Para finalizar el tema del Día de Muertos y el Halloween les dejo - TopicsExpress



          

Para finalizar el tema del Día de Muertos y el Halloween les dejo esta exquisita nota del Dr. Juan Miguel Zunzunegui titulada La tiranía de las tradiciones vacías. Quería explicárselos yo misma, pero no hay mejores palabras que estas para describir lo que quiero decir. Espero que lo disfruten. Respetar las tradiciones parece hermoso, pero éstas no son más que el rostro bonito de la tiranía del pasado, otra herramienta del nacionalismo, que es un discurso de odio, discriminación y segregacionismo, que impulsa a los seres humanos a pelearse por cualquier diferencia, por nimia que sea. Esa gran batalla de estulticia tiene su más intenso round cuando se confrontan el Halloween contra el Día de Muertos, dos tradiciones que nos son igual de ajenas o propias, como amplia o limitada sea nuestra mente o nuestra visión de la realidad. Las tradiciones no son otra cosa que otro síntoma del miedo a la realidad cambiante, el temor a la incertidumbre, y el pánico que los seres humanos, con los mexicanos luchando por el primer lugar, le tienen al futuro. Todo cambia, todo fluye, todo se transforma, pero la tradición es un intento de negarlo, de anclarnos al pasado y a lo conocido con un pretexto tan irracional como seguir haciendo algo porque lo hacían nuestros ancestros. El peso de la tradición puede aniquilar tanto a los individuos como a los pueblos; lo vemos en las familias de rancio abolengo, donde todos tienen que cumplir con expectativas e ideales de algún muerto prominente de su árbol genealógico, al igual que las naciones buscan las respuestas del futuro en los fantasmas de los próceres del pasado. Halloween Vs. Día de muertos es una lucha emblemática, porque es un episodio más de nuestro eterno conflicto con Estados Unidos, que aunque no inventaron el Halloween, lo transformaron y popularizaron por todo el planeta. Es defender lo nuestro contra el imperialismo yanqui, donde hoy se refleja nuestra complejo de conquistado; ya nos ganan en futbol, y voraces como son, todavía quieren quitarnos la más mexicana de las tradiciones. Resultado de una serie de mitos, traumas y complejos, muchos piensan que el Día de Muertos es una fiesta muy, muy, pero requetemuy mexicana, porque es completamente indígena; pero esta idea se enfrenta a dos problemas: primero, que entre más indígena es algo, sólo es más indígena, no más mexicano, pues México es una cultura mestiza; y dos, que le duela a quien le duela, nuestro actual día de muertos es mucho más hispano de lo que creen. Comencemos por decir que, por un extraño y malvado azar del destino, el indigenísimo Día de Muertos se celebra el catoliquísimo día de Todos los Santos, y mis arduas investigaciones me han llevado a concluir que el catolicismo no es la evolución del culto a Quetzalcóatl, sino una herencia/imposición española. Ahora veamos los componentes del festejo: un altar a los muertos, algo que TODAS las culturas de la humanidad han tenido; ciertamente hay flor de cempasúchil, muy americana, pero en ese mismo altar hay ornamentos de papel picado de China, y las mismas arduas investigaciones me han llevado a concluir que el papel de China viene… ¡de China!, con quien los aztecas no mantenían comercio, con lo que tenemos un componente virreinal. Agreguemos el deleite culinario que acompaña a este festejo, el pan de muertos, que resulta tener mantequilla y trigo, muy españoles, porque de hecho aquí no había pan, y un delicado toque de azar, flor de la naranja que tampoco es muy azteca, como si lo es el chocolate si no lo tomáramos con leche. Mestizaje por todas partes. En realidad el Día de Muertos original y el All Hallows Eve de los celtas tienen mucho que ver entre sí, pues en ambos casos hablamos de fiestas paganas, relacionadas con el fin de la cosecha, el cambio de estaciones y la idea de que en ese tiempo de transición se hace muy sutil la línea que nos divide del mundo de los muertos, y estos pueden traspasar el umbral. TODAS las culturas paganas del hemisferio norte tenían un festejo similar. Ahora veamos cómo es que el Sanhaim de los celtas tiene mucho que ver con nuestro actual, y según algunos, indigenisimo día de muertos. Una vez más la Iglesia Católica está detrás de todo este asunto, pues en el proceso de sincretismo, necesario para extender el culto por toda Europa, cristianizaron prácticamente todas las fiestas paganas, tanto de los pueblos nórdicos como de los propios romanos. El paganismo solía ser respetuoso y aceptar la existencia de todos los dioses, es por eso que en el Imperio Romano existía un templo a todos los dioses, el Panteón, que en el año 615 fue transformado por el papa Bonifacio VI en el Tempo de Todos los Santos; unos cien años después, el papa Gregorio III estableció el día de la festividad el primer día de noviembre, y un siglo más tarde el papa Gregorio IV ordenó celebrar la fiesta de manera universal, es decir, en toda Europa, mundo y universo de entonces. Con la intención de cristianizar toda Europa y todas las fiestas paganas, todos los festejos relacionados con el fin de la cosecha y la llegada del invierno, la cuales incluían el convivio con los muertos, fueron sincretizados con el Día de Todos los Santos, y así es como la Iglesia acabó con el Sanhaim (All Hallows Eve, origen del Halloween) de los celtas. Siete siglos después, el mismo proceso de sincretismo, que incluía convertir dioses en santos, vírgenes y diversas versiones de Jesús, y cristianizar toda fiesta, se ocupó de generar nuestro actual y católico Día de Muertos, donde la gente hace misas (rituales de los conquistadores) en honor a sus difuntitos. El Día de Muertos de hoy es una tradición mestiza virreinal porque, sorpresa, aunque nos resistamos, el mundo SI cambia, las culturas nacen y mueren, se juntan y fusionan, y se enriquecen unas a otras. Fue por eso mismo que el All Hallows Eve se ha convertido en la actual fiesta de brujas y fantasmas…, pero vayamos más lejos: en ambos casos hablamos de tradiciones huecas, y totalmente vacías. Entendamos algo; todas las tradiciones tienen una razón de ser, mejor dicho, la tuvieron en el pasado. Los ancestros de la humanidad no hacían celebraciones para que hoy tengamos puentes y fiestas de disfraces, las hacían porque eran una explicación simbólica de la realidad. Cada celebración antigua tiene una razón de ser y normalmente están relacionadas con el ciclo de la cosecha, fuente de vida de aquellos humanos. La tiranía de la tradición nos hace repetir los rituales sin entender su contenido, las fiestas sin entender su razón de ser, que aunque entendiéramos, hoy ya no tienen esa razón de ser. Es decir que nos quedamos con el cascarón de las celebraciones, con la estructura externa, festejamos la forma sin tener ni idea, ni relación, con el fondo. Y pasemos al punto del nacionalismo patriotero que tanto limita y divide a los seres humanos. La restringida y reducida visión del mundo que nos dice que sólo es nuestro lo que hicieron los seres humanos que hace siglos o milenios habitaron este territorio, y que tan sólo debemos enorgullecernos de las manifestaciones culturales de esos habitantes, a las que hay que considerar superiores por el simpe hecho de que hoy nosotros vivimos aquí. Identidad, es el argumento esgrimido por muchos…, otro pretexto para justificar nuestro miedo al cambio y al futuro, otra prisión que nos confina a ser como fueron otros que ya murieron, otra falsa estructura que nos limita a ser de un modo determinado, sin más opciones, a riesgo de perder nuestra supuesta esencia. El nacionalismo es un discurso decimonónico que inventó las naciones en un intento de sustituir a la religión como gran aglutinador, sometedor y controlador de masas. Y al igual que las religiones, que sólo ponen etiquetas que segregan a la humanidad y la invitan a odiarse por venerar a dioses distintos (o al mismo de formas distintas), invita a los humanos a sentirse superiores por nacer de un lado o de otro de esas líneas imaginarias y arbitrarías, llamadas fronteras, que sólo cicatrizan el único planeta de la única humanidad. La mente nueva y libre piensa por encima de religiones, nacionalismos o cualquier otra ideología o etiqueta. Todo lo que ha hecho la humanidad es tan nuestro como queramos, sin importar en que tiempo o espacio geográfico haya sido desarrollado. Soy libre y no esclavo del pasado y la tradición, mi vida no es manejada por los fantasmas ni limitada por rituales. Declaro tan mío el budismo como el cristianismo, el paganismo como el politeísmo, tanto a Oriente como a Occidente. El Halloween, en cualquiera de sus versiones, puede ser tan mío como cualquier otro festejo a la muerte o la vida. Mahavira es tan mío como Jesús o Quetzalcóatl, el Bagavad Ghita me es tan propio como Don Quijote y el taco es tan mío como el sushi. Toda barrera es un invento político para dividir, vencer y controlar. Festejen lo que quieran, celebren la existencia con cualquier pretexto, canten y bailen por cualquier dios, y no se preocupen por algo tan natural como la muerte o fusión de las tradiciones. Tradición que no cambia, muere…, o es una pieza de museo antropológico. Que vivan las tradiciones y rituales que los pueblos mantengan, y que desaparezcan las que esos mismos pueblos dejen de perpetuar. La vida cambia y fluye aunque los mexicanos busquen tapar el sol con un dedo y escondan su cabeza en las arenas del pasado. Aquel que pierda algo tan abstracto y fabricado como la identidad, sólo por celebrar a todas las culturas de la humanidad, hace bien en celebrar el día de muertos…, se está celebrando a sí mismo y está aceptando la tiranía de las tradiciones vacías. Buenas noches. Lady Dan
Posted on: Sun, 03 Nov 2013 04:03:55 +0000

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