto sino de salteador. Sin ir muy lejos, podemos citar los casos de corrupción, los abusos de poder, tráfico de influencias y así sucesivamente o finalmente cualesquiera que sea la tipificación, lo cierto aquí es que nadie está libre no sólo de tirar la primera piedra sino también de recibirla y que no deberíamos estar dando clases de moralidad cuando ni siquiera tenemos la capacidad de encontrar la viga que muchas de las veces llevamos en nuestros ojos. Al paso que vamos la impostura política terminará obligando a nuestros políticos a reemplazar al comunicador que los asesora por un cura confesor, para que no esté cometiendo pecado previo cada vez que se le ocurra juzgar a su eventual adversario, llevando siempre el paraguas de rigor que tendrá la exclusiva misión de evitar que el escupitajo le caiga en la cara. Pero por favor, que no sea el padre Johnny. Ya del Guapo de Gurabo hemos aprendido que «el que cree en políticos no cree en Dios.» El que tenga oídos para oír que oiga. Desde el Reparto El Catarro, República Dominicana, Por la Paz ©Daniel Efraín Raimundo Sábado, 09 de noviembre de 2013
Posted on: Sat, 09 Nov 2013 16:26:13 +0000

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