Pauta de Hoy, miércoles 24 de Julio. "TE HE SEMBRADO PARA QUE - TopicsExpress



          

Pauta de Hoy, miércoles 24 de Julio. "TE HE SEMBRADO PARA QUE DES MUCHO FRUTO" Tiempo Ordinario. Dejemos que Cristo siembre su amor en nuestro corazón. Que no sea un lugar áspero a sus semillas. Del santo Evangelio según san Mateo 13, 1-9 Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a él, que hubo de subir a sentarse en una barca, y toda la gente quedaba en la ribera. Y les habló muchas cosas en parábolas. Decía: «Una vez salió un sembrador a sembrar. Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron. Otras cayeron en pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra; pero en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron. Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. El que tenga oídos, que oiga». Oración: Señor, hoy vengo a recibir tu Palabra, que es una pequeña semilla. Pero quiero que me hables claro sobre lo que necesito. No quiero, por mi parte, cerrar el corazón a esta pequeña semilla, sino recibirla con alegría. Para esto te pido fe, que me lleve a reconocer en tu semilla mi salvación y me permita acogerla. Necesito también confianza, para que tu semilla, Dios mío, crezca. Y por último pido amor, ese amor que hace fructificar en mi vida el ciento por uno. Así sea. Meditación Misionera VerbumDei: Nubia Celis Olaya. "TE HE SEMBRADO PARA QUE DES MUCHO FRUTO" Las parábolas eran historias claras y sencillas que Jesús solía utilizar en su predicación; en los evangelios encontramos unas 23 y cada una de ellas manifiesta la novedad del mensaje del reino y la invitación a acogerlo como un don de Dios. Una de las características de las parábolas es que casi siempre nos hablan del reino como algo simple y pequeño que luego se transforma en la más perfecta y extraordinaria realidad. El que quiera escuchar y comprender disfruta y entra en el reino, el que no, se queda fuera. Alguna vez, meditando la parábola del sembrador me llevé la sorpresa al ver que en ella Jesús hablaba de sí mismo. Él era el sembrador que había salido a sembrar y era también la semilla que había caído en distintos tipos de tierra. Me di cuenta que Jesús no predicaba teorías ni historias que no tuvieran que ver con él ni con lo que sentía, sino todo lo contrario: él era el predicador, el tema y el que -al final- se quedaba a la espera de mi respuesta: "¿comprendes lo que te digo?" (cf. Lc 22) Así me habló Jesús: "¿Comprendes lo que te digo? Desde el seno del Padre, movido por mi amor a ti y a la humanidad, vine al mundo, me hice uno como tú. Me encantó la idea de amar con un corazón de hombre y de pensar con una inteligencia de hombre, me sometí a mi condición humana y sentí lo que cualquier hombre: pasé hambre, lloré, jugué, me divertí, me enamoré de la vida, sufrí y probé la crudeza de la cruz. Mi ilusión era sembrar la semilla del reino y cosechar un mundo nuevo. Mi vocación fue la de ser sembrador. Un sembrador trabaja fuerte, sale de madrugada y trabaja la tierra, se desvive por ella y se empeña en ella de día y de noche. Nunca dudé de mi tierra, nunca la maldije, siempre tuve fe en ella. Pero también fui semilla, yo mismo me sembré en la tierra, ahí, como el grano de trigo quise pudrirme para dar el ciento por uno (Jn 12). Yo soy la semilla y tú eres la tierra donde me vine a sembrar. Te elegí a ti, sencillamente porque te quiero, te vi como una tierra desolada, descuidada y sin dueño y decidí que serías mi tierra. ¿Por qué a veces no he podido germinar en ti? A veces, he llorado al ver que caigo en tu tierra inútilmente: entre piedras, espinos y pájaros que me ahogan y no me dejan vivir. ¿Eres consciente de eso? ¿Conoces tus piedras, espinos y pájaros o te has acostumbrado a vivir con ellos? Dame espacio, dame tiempo, dame la oportunidad de echar raíces y de crecer en ti; quiero que juntos cosechemos frutos de santidad y que tú mismo/a te sientas satisfecho/a al ver la cosecha. Yo lo he puesto todo para que tu tierra sea buena y para que dé mucho fruto (Jn 15,8), la alegría de mi Padre y la mía es que coseches abundantemente y para la eternidad. Hoy y siempre seguiré sembrando aunque me cueste fatigas, cada día pondré mis ojos en la tierra y con mis manos abriré los surcos, quitaré las piedras y abonaré la tierra. Creeré en ella y esperaré los frutos sin forzarlos ni apurarlos. Cuando venga la cosecha me sentiré orgulloso al ver que mi tierra se vestirá de flores y frutos que muchos podrán saborear. Tierra mía, aquí me tienes...soy tu sembrador y tu semilla, aquí tienes toda mi vida".
Posted on: Wed, 24 Jul 2013 11:34:22 +0000

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Bianca Ribeiro Manfrini, da Faculdade de Filosofia e Ciências

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