POR LA CONVICCIÓN DE SER PARTE DE SU EJÉRCITO LEYES - TopicsExpress



          

POR LA CONVICCIÓN DE SER PARTE DE SU EJÉRCITO LEYES IMPORTANTES PARA VIVIR A PLENITUD Lucas 6:37-38 Un hombre que tenía un grave problema de miopía se consideraba un experto en evaluación de arte. Un día visitó un museo con algunos amigos. Se le olvidaron los lentes en su casa y no podía ver los cuadros con claridad, pero eso no lo detuvo de ventilar sus fuertes opiniones. Tan pronto entraron a la galería, comenzó a criticar las diferentes pinturas. Al detenerse ante lo que pensaba era un retrato de cuerpo entero, empezó a criticarlo. Con aire de superioridad dijo: El marco es completamente inadecuado para el cuadro. El hombre que está en él, está vestido en una forma muy ordinaria y andrajosa. En realidad, el artista cometió un error imperdonable al seleccionar un sujeto tan vulgar y sucio para su retrato. Es una falta de respeto. Siguió su parloteo sin parar hasta que su esposa logró llegar hasta él entre la multitud y lo apartó discretamente para decirle en voz baja: Querido, – ¡estás mirando un espejo! Muchas veces nuestras propias faltas, las cuales tardamos en reconocer y admitir, parecen muy grandes cuando las vemos en los demás. Debemos mirarnos en algún espejo más a menudo, observar bien para detectarlas, y tener el valor moral de corregirlas; es más fácil negarlas que reconocerlas. Por eso, es necesario hacer a un lado el orgullo pues sólo con humildad podremos ver nuestros defectos y corregirlos. Como dice la Palabra: El que encubre sus faltas no prosperará, mas el que las admite y se aparta alcanzará misericordia. Proverbios 28:13. Esto me recuerda lo conveniente que es mirarnos en un espejo antes de salir de casa. No vaya a ser que se nos haya olvidado peinarnos o traigamos el almohadazo en el rostro, o nos hayamos puesto un calcetín color negro y otro café. De hecho, la revelación de Dios nos dice que su Palabra es como un espejo donde debemos mirarnos siempre: 23 Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. 24 Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. 25 Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace. 26 Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana. 27 La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo. Santiago 1:23-27. Así que, consideremos algunas leyes espirituales que nos pueden ayudar a vivir en plenitud, y que El Señor nos dejó en el sermón de la llanura. LA LEY DE LA RECIPROCIDAD vs LA LEY DE LA NEGLIGENCIA. 37 No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados. También podríamos llamar a esto, la ley de la siembra. El Señor lo dijo en otro pasaje, por medio del Apóstol Pablo, con estas palabras: 7 No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. 8 Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. 9 No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. 10 Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe. Gálatas 6:7-10. No juzgar, no condenar y perdonar, son acciones que regresan a nuestra vida. Se trata de algo así como un “boomerang” que sale de nosotros, pero regresa a nosotros irremediablemente. El problema es que muchos seres humanos viven ignorantes de esta ley y sometidos a la ley mundana de la negligencia. Podemos ver esta ley, la ley de la negligencia, en montones de acciones que llevamos a cabo cotidianamente, por ejemplo: algunos tiran la colilla de su cigarro, sin saber que esa pequeña cosa puede tardar hasta 10 años en degradarse y mientras tanto, puede matar algunos cientos de animales y contaminar globalmente nuestro planeta. Tiramos bolsas de plástico que eventualmente llegan al mar y además de matar hermosos animales que las ingieren o se enredan en ellas, están destruyendo nuestro planeta. Cosas así, se hacen todos los días por millones y ya estamos experimentando las consecuencias. Pero, la ley de la negligencia nos hace ciegos y nos impide ser conscientes del tremendo mal que tarde o temprano se revierte contra nosotros mismos. Ese es justamente el problema: se trata de negligencia, torpeza, insensatez, descuido y falta de sabiduría. La ley de la negligencia consiste justamente en ignorar la ley de la reciprocidad. Podríamos resumirla con el siguiente proverbio popular: Ojos que no ven, corazón que no siente. El problema es que lo mismo pasa en el nivel espiritual. De acuerdo con el pasaje: Cuando juzgamos, acarreamos juicio contra nosotros mismos; cuando condenamos, nos estamos condenando; pero, cuando perdonamos, experimentamos perdón. ¿Podemos verlo con claridad? ¡Podemos elegir! No se trata de la ley de la atracción, ni de buenas vibras, sino de la ley de la reciprocidad. Las acciones siempre se nos revierten, aunque no podamos verlo en forma inmediata. El ejemplo bíblico más elocuente de esta verdad es el siguiente: Se llamaba Amán y odiaba a los judíos. Especialmente odiaba a Mardoqueo, tío y padre postizo de Ester, porque éste no se inclinaba ante él. Además, deseaba con pasión ser reconocido y alabado. Tramó con astucia la matanza y exterminio de los judíos, pero la reina Ester intervino y los salvó. En su odio, fabricó una horca para Mardoqueo, sin embargo, su juicio, su condenación y su falta de perdón se revirtieron sobre él de manera asombrosa. Dos cosas lo humillaron a él y le dieron la gloria y la victoria al pueblo de Dios: El rey le preguntó: qué debo hacer para honrar a un hombre que quiero honrar. Él pensaba que se trataba de él mismo y se lució pidiendo ser vestido del rey, ser montado en el caballo del rey y ser paseado entre alabanzas. ¿Saben qué? Fue obligado a honrar a quien odiaba y poco después fue ahorcado en la horca que había preparado para Mardoqueo. Seamos conscientes de la ley de la reciprocidad, fue el mismo Señor Jesús quien la enseñó. Dejemos de juzgar, dejemos de condenar y mejor perdonemos. Además, podemos aplicar esta ley a todo lo que hacemos, así que: cada vez que hablamos mal de alguien estamos hablando mal de nosotros mismos; cada vez que envidiamos, estamos deteriorando nuestra propia identidad; cada vez que tratamos de controlar a los demás, nos estamos haciendo esclavos de la infelicidad y la deshonra; cada vez que somos mezquinos, nos estamos empobreciendo. Cada nuevo día es como un cuaderno con sus hojas limpias, nosotros podemos decidir qué escribiremos en él. Seamos conscientes de la ley de la reciprocidad y sembremos amor, esperanza y fe, y cosecharemos plenitud, felicidad, paz, es decir vida. LA LEY DE LA INVERSIÓN vs LA LEY DEL MENOR ESFUERZO. 38 Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir. La ley del menor esfuerzo es de las cosas más populares en nuestro mundo actual. Podemos verla claramente en las ofertas que se hacen por televisión, respecto a los productos para adelgazar o estar sanos y fuertes. En todos los casos, el gancho es decir: “sin esfuerzo”, y “olvídese del cansancio”, o “con sólo 5 minutos al día”, “sólo camina”, etc. Es tan popular esta idea, que existe un libro llamado: “Las siete leyes espirituales del éxito”, que glorifica la ley del menor esfuerzo y dice que hay que aceptar lo que pasa, que debemos conformarnos y que según esto, como la naturaleza misma, no debemos esforzarnos mucho, sino despreocuparnos de todo. La ley del menor esfuerzo es parte de la filosofía llamada hedonismo, cuyo slogan dice: “el máximo de placer, con el mínimo de dolor”. Se trata de la cultura del hombre light. La ley del menor esfuerzo se manifiesta de diferentes maneras: Hace que los empleados trabajen solamente su horario establecido, si se puede trabajar menos mejor, pero más “jamás”; hace que los estudiantes se conformen con un siete de calificación; hace que cuando escuchamos un ruido en el coche en vez de arreglarlo le subamos al volumen de la radio; hace que los deportistas se conformen con “hacer un buen papel” y no busquen la medalla de oro. Lo triste es que también se manifiesta en las relaciones interpersonales: Hace que los esposos o los novios digan: pues si quieres, así soy yo, ya me conocías, ¿no? No puedo cambiar; hace que los problemas matrimoniales se justifiquen con la frase: “Todo mundo tiene problemas”; hace que los pecados se oculten tras la filosofía de “nadie es perfecto”; hace que violemos nuestras dietas indispensables para vivir con la justificación del “si me voy a morir que sea feliz”. Es decir que, no estamos dispuestos a esforzarnos y si lo hacemos, que sea lo mínimo. Ante esta realidad, El Señor nos dice: Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir. Esta es otra ley, una ley superior, se trata de “la ley de la inversión”. ¿De qué habla? De dar todo, de dar lo mejor, de no regatear nada. Se trata de la ley del mejor y el mayor esfuerzo. La metáfora es tomada de la venta en los mercados. La medida era un recipiente para establecer la cantidad de las semillas, la harina o cualquier cosa que se pudiera vender. Y la exhortación es a llenarla, a apretar el contenido, y a sacudirla para que le quepa más. ¿De qué está hablando? De dar más, de dar lo mejor. Se trata de una exhortación a ser mejor: ser mejor jefe, ser mejor empleado, ser mejor compañero, ser mejor esposo(a), ser mejor hijo(a), ser mejor hermano(a), ser mejor estudiante, ser mejor discípulo, ser mejor miembro de la iglesia, ser mejor diácono, ministro, siervo, pastor. Ahora bien, la demanda tiene una promesa como resultado. Dice: Y rebosando darán en vuestro regazo. ¿Qué significa esto? Significa que, aunque no lo hacemos para recibir algo a cambio, sí recibiremos algo a cambio, pero multiplicado. La metáfora significa que recibiremos una medida rebosada de tal manera que será necesario usar nuestra túnica para poder conservar el contenido. Y finalmente se nos explica: Porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir. Es decir que, se trata de una ley divina. No es suerte, no es cuestión de que se enteren o no los demás, no es cuestión de sobornos, no es asunto de leyes humanas, se trata de una ley establecida por Dios y se cumple porque se cumple. Podemos decirla de esta manera: La vida es una inversión, conviene esforzarnos en dar mucho y dar lo mejor, porque recibiremos abundancia. Un buen ejemplo al respecto de esto es lo siguiente: Los japoneses siempre han gustado del pescado fresco. Pero las aguas cercanas a Japón no han tenido muchos peces por décadas. Así que, para alimentar a la población japonesa, los barcos pesqueros fueron fabricados más grandes para ir mar adentro. Mientras más lejos iban los pescadores más era el tiempo que les tomaba regresar a entregar el pescado. Si el viaje tomaba varios días, el pescado ya no estaba fresco. Para resolver el problema, las compañías instalaron congeladores en los barcos pesqueros. Así podían pescar y poner los pescados en los congeladores. Sin embargo, los japoneses pudieron percibir la diferencia entre el pescado congelado y el fresco, y no les gustaba el congelado, que, por lo tanto, se tenían que vender más barato. Las compañías instalaron entonces en los barcos tanques para los peces. Podían así pescar los peces, meterlos en los tanques y mantenerlos vivos hasta llegar a la costa. Pero después de un tiempo los peces dejaban de moverse en el tanque. Estaban aburridos y cansados, aunque vivos. Los consumidores japoneses también notaron la diferencia del sabor porque cuando los peces dejan de moverse por días, pierden el sabor fresco... y ¿cómo resolvieron el problema las compañías japonesas? Y ¿cómo consiguieron traer pescado con sabor de pescado fresco? Para mantener el sabor fresco de los peces, las compañías pesqueras ponen a los peces dentro de los tanques en los botes, pero ahora ponen también un tiburón pequeño. Claro que el tiburón se come algunos peces, pero los demás llegan muy, pero muy vivos. ¡Los peces son desafiados! Tienen que nadar durante todo el trayecto dentro del tanque, ¡para mantenerse vivos! Tan pronto una persona alcanza sus metas, tales como empezar una nueva empresa, pagar sus deudas, encontrar una pareja maravillosa, o lo que sea, empieza a perder la pasión. Ya no necesitará esforzarse tanto. Así que, sólo se relaja. Experimentan el mismo problema que las personas que ganan la lotería, o el de quienes heredan mucho dinero y nunca maduran, o de quienes se quedan en casa y se hacen adictos a los medicamentos para la depresión o la ansiedad. Como el problema de los pescadores japoneses, la solución es sencilla. Lo dijo L. Ron Hubbard a principios de los años 50: Las personas prosperan más cuando hay desafíos en su medio ambiente. Cuando alcances tus metas, proponte otras mayores. Nunca debes crear el éxito para luego acostarte en él. Así que, esfuérzate, es decir invita un tiburón a tu tanque, y descubre qué tan lejos realmente puedes llegar. Unos cuantos tiburones te harán conocer tu potencial para seguir vivo y haciendo lo que mejor haces, de la mejor manera posible. Y si ya los tienes en el tanque, déjalos que se muerdan entre sí, que no te asusten sus dientes ni sus trampas... tú sigue alerta, pero siempre "fresco". Siempre habrá tiburones a donde vayas... así que, ADELANTE... DESAFÍO A VIVIR UNA VIDA PLENA Decía Vallejo: En este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira, todo es según el color, del cristal con que se mira. Podemos decir que, nuestra vida depende del espejo en el que nos miramos cada día. Recordemos las leyes de Dios son el único espejo fidedigno al que nos debemos ajustar. Escojamos la ley de la reciprocidad antes que la ley de la negligencia; escojamos la ley de la inversión y no la ley del menor esfuerzo. De la misma manera que usted no puede quebrantar la ley de la gravedad, usted no puede quebrantar estas leyes espirituales. Así que, hay que escoger cómo vamos a enfrentar la vida. Cada día puede pasar lo que pasó cerca de mi pueblo hace algunos años: El tren se descarriló y algunos vagones contenían alimento. Los dueños, al ver que era muy difícil recogerlo, decidieron regalarlo a la gente. Así que, se proclamó por la calle principal lo siguiente: “Vengan a recoger todo lo que quieran, traigan recipientes y recibirán alimento sin costo”. Algunos no creyeron que algo tan bueno pudiera ser verdad, no fueron y no recibieron nada. Algunos fueron así tal como estaban y les llenaron los bolsillos y las camisas que utilizaron como costales. Otros llegaron con rejas, algunos con botes. Una señora llevó a sus hijos cargando varios costales y dos enormes tinajas, y ¿saben qué? Le llenaron todo. Podemos decir que, el límite para recibir lo pusieron ellos. Cada día usted y yo podemos estar seguros de algo: Dios quiere bendecirnos, Dios ha prometido bendecirnos, y sólo nosotros mismos podemos impedírselo. Vivamos de acuerdo a sus leyes y disfrutemos de una vida en plenitud. Pastor Gilberto Gutiérrez Lucero Domingo 28 de julio de 2013
Posted on: Thu, 01 Aug 2013 22:18:46 +0000

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