Por Michel Foucault: Una sorprendente interpretación del famosa - TopicsExpress



          

Por Michel Foucault: Una sorprendente interpretación del famosa obra de Diego Velázquez, "Las Meninas" Este cuadro representa al pintor ante un lienzo cuyo anverso el espectador no puede ver; es claro que el pintor mira; lo mismo que los personajes que se encuentran junto a él, en la dirección de sus dos modelos, el rey se encuentra Felipe IV y su esposa. Pero estas dos personas que sirven de modelo se encuentran fuera del ámbito del cuadro; sólo pueden ser identificadas por el espectador al verlas difusamente reflejadas en un espejo que se representa en el fondo del cuadro. La gracia del asunto está, y Velázquez fue sin duda bien consciente de ello, es una desconcertante circunstancia de la que el espectador sólo puede percatarse por la vía de la inferencia: el espectador no puede evitar ocupar el lugar y mirar en la misma dirección en la que hace la real pareja retratada, pero ausente, a la que mira el pintor representado en el cuadro, y tampoco puede menos de ocupar el lugar y mirar en misma dirección en que lo hizo el propio Velázquez, es decir el pintor que pintó el cuadro. Para Foucault, a su vez, el punto de la cuestión radica en que el espacio de representación del clasicismo es demasiado limitado para permitir la representación del acto de representar como tal - y esto es lo que Velázquez deja claro mostrando los huecos que la falta de reflexión sobre el proceso de representación mismo deja en el espacio de representación propio del clasicismo -. Ninguna de las personas implicadas en la representación de la pareja real (del hombre como soberano) en un cuadro aparece en la representación como sujeto soberano capaz de autorrepresentación , es decir, simultáneamente com sujeto y como objeto, como portador de la representación a la vez que como representado, como algo presente a sí mismo en el proceso mismo,de representación... (...) ...Foucault construye dos series de ausencias. El pintor representado en el cuadro le falta el modelo, es decir, la pareja real que se halla fuera de los márgenes del cuadro, éstos a su vez no pueden ver el,retrato que se les está haciendo; sólo ven el lienzo por detrás; al espectador, finalmente, le falta el centro de la escena, justamente la pareja que sirve de modelo, a la que las miradas del pintor y de las mininas no hacen más que remitir. Más desenmascaradora aún que la ausencia de los objetos representados es la de los sujetos de la representación, a saber: la triple ausencia del pintor, del modelo y del espectador, el cual, colocado delante del cuadro, adopta la perspectiva de los otros dos. El pintor, Velázquez, aparece ciertamente en el espacio del cuadro, pero no aparece representado en el acto de pintar, se lo ve haciendo una pequeña pausa y se sabe que desaparecerá tras la tela en cuanto retorne a su trabajo. Las caras de los dos modelos puede reconocérselas difusamente reflejadas en el espejo del fondo del cuadro, pero no se las puede observar directamente durante el acto de representación. Ni tampoco, finalmente, queda representado el acto de mirar. El observador representado que entra en el espacio por el fondo de la derecha no puede cumplir esta función. (Cf. M. Foucault, Les motos et les choses, pp. 19 - 32, 318 - 323). Habermas, Jurgen, el discurso filosófico de la modernidad, ed. Katz, Buenos Aires, 2008, págs. 282 - 283. Academia de Artes Hernando Siles, La Paz. Materia Semiótica I Docente: Freddy Escobar Vega.
Posted on: Fri, 09 Aug 2013 11:17:32 +0000

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