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NUESTRO AGRADECIMIENTO AL PROFESOR NELSON PILOSOF QUIEN GENTILMENTE NOS HA ENVIADO ALGUNOS ARTICULOS PARA SUBIRLOS A NUESTRA PÁGINA. A CONTINUACION : ANESTESIA Por Profesor Nelson Pilosof La palabra anestesia, como tantas otras de la lengua castellana, proviene del idioma griego antiguo. Según reza el Diccionario, significa una falta o privación general o parcial de la sensibilidad, sea artificialmente producida, sea por un padecimiento. Parece clara la referencia a la sensibilidad corporal. Una parte anestesiada de nuestro cuerpo hace que no sintamos nada, ya sea calor, frío, caricias o dolor. Esa parte de nosotros está totalmente adormecida o muerta. A veces esa falta de sensibilidad es parcial y transitoria, otra es definitiva. Pero anestesia es también el producto que se suministra para inducir la sensibilidad parcial o total, para evitar el sufrimiento y dolor que pueden derivarse por una intervención quirúrgica, necesaria para mejorar nuestra salud y funcionamiento orgánico. La anestesia inducida debe durar un tiempo determinado. El necesario para completar la intervención, ahorrando al paciente dolores y sufrimientos insoportables. Pasados los efectos de la anestesia suministrada, el paciente recupera la sensibilidad normal. Pueden advenir otros dolores, pero se trata de aliviarlos con calmantes, que son otros productos que tratan de reducir los padecimientos. Hasta que el paciente recupere su sensibilidad de siempre, y ya no sean necesarias nuevas anestesias. La sensibilidad del alma personal está también expuesta a dolores y sufrimientos, que muchas veces se tornan insoportables. Las diversas situaciones de la vida nos exponen a posibles ataques propios o externos, que hieren nuestra sensibilidad espiritual. Son angustias y torturas que dañan nuestra paz interior, rompen nuestro equilibrio emocional, y tornan sufriente la vida del alma. ¡Son tantas las amarguras, penas y miedos a los que estamos expuestos! Por decisiones propias o por acontecimientos que inciden en nosotros y tienen especial significado para nuestra existencia. Aunque queramos evitar el dolor que causan, no siempre es posible. Inclusive cuando se recurre a productos que por medio del cuerpo se reflejen en nuestro estado de ánimo, el alivio será siempre transitorio e inducido. Pasado su efecto, el dolor puede regresar. Tal vez el tiempo pueda contribuir a atenuar la fuerza incontrolable del padecimiento emocional cuando estalla. El tiempo es generalmente un calmante eficaz. Pero la sensibilidad emocional es esencial también para que nuestra vida tenga significado. Si no la tuviésemos, no seríamos personas. Permite conectarnos con el mundo de los valores. Y son precisamente los valores los que tornan posible que seamos humanos y nuestras vidas tengan sentido. La escala de valores éticos, estéticos, jurídicos, religiosos, los de la convivencia cotidiana y tantos otros, nos conducen a tomar decisiones y a sentir que lo positivo no equivalga a lo negativo. Nos hacen sentir que seremos el tipo de persona que iremos asumiendo en la vida, según escojamos los valores positivos, y desplacemos los negativos. O viceversa. Hay que considerar otro aspecto fundamental. La sensibilidad emocional nos permite juzgar y situarnos ante todos los acontecimientos y conductas ajenas que nos rodean, y otros que ocurren en el mundo global del cual formamos parte. Esa sensibilidad no debe estar anestesiada. Ni podemos permitir que nos sea anestesiada por voluntades o factores externos, ni por dejar de estar atentos al deterioro que va surgiendo como consecuencia de estar distraídos, o dejarnos arrastrar por desidia o cobardía. Hablamos del clima social y cultural que nos penetra a diario, aun independientemente de nuestra voluntad. Si nos dejamos anestesiar, o vamos cayendo en creciente insensibilidad emocional, dejaremos de percibir la decadencia y la degradación de valores que puedan estar ocurriendo en la sociedad, y que terminará por envolvernos en situaciones irreversibles, que sólo traerán frustraciones, infelicidad personal y colectiva. Estamos asistiendo a un proceso de anestesia espiritual involuntario o inducido, que socava la libertad personal, y va quitando calidad a la vida de todos los días. Si queremos que la sociedad democrática promueva y estimule el crecimiento de lo humano del hombre, debemos cuidarnos de esa invasiva anestesia espiritual, que sólo puede conducir a la dictadura y al totalitarismo. No hay libertad real ni calidad de vida, si la sensibilidad que nos abre al mundo de los valores está expuesta y sometida a los estupefacientes degradantes del irrespeto, de la corrupción, de la agresividad, de la ordinariez y del miedo. El hombre atento y conciente debe saber proteger su libertad, y no permitir que la devoren los ataques reiterados que dañan nuestra capacidad de comprometernos y de ser responsables de nuestro destino. El único que posee cada uno de nosotros. Montevideo, 10 de }mayo de 2013.
Posted on: Thu, 26 Sep 2013 20:29:32 +0000

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