Por desgracia, no le erramos Agustín Tajes Hemos visto que uno - TopicsExpress



          

Por desgracia, no le erramos Agustín Tajes Hemos visto que uno de los dramas más grandes que tiene el pueblo uruguayo, es el estado en que ha caído la salud, a raíz de que los “refundadores progresistas” decidieron que un sistema que fue ejemplo en el mundo, no servía y que por lo tanto había que sustituirlo por otro mucho más “equitativo, solidario e inclusivo”. Cuando eso comenzó a implementarse, nos llevó a escribir, en febrero de 2006, una nota que titulamos “La muerte de la salud, en la que advertíamos lo que sucedería y los perjuicios que iban a causar con este nuevo sistema, que ha costado a la ciudadanía una inversión infinitamente superior, con resultados infinitamente inferiores, es decir que la ecuación costo – beneficio ha sido desastrosa. Por supuesto que eso no les importa, si ideológicamente está correcto. A continuación aquella nota, que escribí de manera preliminar, ya que el sistema recién se estaba tratando de implementar, pero que fue suficiente para que hoy veamos que no le erramos en nada. Por desgracia. LA MUERTE DE LA SALUD Febrero de 2006 Hace 22 años, allá por 1984, un par de médicos (un doctor y una doctora) que en el período de facto se desempeñaban como interventores del CASMU, impulsaron un proyecto de ley, a fin de transformar a esa institución en una, pública no estatal, estatus similar al del LATU, con la clara intención de permanecer al frente de ella en forma indefinida. Me desempeñaba, por esos tiempos, como asesor de Estado Mayor y tuve que analizar dicho proyecto e informarlo para quién debía participar en el proceso de decisión del mismo. Realmente me indignó la maniobra y trabajé mucho, estudiando toda la normativa al respecto, para realizar un voluminoso informe en contra de su aprobación. Felizmente la decisión fue la esperada y eso quedó en nada, aunque la mano venía bastante inclinada en el otro sentido. Aparte de los aspectos jurídicos, el principal argumento era que llevar adelante esa iniciativa, significaba realizar un despojo de sus legítimos dueños, que, aunque hay una nebulosa legal, son los integrantes del Sindicato Médico del Uruguay. Hoy, paradójicamente, un grupo de esos médicos están a punto de hacer algo similar, no sólo con el CASMU, sino con toda la medicina privada del Uruguay, que es uno de los ejemplos de socialismo verdadero, más notables que hay en nuestro país. En efecto, aunque hay otras formas, nuestras principales instituciones mutuales se dividen en aquellas en las que sus socios son sus propietarios y las que, en forma cooperativa, son propiedad de los profesionales que las integran. Este despojo, se haría por la aplicación de un proyecto, que ya en la ley de presupuesto se establece su realización por vía de una futura ley, que está inspirado ideológicamente en el más puro “socialismo real”, que desapareció de a faz de la tierra con la caída del muro de Berlín , a pesar de unas poquísimas excepciones que todos conocemos, con los terribles resultados que también, menos nuestros progresistas, todos reconocen. Por eso, este, que es un asunto esencial en la vida del país y especialmente para la de sus ciudadanos, debe ser analizado muy profundamente desde todos los puntos de vista y no simplemente llevar adelante una iniciativa basada en una visión única, básicamente ideológica, que no sólo atenta contra derechos y una forma de vida republicana, democrática y liberal, sino que puede llegar a transformarse en una debacle de nuestro sistema de salud. El Sistema actual Cada vez que en mi vida profesional me han puesto a trabajar en un proyecto, que va a modificar o reemplazar algo establecido, lo primero que he hecho, es analizar cuidadosamente lo existente, identificar sus virtudes y sus fallas y determinar si es posible y conveniente corregir esas fallas o es mejor directamente hacer algo nuevo y diferente. En todo caso, las fallas encontradas deben ser también analizadas, a fin de identificar sus causas y diseñar los procesos correctos, que irán en lugar de aquellos que no tienen un desempeño adecuado, ya sea para llevar adelante un proceso de re ingeniería o para, directamente, establecer el sistema que sustituya al actual. En este caso, las preguntas son ¿es eficaz y eficiente el actual sistema de salud del Uruguay?, en caso de que la respuesta sea negativa ¿cuál es el grado de ineficacia e ineficiencia? ¿es de tal magnitud que sus fallas no pueden corregirse? ¿es necesario sustituirlo por otro totalmente diferente? ¿cuáles son las opciones? ¿qué virtudes y defectos tiene cada una de esas opciones?, etc. En ese sentido, pienso que el sistema actual, que ha sido un ejemplo en el mundo, le ha asegurado a la mayoría de sus habitantes una cobertura de salud de primer nivel, a lo largo de casi todo el siglo XX, comparable con las del primer mundo y a precios que parecen de mentira para aquellos lugares. Ese sistema, se ha basado en la iniciativa privada, ya sea de colectividades de inmigrantes, de diferentes agrupaciones gremiales o políticas y de grupos de profesionales, que han adoptado formas cooperativas de gestión. Desde el momento que la mayoría de esas instituciones no tenían fines de lucro, sino brindar un buen servicio a sus afiliados, que a la vez son sus dueños, las mismas fueron creciendo, alcanzando algunas los más altos niveles de excelencia que se han visto, reflejados en la preferencia de las personas, a la hora de hacerse socios de una mutualista. Por otro lado, el estado, para quién la salud de la población es una responsabilidad ineludible, se dedicó a desarrollar un sistema público, que brindara cobertura a aquellos que su condición económica impedía acceder al sistema mutual, o a la medicina privada, de un costo superior aún y por lo tanto con un número muy pequeño (en comparación) de usuarios. Esto funcionó muy bien, como dijimos, durante casi todo el siglo XX, pero luego las crisis económicas, a medida que se sucedían, iban acrecentando el número de personas, que integraban el número de imposibilitados de pagar la cuota mutual, con una doble consecuencia. Por un lado la deserción de afiliados debilitaba los ingresos de las mutualistas, las que aumentaban las cuotas, lo que provocaba nuevas deserciones, las que por el otro, pasaban a engrosar los usuarios de la salud pública, que veía como sus (naturalmente escasos) recursos presupuestales se hacían insuficientes para atender a ese creciente número de personas. Pero ¿era intrínsecamente malo el sistema? Realmente no lo es, sino que la evolución de la economía y el empobrecimiento de una clase media que era absoluta mayoría, junto con el encarecimiento de las nuevas tecnologías y los honorarios de profesionales altamente especializados, dejó fuera del mismo un número grande de personas, que a la vez saturaron el sistema estatal. ¿Se pueden revertir esas falencias? Sí, en la medida que la economía crezca y retorne a su estatus mucha gente lo ha perdido, lo cual, también el estado ha contribuido a paliar, con la creación de DISSE (una verdadera medida social), que permite que, con aportes patronales, estatales y de los propios trabajadores, el número de personas que disfrutan de ese excelente sistema llegue casi a la mitad de la población y el Fondo Nacional de Recursos (también una gran medida social), que paga aquellas necesidades terapéuticas de alto valor, a quienes no pueden acceder a ellas. El nuevo sistema Pero, ¿cual fue la conclusión a la que llegaron quienes impulsan la sustitución del sistema? De la misma forma que con el hacinamiento de las cárceles, dijeron que había demasiados presos para tan pocas cárceles, en lugar de que hay muy pocas cárceles para tantos presos (y ponerse a construir) y los soltaron, acá concluyen que los recursos están mal repartidos y que quienes tienen la capacidad de pagar, sostienen un sistema de abundancia, mientras que quienes están en el sistema público (al que sostienen los que están en las mutualistas, a través de los impuestos) tienen muchas carencias, por lo tanto, hay que poner a todos en una misma bolsa, para que la medicina sea igual para todos los orientales. Para ello el camino elegido es el de la expropiación (palabra que le gustaba mucho a nuestros revolucionarios y que está usando a siniestra y siniestra el amigo Chávez, allá en Venezuela) de todos los aportes de los afiliados a las mutualistas y quienes no lo sean, pero que paguen, cuando se instituya, el IRP, perdón, IRPF (del que una parte será destinado a tales fines). A esto, hay que sumarle lo que recauda DISSE y los fondos presupuestales de los hospitales Militar, Policial, del Fondo Nacional de Recursos y los recursos presupuestales de Salud Pública y luego, en un reparto proporcional, per cápita de usuarios, ponderado por edad, se repartirá a las diferentes instituciones para que cumplan con su cometido. Los usuarios, en teoría podrán elegir (los que pagan mucho, o los que no pagan por estar debajo del mínimo imponible) el lugar donde quieren atenderse (¿será que todos van a pedir La Española?). En teoría, este sistema socialista debería funcionar muy bien y todos tendríamos asegurada nuestra atención médica al mismo nivel de excelencia, sin ningún problema, pero en la práctica eso no es así, a lo que hay que sumarle los otros aspectos que detallábamos al principio. El tema jurídico Hasta ahora, el sistema de medicina mutual, funciona a través de un contrato, por el que una parte se compromete a pagar una cuota y la otra, a prestarle la atención médica que ese contrato establece. En algunas mutualistas, especialmente las de tipo cooperativo, los socios, son a la vez los propietarios de las mismas, por lo que ese contrato tiene un alcance mayor que el de un simple afiliado. Sin duda, una acción como la propuesta va a lesionar derechos adquiridos, anular los contratos vigentes y en muchos casos, va a avasallar el derecho de propiedad que establece la Constitución de la República. La libertad Si los aspectos jurídicos van a ser todo un lío, el principal bien lesionado, es el de la libertad de elección, de los habitantes de una nación que se considera republicana y democrática, a quienes se les va a imponer un sistema en forma autoritaria, que por otra parte no les va a dejar otra opción. Recuerdo cuando la reforma de la educación que llevó adelante el Sr. Angel Rama, la principal crítica que expresaron los sectores de izquierda fue la de no ser participativa y ahora ¿quiénes están participando?, los que se autodesignan como intérpretes de la voluntad popular. También hablan que de la forma proyectada se hará un “uso más eficiente de los recursos” ¿de que recursos”, de los que pertenecen a instituciones añejas, algunas más que centenarias, que son producto del esfuerzo de muchos visionarios y que se han levantado y sostenido con el aporte de millones de uruguayos de varias generaciones. Posiblemente, como aseguran los representantes del gobierno, unas 400.000 personas que carecen de cobertura formal, pasaría a tenerla, pero si le preguntan a cerca de un millón y medio de los afiliados a mutualistas, ¿que piensan?, no creo que van a estar muy contentos. Los aspectos prácticos Si no compartimos lo proyectado por las razones expuestas, quienes consideran que los beneficios que brindará el nuevo sistema justifican cualquier perjuicio moral o jurídico, que por otra parte, es una simple nimiedad propia de la sensiblería burguesa, les decimos que en la práctica hay una serie de razones que lo hacen no malo, sino espantoso. En primer lugar, hasta ahora, cada institución, en el juego de la libre competencia, se ha desarrollado y crecido, captando un cierto número de afiliados, los que, en base a las prestaciones que les ofrece, les permite tener un presupuesto que mantenga el equilibrio entre lo que se paga y lo que se recibe a cambio, siendo la calidad de la gestión de cada una esas instituciones, lo que finalmente determina el grado de eficiencia de cada una de ellas. Es, sin duda, dentro de los modernos procesos de administración, la cantidad adecuada de personal, su estructura organizativa y los adecuados procedimientos (que eliminen al máximo pasos innecesarios), vital para cada uno de ellos, so pena de caer en la ineficiencia que los saque de competencia sin remedio. Entonces, lo primero que se propone, es que un organismo del estado, a través de la parte de un impuesto, recaude el dinero que va a financiar el sistema y luego distribuirlo entre los distintos ejecutores y nos aseguran, como expresábamos antes, que es para hacer “un uso más eficiente de los recursos”. Con 15 años de administración frentista, en la IMM, donde han batido el récord de tener los únicos casinos que dan pérdida en el mundo y donde han generado un déficit sideral, hemos tenido suficiente ejemplo de su “eficiente administración”, como para no dudar de cuales serán los resultados. Tal vez por ello, han hablado que la DGI, con Z a la cabeza va a administrar esos fondos, que representan, nada más, que el 10% del PBI. Tiemblo de sólo pensarlo. El otro aspecto que no se puede resolver, es el de que forma se van a aglutinar las personas en las diferentes instituciones, si la elección va a ser libre. El Cr. Olesker, ha dicho que espera que para 2008, los hospitales serán atractivos, como para competir con las mutulistas. (N. de R. – Como vemos, hoy en 2013 eso sigue siendo mentira) Sr. Lector, le pregunto, honestamente, si le dan a elegir entre el Maciel y la Española ¿con cual se queda? Entonces, con el reparto per cápita, aquellas instituciones que ganen usuarios, van a recibir más dinero, pero aquellas que pierdan, cuando lo que les dan es inferior a su presupuesto, ¿qué hace?, ¿dan quiebra?. Bueno, esto es sólo una aproximación inicial a un tema fundamental para todos los ciudadanos y que debería ser ampliamente debatido y eventualmente, si el autoritarismo se impone, teniendo en cuenta que esto no es ANCAP, ANTEL O PLUNA, sino la salud y la vida de todo un pueblo, recurrir a lo que el FRENTE a usado y abusado, impulsar una consulta popular. Agustín Tajes
Posted on: Thu, 29 Aug 2013 03:19:32 +0000

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