Orisha guerrera y sensual, fuerte e intrépida. Señora y custodia - TopicsExpress



          

Orisha guerrera y sensual, fuerte e intrépida. Señora y custodia de los vientos, tempestades, rayos y truenos, a quienes manipula sabiamente, cuando con el suave soplido de su brisa, permite volar las simientes hacia tierras fértiles, donde germinarán produciendo nueva vida, que ella ayudará a fertilizar produciendo con el poder de enfriar y calentar con su aire, el proceso de evaporación que le permitirá a la lluvia, regar las simientes para permitir su floración. Cuando sopla su gélido viento, congela las aguas transformándolas en blanco y macizo hielo. Oyá es la divinidad capaz de contribuir al natural reciclaje de la renovación constante de la vida. Oyá es un Òrisha de naturaleza inquieta y autoritaria, expande su gran energía acompañándose por los vientos que hace circular cadenciosa y sensualmente por todo el espacio. su presencia se siente con un brillo propio que le permite destacarse entre todos los demás Òrisha femeninos. Durante su permanencia en la tierra se fue transformando en una mujer curiosa, apasionada y voluptuosa. Oya además de mujer, amorosa y gentil, supo ser un aliado más en la vida de su pareja y con el compartía alegremente, pesadas tareas y cruentas batallas. Es un Òrisha fuerte, firme y tenaz, que no repara en sacrificios y es capaz de trabajar en faenas designadas al hombre si así lo requieren las circunstancias, pero siempre poniendo su sensual toque de femineidad. Feliz, indomable y maravillosamente creativa, es sumamente fiel, porque no concibe la fidelidad a alguien en particular, sino a sus propias convicciones, por lo tanto, cuando entrega su amor a un hombre, solo se interesa por el. Por eso, sus pasiones son arrebatadoras y sus amores absolutos y fuertes, lo que la hace responsable de las alianzas, uniones y sociedades. Es a ella que en la actualidad, se pide favorecer los pactos y las alianzas matrimoniales. La exuberante personalidad de Oyá hace que no pueda disimular sus estados de ánimo, su felicidad irradia alegría por doquier y en su cólera es capaz de destruir con dureza a cualquier adversario. Detesta la mentira y puede decirse que es diferente a los demás Òrisha femeninos por su fuerte y justiciero temperamento, fortaleza y su absoluta necesidad de libertad individual. Al saber de las historias de su vida en la tierra, se puede deducir que Oyá es una divinidad libre, fuerte y muy ingenua, dado que su autenticidad no le permite especular o intrigar como por ejemplo lo haría Oshun. Y si bien su casi salvaje independencia la asemejan a una realidad cercana a lo masculino, su sensualidad y femineidad brotan tan ciertamente como la pasión que la caracteriza haciendo de ella una pareja formidable y deseada. La continua necesidad de Oyá de andar libre y segura por los bosques, la llevó cierto día a encontrarse con el poderoso Osain. El Òrisha, como siempre estaba recogiendo las hojas medicinales, que prolijamente guardaba en una calabaza colgada de la punta de una rama y que siempre llevaba consigo. Oyá, saludando al gran curador, rogó que le obsequiara alguna de sus hojas a lo que éste se negó. Fastidiada y decidida, Oyá agito sus brazos y un viento increíble envolvió el lugar. Las hojas que Osain tenía en sus manos, volaron por los aires y todos los Òrisha, aprovechando la situación, corrieron a tomarlas. Al grito de Ewèo, Osain trataba de recuperar sus plantas medicinales, pero no pudo evitar que parte de ellas cayeran en manos de Oyá y los demás Òrishas, que a partir de ese momento se hicieron dueños del poder de la curación, gracias al atrevimiento de Oyá, y las hojas curativas de Osain. Si bien Oyá comparte las aguas junto a las demás divinidades, su predilección son los montes rocosos con frondosa y espesa vegetación por donde pasen ríos traslúcidos con cascadas fluyendo entre las rocas. Resulta de cierta historia que cuando la divinidad necesitaba alejarse del bullicio para pensar, solía adentrarse en el bosque y tomando la forma de un enorme búfalo, recorría la inmensa pradera, bañándose en los límpidos ríos que la cruzaban y descansando al pié de algún frondoso y sombreado árbol. Luego, dejaba escondida su piel y regresaba feliz a sus obligaciones. Cierto día, Ogún decide salir de caza y visualiza a lo lejos un búfalo que con rapidez semejante al relámpago se detiene muy cerca del lugar que el se encontraba. Escondido tras los matorrales, Ogún espera pacientemente para poder cazar a ese poderoso animal, cuando de pronto, paralizado por el asombro, ve que el búfalo, comienza a transformarse en una hermosa joven, que sensual y rítmicamente va hacia la orilla del río sentándose en una rojiza y redondeada piedra a descansar. La belleza de la mujer, exalta los sentidos del guerrero que acercándose a ella le proclama su amor. La joven, también prendada por la figura varonil, acepta los galanteos, pero antes de partir con el, le suplica que jamás revele su secreto ante nadie. Ogún, promete silencio si ella consiente en ser su esposa. Y así fue que la joven doncella es desposada por primera vez, viviendo y compartiendo con el poderoso Òrisha su pasión por los caminos, las guerras y la herrería. Ogún, muy afecto al vino de palmera, una noche se embriaga fuertemente y olvidando la promesa, les cuenta a sus otras mujeres el secreto tan celosamente guardado por Oyá. Ella, molesta y herida por la falta de su marido, no logra perdonarlo, y aunque continúa por algún tiempo más a su lado, espera el momento propicio para partir. La ocasión se presenta cuando cierta vez, Shangó, necesitando armas, busca al herrero Ogún para que se las confeccione, y descubre a la hermosa Oyá de la cual queda profundamente enamorado. Cuando las miradas de los jóvenes se cruzan, Oyá, comprende que ese elegante y atractivo rey sería de ahí en adelante el único y real amor de su vida y decide partir con el. Del matrimonio con Shangó nacen nueve hijos que le dan el seudónimo de Yansa . La bravura de Oyá la convirtió en la favorita de Shangó. Juntos peleaban guerras, vencían enemigos y se amaban apasionadamente, lo que sin duda molestó mucho a Oshun y Oba, las otras dos mujeres del rey Shangó, que veían en esa aguerrida, desafiante y seductora mujer, una rival de cuidado. Oshun, celosa y molesta, cierto día discute violentamente con Oyá que fastidiada, agita sus manos y castiga con un rayo a Oshun. Ésta, aterrada corre lo más lejos posible se esconde en un hueco rocoso del río Osogbo. Shango reprende a Oyá duramente y ésta muy alterada lo deja plantado yendo a guarecerse al el fondo del océano, junto a Olókun. Shangó furioso desencadena una tormenta de rayos y truenos por lo que Èshu sabiamente, decide poner punto final a la pelea, y les habla a las dos esposas para que depongan su actitud. Oyá, regresa inmediatamente y se convierte así en la favorita del rey. CARACTERÍSTICAS DE LAS PERSONAS REGIDAS POR OYA El temperamento de las personas regidas por éste Òrisha es fuerte, aguerrido, perseverante y audaz. Para estas personas resulta fácil destacarse en medio de cualquier grupo, manejan muy bien los contactos sociales y les resulta fácil salir airosos de situaciones difíciles. Las mujeres, detestan tanto la rutina, como los quehaceres domésticos, prefieren aventurarse a lo nuevo, recorrer caminos desconocidos y derrumbar los escollos que se les opongan, con fortaleza y decisión. Poseen ideales fuertes y arremeten con garra trás su meta, pero así como se entregan enteros por un objetivo, cuando lo dejan de lado, no hay nada que los haga retroceder. Pueden cambiar su vida sin sentir el más mínimo arrepentimiento, por decisión propia, o debido a un amor apasionado y ardiente que se les cruce en el camino. Y al ser tan apasionados, sus crisis de cólera o felicidad se les nota, no saben ni quieren reprimir las emociones y se muestran sin hipocresías, tanto en sus alegrías como su tristezas. La franqueza que los caracteriza puede hacerlos parecer autoritarios o atrevidos, pero en realidad son personas francas, autenticas y sumamente sensibles.
Posted on: Mon, 12 Aug 2013 17:42:10 +0000

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