Para mí fue una espera interminable. No sé cuánto tiempo paso en los relojes, de ese tiempo anónimo y universal de los relojes, que es ajeno a nuestros sentimientos, a nuestros destinos, a la formación o al derrumbe de un amor, a la espera de la muerte. Pero mi propio tiempo fue una cantidad inmensa y complicada, lleno de cosas u vueltas atrás, un rio oscuro y tumultuoso a veces, y a veces calma y casi inmóvil y perpetuo donde María y yo nunca fuimos, pero estábamos frente a frente contemplándonos estáticamente, y otras veces volvía a ser rio y nos arrastraba como en un sueño a tiempos de infancia, y yo la veía correr desenfrenadamente con su cabello, con los cabellos al viento y los ojos alucinados, y yo me veía en mi pueblo del sur, en mi pieza de enfermo, con la cara pegada al vidrio de la ventana, mirando el agua con los ojos también alucinados. Y era como si los dos hubiéramos estado viviendo en pasadizos o túneles paralelos, sin saber que íbamos el uno al lado del otro, como almas semejantes en tiempos semejantes, para encontrarnos al fin de esos pasadizos, delante de una escena pintada por mí, con clave destinada a ella sola, como un secreto anuncio de que estaba yo allí y que los pasadizos se habían por fin unido y que la hora del encuentro había llegado. -El Túnel - Ernesto Sabato-
Posted on: Wed, 17 Jul 2013 03:53:52 +0000
Trending Topics
Recently Viewed Topics
© 2015