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#Pottershop Pensando en ti Ginny iba y venía, parecía muy nerviosa. El cuartel de Aurores del ministerio de la magia estaba sumido en ambiente tenso. Es que su jefe, Harry Potter junto con todos los demás aurores habían salido a una misión importante hacía ya dos horas y no tenían ni noticias de ellos. Gringgots había sufrido un intento de asalto a una de las bóvedas y enseguido los gnomos dieron la señal de alarma. La pelirroja estaba muy preocupada. Ginevra Weasley era la secretaria del "El elegido", además de ser la hermana de su mejor amigo. A sus veintidós años estudiaba para ser sanadora y se desempeñaba en el cuartel de modo óptimo. Trabajar y estudiar resultaba estresante, pero ella siempre priorizó su independencia económica. Había conseguido ese empleo a través de su hermano Ron, quién le comentó que el Cuartel estaban buscando alguien que pudiera ayudar a la atareada secretaria durante medio día. Fue una grata sorpresa cuando Ginny se dio cuenta que se trataba nada más ni nada menos que su querida compañera en Hogwarts Luna Lovegood. Compartir el trabajo hizo que las dos jóvenes reforzaran su amistad. Ambas se encargaban de ordenar los papeles, describir las misiones y tener todo al día para quién requiera información necesaria. Además de recibir a las visitas importantes y gestionar la información confidencial que el Cuartel iba recopilando. Claro que Ginny tenía otras razones para permanecer en ese empleo, y no solo era el hecho de que la remuneración mensual era buena. Desde que tuvo once de años de edad se sintió atraída hacia Harry Potter, eso no era ninguna novedad. Lo que nadie sabía, salvo Hermione y Luna, es que ella aún sentía lo mismo por el soltero más codiciado del mundo mágico. Lo adoraba… era una persona íntegra, honesta, era buen amigo y había derrotado a Voldemort, sacrificando tantas cosas. La indiferencia de ese chico no fue suficiente para que Ginny renuncie a él, claro que no. De hecho, creía que nada era lo suficiente como para desistir. Si bien Ginny no hacía nada para ganarse su cariño, más que se una buena empleada, tampoco ponía empeño en olvidarlo. Miró la hora… ¡no volvían! ¡no llegaban! ¿Les habría pasado algo malo? -¡Ginny! ¡Deja de caminar, me estás volviendo loca! – se sulfuró Luna, desde su escritorio, situado enfrente del de Ginny. El cuartel estaba vacío, todos participaban en la misión. -¡No puedo Luna!- dijo exasperada- ¡Estoy preocupada! -A tu amorcito no le pasará nada…- se burló sonriendo. -¡Cállate! – Dijo colorada- ¡A ver si alguien te escucha! ¡Quedaré como una estúpida! -No hay nadie aquí.- simplificó Luna muy serena. -¡Pueden venir los novatos! – Bufó – y ya sabes, son muy chusmas. – siguió yendo y viniendo, sin poder controlarse, las manos le temblaban. Solo pensar que él pudiera estar en peligro… -Harry ha matado al innombrable… ¿te preocupa que unos insulsos asaltantes de Gringgots puedan hacerle daño? – dijo serenamente Luna. -¡Si! – dijo Ginny- Me da miedo… nunca se han demorado tanto a venir.- agregó con angustia. -Lo amas demasiado – opinó Luna torciendo los ojos. -¡Te dije que no lo digas en voz alta! -Siempre estás fijándote a ver qué hace o qué deja de hacer – continuó Luna mirándola con aprehensión- Todavía recuerdo cuando arruinaste su cita… - Ginny la miró e hizo una sonrisa maléfica. -Yo no hice nada.- se hizo la inocente. -¡Le mandaste doscientos informes para leer la misma noche que saldría con Melanie (1)! -Era para protegerlo – se justificó descaradamente. -¿Protegerlo? -Esa chica no se merecía a Harry.- afirmó Ginny con seguridad.- ¡Nada tenía que ver con él! -Si tal vez… pero ¿no piensas que eso es una decisión de él? -A veces hay que ayudar a la gente…- Luna rió descaradamente. -¡Eres de lo peor! -Basta… ¡no me distraigas, estoy nerviosa! -¿Para qué quieres que llegue? – continuó Luna -¡Para cerciorarme que esté en perfectas condiciones! – clarificó, algo incómoda. -¡No mientas! – rió nuevamente- ¡Quieres espiarlo mientras se saca la ropa en el vestuario! -¡Shhh!- dijo colorada- ¡Puede escucharte alguien! -¿Quién me va a escuchar? ¡Estamos sola! – carcajeó otra vez, mientras ordenaba unos papeles y los ponía a un costado.- Si la gente supiera que eres La Espía de Harry Potter… -No lo soy… -¡Si, y yo me chupo el dedo! -Basta, te pido por favor que…-Se sintió un tumulto que provenía de la ventana y Ginny se interrumpió.- ¡Llegaron, puedo oír su voz! -¡Si! – Luna se levantó y miró por la ventana. Harry y los otros aurores parecían festejar en la entrada del ministerio- ¡Por lo que veo salió todo bien! -¡Qué bueno!- suspiró cansinamente. Luna la miró dubitativa. -¿No piensas ir? -¿A dónde? – se desentendió. -¡A esconderte en el armario viejo del vestuario para esperar que nuestro jefecito se viste y así, admirar sus atributos sin ropa! – dijo rápidamente Luna. -¡Eres…! ¡No me tientes! – le rogó Ginny avergonzada. -¡Si te mueres de ganas!- se burló Luna divertida.- ¡Es una droga espiarlo! -¡Debo dejar de hacerlo! – se dijo Ginny para sí misma- ¡Algún día de estos me descubre y…! -Hace meses que lo haces, y no pasa nada.- la tranquilizó la rubia. -Ya lo sé, pero no debo confiarme. – Luna la inspeccionó con sus saltones ojos -Piensa que Harry se duchará… se quitará el barro… - Ginny se estremeció- y tu no podrás ver nada de eso… -¡Maldita! – dijo y bufó.- ¡Ya me voy al vestuario! ¡Si dices algo te…! -¡Jamás te delatado, espía! – rió Luna. Ginny se retiró para los vestuarios, dejando a Luna con una sonrisa divertida en el rostro. Su amiga no tenía remedio, jamás dejaría de espiarlo, hasta tener a Harry Potter en sus brazos. Y ella tenía la certeza de que tarde o temprano iba a ocurrir. Nunca se lo comentó a Ginny porque no quería ilusionarla, pero su jefe la miraba diferente, y era bastante cordial con ella. Unos minutos después, el jefe de Aurores y toda la comitiva irrumpió en el Cuartel, con un aire victorioso. -¡Hemos atrapado a los asaltantes de Gringgots! – informó con júbilo Harry a Luna. Ella puso una mirada radiante. -Me alegro Harry. No esperaba menos de ti – lo felicitó Luna sonriendo. -¡Fue genial! ¡Harry hizo todo el trabajo, una organización excelente!- decía maravillado uno de los Aurores. Harry miró alrededor. Era una constante: desde hacía más de un mes, Ginny Weasley nunca se encontraba cuando él llegaba de las misiones. Y en las tres últimas misiones se había tragado las ganas de preguntar, pero lo cierto que ese misterio lo tenía pensativo. Era raro que ella no se encuentre, porque siempre había sido muy responsable en su trabajo. Los otros aurores, enseguida se retiraron a higienizarse en el vestuario. Luna rió internamente, imaginándose la impaciencia de Ginny de verlo llegar. Es que el jefe de Aurores siempre se duchaba último para hacerlo con más privacidad. -¿Pasa algo? – inquirió Luna, dándose cuenta del retraimiento de su jefe. -No, nada.- mintió Harry, que seguía intentando explicarse el porqué de la ausencia de Ginny. -Cuéntame.- lo incitó ella con complicidad.- Puedes confiar en mí. -Eh… - Luna volvió a animarlo con la mirada.- ¿Dónde está Ginny? – La rubia se puso nerviosa y esquivó los verdes ojos de Harry. -Ella ha salido a hacer unos trámites.- dijo intentando sonar tranquila. -¿Qué tramites? – inquirió con el entrecejo fruncido. -No lo sé exactamente, aprovechó que ustedes fueron a la misión. Quizá algo del Instituto de San Mungo… ya sabes, Ginny está en época de exámenes… tiene que rendir Anatomía II, una asignatura muy pero muy difícil - improvisó Luna. Harry se dio cuenta que estaba nerviosa. -¿Me estás diciendo la verdad? – dijo indagándola con su mirada. -Por supuesto…-afirmó más convencida.-¿Por qué pregunta el jefe? -Es extraño.- balbuceó Harry pensativo- Y no es que tenga importancia alguna, - se atajó y Luna sonrió levemente – pero siempre que volvemos de una misión importante, ella no está… -¡Casualidad!- exclamó ella, sin darle importancia. -Si, supongo que debe ser eso.- contestó poco convencido. En ese momento, todos los Aurores salieron del vestuario con los cabellos mojados y los bolsos llenos de ropa sucia.- ¡Al fin salieron! – se burló el jefe, poniendo una expresión divertida. -¡No tardamos más de dos minutos! – repuso uno de los aurores. -¡Ya sabemos que al jefe le gusta ducharse solito! – dijo otro, socarronamente. -Si, claro, solito…- murmuró Luna por lo bajo, pero nadie la escuchó. -¡Ya basta!- dijo riendo Harry- ¡Se pueden ir a casa, mañana deben estar temprano aquí! -Si mi general – contestaron otros y atravesaron la puerta de salida, discutiendo sobre la misión que acababan de protagonizar. -Me iré a duchar, Luna.- le dijo Harry- Que nadie me… -…moleste.- completó ella sonriendo- Ya lo sé, no te pasaré ningún llamado mientras te pones shampoo… Harry sonrió y se retiró. Entró en el vestuario y comenzó a desvestirse con parsimonia. Se quitó el chaleco de aurores, abajo llevaba una camiseta. Lo tiró en un banquito de hierro, pensativo. ¿Por qué Ginny nunca estaba cuando llegaban de una misión? ¿Acaso no le importaba si las cosas salían bien o no? Ansiaba entender algo de la actitud de esa pelirroja. Era extraño, siempre se ausentaba en el mismo momento. Estaba muerto de curiosidad, y no sabía bien el verdadero motivo. ¿Y si está saliendo con alguien? , pensó y la idea no le gustó para nada. No, si ella tendría novio, Ron y yo lo sabría, él me lo habría comentado. ¿Por qué estaba pensando en ella? Sonrió. No lo tenía en claro… o tal vez pensaba que lo mejor era no responderse semejante idiotez. Mejor no hablar de ciertas cosas.(2) Se sacó la camiseta, quedando con su torso desnudo. Justo enfrente de él había un mueble de hierro, que no se usaba. Era bastante grande, de metal. Nadie guardaba nada allí, era un elemento inservible. Harry terminó de desnudarse, encendió la ducha, pensando en que quizás, el vestuario necesitaba algunas remodelaciones. Lo primero sería quitar ese armario, que sólo servía para juntar mugre. Ginny lo espiaba por los pequeños orificios respiratorios de aquel viejo armario. Por supuesto, no podía verlo de cuerpo entero, cosa que lamentaba muy a menudo. Tal vez esa era una tarde de suerte… Si Harry giraba el ángulo podía apreciar su trasero… Sintió una punzada de culpa. ¡Era una pervertida, una desubicada! Pero maldita sea, no podía evitarlo. Era su única oportunidad de verlo como Dios lo trajo al mundo. Sin embargo sus predicciones eran inciertas, como siempre, solo podía apreciar de la cintura para arriba. No podía quejarse, ese material no resultaba para nada despreciable. Ginny maldijo internamente, intentando que su respiración no se acelere. El torso de su jefe era fornido, estaba bronceado, y sus gruesos brazos se quitaban la mugre de su alborotado cabello con una sensualidad que hervía la sangre. El corazón de Ginny comenzó a latir con más fuerza. Miró sus ojos cerrados, para evitar que la espuma se los irrite, y su sonrisa cálida, al sentir el agua caliente en su cuerpo. ¡Merlín, cuánto lo deseaba! ¡Cuánto lo amaba! Si tuviera el valor para decírselo… Cuando terminó de asearse, Harry salió de la ducha envuelto en una toalla en la cintura y Ginny de repente se estremeció. Miró directamente hacia el punto en donde ella estaba, hacia el desvencijado armario de hierro. ¿Y si la descubría? ¿Y si descubría que era su espía? ¡La vergüenza de su vida iba a pasar! Por favor mi amor, no te acerques más, por favor, por favor… empezó a rogar con el pensamiento. Sin embargo, se estaba preocupando en vano, Harry no lo hizo. Se vistió con ropa limpia y abandonó el vestuario con aire taciturno. Ginny, cuando notó que ya no había peligro salió de su escondite, completamente pálida. -Qué rico perfume tienes mi amor.- comentó para sí misma, antes de desaparecer. 000 Al día siguiente, Harry estaba en su oficina, ordenando todos los informes que sus secretarias le habían dejado listos, sobre la misión de Gringgots del día anterior. Notó algo extraño. Los informes de las misiones de Ginevra Weasley, eran deplorables. En cambio los de Luna estaban mucho más detallados. Eso era raro, porque Ginny se desempeñaba bien en otras funciones, como ordenar la información que poseían, y hasta a veces sugería algunas hipótesis. En el área investigación, Ginny era buena. Pero a la hora de hacer un simple informe sobre lo sucedido, trastabillaba. ¿A qué se debía esa incongruencia? No tenía sentido… La puerta de su despacho se abrió inesperadamente. La pelirroja entró en ella con una bandeja de café para su jefe. Lo miró y sonrió, y esa sonrisa se reflejó en sus castaños ojos. -Hola Harry – le dijo dulcemente apoyando la bandeja de café.- Se que no lo has pedido, pero te traje una taza de café… -Gracias.-dijo sin darle importancia. -¿Por qué me mandaste a llamar? – preguntó ella. -Siéntate, necesito hablar contigo-el rostro de Ginny se ensombreció. No le gustó para nada la seriedad de Harry. ¡Merlín, si ayer me vio espiándolo me muero de vergüenza! -¿Pasó algo? – musitó Ginny, sin hacer caso a su pedido. -Siéntate – repitió Harry. Ella lo finalmente lo hizo, no debía mostrarse nerviosa, pero lo cierto es que las piernas le temblaban, estaba esperando lo peor. -Dime Harry.- le rogó intentando sonar calmada. -He leído los informes que redactaste de la misión sobre Gringgots -respiró hondo.- -¿Ah si? – dijo tan sorprendida como aliviada. Esperaba que Harry la acuse por espiarlo mientras se bañaba, pero solo se trataba de los estúpidos informes. ¡Bien, eso era para festejar, podía seguir espiándolo tranquila! - ¿Y qué te parecieron? -¿La verdad? – dijo él alzando las cejas- Tiene errores de ortografía… y algunas frases no tienen sentido. – Ginny enrojeció. -Yo… lo siento… -Es raro en ti, Ginny –dijo con sinceridad, sin intenciones de regañarla- Estás a punto de recibirte de sanadora, tus calificaciones son excelentes. De hecho, cuando confeccionas informes sobre la información que poseemos lo haces de maravilla. -Lo siento – bajó la mirada. ¡Claro que lo había hecho mal! Si tuvo apenas una hora para hacerlo después de salir del armario, y en esa hora no dejaba de pensar en él.- Soy un desastre, no debí… -No me malinterpretes, no te estoy regañando.-se apresuró a decir Harry.- Solo que estoy sorprendido. -Te prometo que no volverá a ocurrir.-afirmó Ginny con un gesto de disculpa. -¿Qué te anda pasando? – Susurró comprensivo. Ella se sorprendió… no esperaba que él muestre preocupación. ¡Por eso la tenía agarrada de…! Por esa cordialidad que siempre le demostraba… ¿quién podía resistirse a eso?- Cuéntame, puedes confiar en mí. -¿A mi? Nada… - dijo nerviosa. -He notado que cuando llegamos de las misiones, no estás.- repuso él y Ginny enrojeció furiosamente.- ¿Dónde estabas ayer cuando llegamos de Gringgots? – el tono de Harry se tornó intimidante. -He ido a hacer unas compras…-mintió rápidamente- Es que tengo un cumpleaños y… -¿Unas compras? – la interrumpió él, comenzando a enfadarse.- Según Luna, tuviste que hacer unos trámites debido a tus estudios porque debes rendir Anatomía II – ¡Si, justamente eso, estaba estudiando tú excitante anatomía, Potter! Ginny hacía una nota mental de asesinar a su amiga por ponerla en semejante aprieto. ¡Tantas idioteces que decía Luna y no era capaz de advertirle semejante mentira dicha a su jefe!- y por lo que veo, estás demasiado roja, es evidente que ocultando algo. -Yo… -¿Estás saliendo con alguien? – la encaró Harry. Ginny abrió la boca, completamente sorprendida. -¡No! – Dijo en un gritito de impotencia- ¡No! Yo… -lo miró fijo y de repente se indignó. ¿Por qué debía darle explicaciones a él?- ¿Por qué me estás preguntando esto? - Era el turno de Harry de avergonzarse. -Se trata de trabajo… si estás saliendo con alguien que te distrae y… -Mi vida privada no tiene nada que ver con mi puesto en el cuartel.-lo cortó Ginny enojada. -Lo sé, pero… -¿Ayer me necesitabas aquí? – dijo ella inyectándolo con su mirada. -No, pero… -¿Entonces? ¿Cuál es problema? – respiró hondo, lo amaba, pero la estaba cansando con esas actitudes de control. -Que estabas en horario de trabajo… - señaló él con frialdad. -Tuve asuntos personales que atender…-¡como espiarte mientras te bañas!- pero no veo cuál es el problema, el cuartel estaba vacío y no recibimos órdenes de tu parte, así que… -Está bien – zanjó Harry disgustado- Solo te pido que no te distraigas. -No lo haré – se puso de pie- ¿Necesitas algo más? – lo dijo de mal modo. -Procura que a tu noviecito no lo encuentre Ron.-siseó él visiblemente molesto- porque te aseguro que tendrá problemas… -¿Cómo? – dijo sin dar crédito a sus oídos. -Que tengas cuidado.-reformuló él- No quisiera verte sufrir por ningún hombre… Ella sintió furia interna. ¡El único que la hacía sufrir era él, que ni la registraba! -Si me disculpas, este es mi horario de descanso, así que lo aprovecharé.- dijo irónicamente y se retiró dando un portazo. Harry suspiró pensando en que Ginevra Weasley tenía un carácter de mierda. Se había ido de boca, lo sabía. ¿Con quién estaba saliendo? ¿Por qué Ronald no se había enterado? No le gustaba para nada pensar que estaba con alguien, le producía una especie de extraño fastidio. Antes de que pudiera seguir cavilando sobre el asunto, entró un hombre a su despacho, sin pedir permiso. -¡Kingsley!- dijo Harry alegre de verlo- ¿Qué haces aquí? -Vine traerte novedades sobre la seguridad de Cuartel – contestó el hombre- Hemos colocado cámaras como pediste… -¿Ah si? ¿Y qué tal funcionan? -Perfectas…-sonrió.- Y no sabes la bomba que tengo para contarte… -¿A qué te refieres? -Las cámaras del vestuario tienen una importante información que te interesaría escuchar.- volvió a sonreír. (…) -¡Es un idiota!- opinaba Ginny después de contarle con lujo de detalles, todo lo que pasó en el despacho de su jefe. Estaban en horario de descanso, en el bar del ministerio, y hacía pocos minutos habían terminado de almorzar.- Y tú, deberías haberme avisado que le dijiste lo de Anatomía… -Lo olvidé- se disculpó su amiga apenada.-Además, algo referido a la anatomía estabas haciendo…- Ginny sonrió pícaramente. -Si, es tan…- sacudió la cabeza- ¡Basta, debo estar enojada con él, no me distraigas de eso! -No duran muchos tus enojos con Potter. -Es un desubicado, mira que venir a preguntarme si salgo o no con alguien… ¿qué carajo le importa? ¡Le encanta humillarme! –dijo con algo de tristeza. -Se preocupa por ti – opinó Luna encantada.- Y te cela… ¿no te das cuenta? -¿Celos? ¡Ja! – ironizó Ginny con resentimiento. -¡Si, le aterra la idea de que estés con alguien! – le hizo ver Luna. -¡Estás delirando!- dijo no queriendo caer en las garras de una engañosa ilusión -¿Qué hombre le pregunta a una mujer si sale con alguien sino es porque siente algo de interés? -arguyó Luna exasperada- tú también le gustas a él. -¡Por favor! ¡Eso es una locura! – musitó completamente incómoda- Nunca se fijó en mí y no lo hará ahora… debería terminar con esta fantasía…- terminó frustrada. -Insisto, para mi algo le pasa contigo… a mi también me lo preguntó, ya te lo dije mil veces.- torció los ojos. -Por supuesto que no, deja ya esas ideas, Luna.–contradijo ella tozudamente- Solo le importan las misiones… -Era obvio que algún día iba a notar lo deplorable que son tus informes.-retozó Luna. -¿Qué crees? ¡Los hago en una hora! – farfulló contrariada. -¡Debes disimular, Ginny! ¡O se dará cuenta que eres La espía!- dijo mitad divertida, mitad preocupada. -Jamás lo sabrá.-dijo muy tranquila- Es imposible que lo note, nadie revisa ese armario. -No estés tan segura, Ginny.- dijo Luna- Ante el menor descuido puede descubrirte, y tu reputación estará arruinada… -¡No me asustes! -Debo decírtelo, es por tu bien.-aseveró la rubia. -Lo mejor es olvidarme de espiar a Harry. -¿Dejarás de ser La Espía? – alzó las cejas con escepticismo. -Solo lo haré una vez más – Luna sonrió- ¡Una sola vez más, y se terminará este juego! -Te tomo la palabra amiga. Las dos jóvenes llegaron al cuartel rápidamente, después de su descanso. Se encontraron con la noticia de que Harry y los aurores estaban en una misión de emergencia. Unos magos adolescentes, habían encantado un parque de diversiones muggles, para que el tobogán empuje a los niños al vacío. Por supuesto, el cuartel tuvo que intervenir. Ginny, empezó a ir y venir, como de costumbre, preocupada por Harry. Luna no se molestó en decir nada, salvo sonreír, y haciendo los comentarios de siempre, para calmarla. Cuando sintieron los ruidos provenientes de la entrada, Luna y Ginny se miraron cómplices… -¿Y bien? ¿Irás a esconderte en ese armario mugriento? -¡No está tan sucio! -No claro.- concedió Luna irónicamente- ¿Irás o no? -¡Juro que esta es la última vez! -Si tú lo dices… Ginny le sonrió pícaramente. Entró al vestuario y se inmiscuyó en el armario de hierro, encerrándose. Enseguida, las voces de los aurores inundaron. Hablaban de una misión. -… fue una suerte que Harry no decida detenerlos, eran adolescentes.-decía uno mientras se quitaba la playera. -De todos modos deberán hacer una obra de bien para el ministerio de la magia.- dijo la voz del un auror llamado Matt. -Eso no importa Matt, ¿viste con quién se encontró Harry en el parque? -Todos lo vimos, Simmons. – respondía el otro- ¡Se encontró con su ex, Cho Chang! -¡Es hermosa!- opinó Matt. -Harry siempre ha tenido lindas mujeres, ¿verdad? – estaban comenzando a ducharse. -No por nada es el Elegido.-rieron. -Parece que la invitó a salir… -¿Ah sí? -Esos dos se gustan demasiado. - -¡Claro que si! -El mundo mágico espera que Harry tenga una familia – murmuró Simmons.- Quién les dice que esta es su oportunidad… -Se besaron, seguramente Harry se decide por ella. -¿No estarán exagerando? – las duchas se apagaron. Ginny estaba conteniendo las crecientes ganas de patalear, ya no podía discernir nada de lo que los Aurores decían. Desde que escuchó el nombre de esa muchacha y todos los detalles de la misión, las lágrimas de rabia y celos cubrían su rostro sin pudor. Se acurrucó hasta quedar sentada en el armario y hundió la cabeza en las rodillas, intentando no hacer ruido. Cho Chang había sido su sombra desde que era una adolescente, por culpa de ella Harry nunca la invitó al Baile de Navidad. Después supo que cortaron, pero daba igual. Ahora se había reencontrado y seguramente se casarían, y tendrían muchos hijos… tuvo un espasmo involuntario y se tapó la boca. Quería huir, renunciar al trabajo y alejarse lo suficiente de esa desilusión llamada Harry Potter. No tenía sentido seguir insistiendo. Pero lo cierto es que no podía salir de ese armario, no sin que los aurores descubran que ella era la espía, y no iba a permitirlo. Para colmo, olvidó su varita, no tenía cómo escapar a esa humillación. El corazón le letió fuerte cuando la voz de Harry irrumpió en el vestuario. -¿Qué estaban cuchicheando? – los acusó algo enojado el jefe de Aurores. -Comentábamos la misión – dijo Matt algo azorado. -¡Si seguro!- dijo incrédulo y miró directamente el armario hacia donde Ginny estaba, sollozando sin parar. Ella no lo notó, seguía con la cara hundida en sus rodillas, escuchando a duras penas la conversación. La voz de Harry había paralizado los espasmos, pero las lágrimas denunciaban su tristeza.- Váyanse, déjenme bañarme tranquilo… Los aurores se fueron. Harry miró el armario. Sabía que Ginny estaba adentro, lo confirmó en cuanto llegó de la misión y ella efectivamente no estaba en su escritorio. Kingsley le comentó todo lo que las cámaras de seguridad habían captado en el día anterior. Evidentemente Ginny se escondía allí para espiar a alguien, pero no tenía idea a quién. Sigilosamente se acercó al armario, pero no vio ningún par de ojos castaños en espiando. ¿Estaba adentro del armario o no? No estaba seguro… Entonces tuvo un plan… Encendió la ducha durante unos minutos. Luego la apagó, simulando hacer ruido. Acto seguido, se alejó prudentemente del armario y se puso la capa invisible. Después, con la varita abrió y cerró la puerta, para darle a entender que se encontraba sola. Esperó unos segundos para ver si su plan había resultado… y, a los pocos minutos, sintió el chasquido de la puerta del armario abrirse. Ginny salía de él. Tenía los ojos hinchados, y parecía enojada consigo misma. -¡Maldita sea!- la escuchó farfullar mientras cerraba con furia la puerta del armario- ¡Soy una imbécil! –se dejó caer en el piso, secándose las lágrimas, que eran más de furia y celos que de otra cosa.- ¡Juro que me olvidaré de ti, estúpido! ¡Siempre atrás de esa idiota! ¿Qué mierda le vio? -Entonces Harry no dudó. Se quitó la capa invisible, quedando al descubierto. -¿Por qué estás así? – le preguntó. Ginny levantó la cabeza y se sorprendió tanto que dejó de llorar. Nunca lloraba enfrente de otra persona, menos si se trataba de Harry Potter. -Yo… -Te hice una pregunta…-ella se levantó y las piernas le temblaban -Puedo explicarte todo esto, Harry…-dijo con voz firme. -Dime porqué estabas llorando. -¿Llorando? ¡No estaba llorando!- sonrió. -Ginny, tienes los ojos hinchados… -¡Ah! Eso es porque… me entró una basurita.- ¡Patética excusa!, pero era la única que se le ocurrió.- Y me restregué los ojos, y bueno, se me hincharon y… -No te creo ni una sola palabra.-la cortó él algo enojado. -Sería la verdad – dijo indiferente. -¿Por qué estabas espiando? – contraatacó él. -¡Te juro que no quise espiarte! –y con eso se delató, al punto de enrojecer- ¡No quise, Harry! -¿A mi? –se señaló a sí mismo, incapaz de poder creerlo- ¿Me espiabas a mí? -Yo…-bajó la mirada.- Yo…-levantó la cabeza, no tenía sentido seguir negándolo- Si, te espiaba a ti…lamento haberlo hecho.-dijo avergonzada- Fui una desubicada, no medí las consecuencias…- el se acercó un poco- Se que vas a despedirme, pero… -¿Me viste desnudo? – dijo severamente. -¡No! – se apresuró a negar ella.- ¡No! Yo solo veía tu espalda… - ¡Y tu delicioso trasero! -¿Segura? – hizo una media sonrisa que supo desconcertarla. -¡Si, te lo juro! ¡Me desubiqué, pero…! ¡Lo lamento tanto! – se quería morir, eso era realmente embarazoso.- ¡Te juro que no vi nada del otro mundo! -¿Cómo dijiste? – dijo herido en su orgullo. Ginny rió…- No es gracioso Ginevra… -Yo…- volvió a reírse y él la encontró encantadora.- ¡Lo siento!- se tapó la boca, intentando no seguir riéndose, porque él lo estaba tomando como una ofensa o eso pensaba. -¿Por qué me espiabas? – Ginny tragó en seco.- ¡Deja de sonreír así! -¡Lo siento!- estaba tan nerviosa que sólo podía reírse.- No quise decir eso de que no vi nada del otro mundo, pero te juro que… -¡No sigas! – dijo cortante- Y dime ya mismo porqué estuviste espiándome, ayer y hoy.- ella bajó la mirada.- ¡Mírame! -¡Ey! ¡Qué carácter!- intentó desviar la conversación. -¡Contesta la pregunta de una vez!- dijo exasperado. -No enojes… -respiró hondo, para armarse de valor- Te espiaba porque…-lo miró- yo… ¿cómo decirlo? -Como te salga…-murmuró tan suavemente que a ella le temblaron las piernas. -Quise limpiar este asquerosidad de armario, pero… -¿Sin varita? -¡Justo eso!- lo señaló- ¡Me olvidé la varita! Entonces entraron los aurores y… -¿Sabes qué? No te creo nada, deja de tartamudear- se cruzó de brazos y le sonrió. -Te juro que no volverá a pasar… -dijo intentado huir- ¡Te lo juro! ¡No me eches, Harry! –juntó sus manos- ¡Necesito el empleo! -No voy a despedirte.-susurró él, quitando todo residuo de enfado en su voz. Ginny estaba completamente desconcertada por su reacción- Solo quiero que me digas la verdad…- se acercó un poco más, acorralándola contra el armario.- Quiero que me digas sin pelos en la lengua porqué te gusta espiarme…-le miró la boca, insinuante. -Harry… no me preguntes eso…-dijo temblando. -Dímelo Ginevra… - sus narices ya casi podían rozarse. -Porque… porque a mi me… ¿puedes dejar de acercarte? ¡Me estás poniendo nerviosa!-lo alejó un poco. -No quiero.-volvió a la posición anterior- Ya que me estuviste espiando, ahora tengo todo el derecho de permanecer cerca de ti. -Harry… -Dime porqué me espiabas.- dijo imperativamente. -No debo hacerlo, tú estás con…-Harry la besó sin importar lo que ella estuviera por decir. Apresó sus labios por completo, apoderándose de la frase, y de la escasa cordura que le quedaba a Ginny. Ella cerró los ojos y correspondió aquel contacto pasando unas manos por encima de su cuello. Quizá era la única oportunidad que tenía para besarlo, pero era tanta la alegría que no podía asimilarlo con palabras, creía que iba a desmayarse de alegría. Cuando el contacto se rompió Ginny lo miró a los ojos.- ¿Por qué lo hiciste? -Necesitaba confirmar algo.-sonrió. -¿A qué te refieres? -Quería comprobar lo mucho que me gustas.-Ginny se quedó con la boca abierta, pero algo no encajaba con las palabras de su jefe. -¡Pero si te encontraste con Cho! ¡En la misión! ¡Y vas a casarte con ella! -¿Qué idioteces dices? – dijo Harry desconcertado. -¡La verdad! ¡La besaste en esa misión! – lo acusó celosa. -No voy a casarme con ella. Me encontré de casualidad en el parque y Cho me encajó un beso delante de todos los Aurores –rodó los ojos- Pero, hacía años que no la veía y… -¿Ella no te interesa? – dijo anonadada. -No.-le acarició la cara- ¿No te dije que me gustas tú? -Pero… no puede ser… -¡Es la verdad!- sonrió. -¿Y porqué no me lo dijiste antes? ¿Tienes idea de lo que he sufrido? – reclamó enojada. -Porque no estaba seguro... -¿Cuánto hace que te gusto? – dijo más enojada. -Ginny, se supone que debes alegrarte… -¡Contesta! -¡Desde que pensé que salías con alguien!- confesó él. -Eres un… - el sonrió.- ¡No te rías! -¿Y tú? ¡Has estado espiándome quien sabe cuántas veces! – soltó un tanto enfadado. -Lo siento, fui tan… -Pagarás muy caro lo que hiciste.- fingió severidad. -¿Me vas a echar? ¡Pero si te gusto, no puedes hacerlo!- el sonrió, era tan versátil. -Te daré razones para no espiarme más…-la besó nuevamente, de forma más apasionada. Ella se dejó besar... ahora no sólo podía ver, sino tocar los atributos de Harry Potter. (Por fin!) Sin embargo, Ginny nunca dejó ser La espía. Después de las misiones, ella salía del armario sigilosamente, y festejaba junto a Harry, haber triunfado en otra misión. Claro que, el jefe de Aurores, desconectaba las cámaras de seguridad, por si acaso.
Posted on: Wed, 02 Oct 2013 03:56:52 +0000

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