QUIMERA Capitulo 40 © 2013 Damaris Caceres Mercado ISBN: - TopicsExpress



          

QUIMERA Capitulo 40 © 2013 Damaris Caceres Mercado ISBN: 1-59608-050-7 Lo vi alejarse y me preguntaba si lo volvería a ver con vida. Me sentí terriblemente. Chanté se acercó a mí e intentó consolarme. “Graceshla creo que lo único que nos resta hacer, es pedirle a Dios que lo proteja y le ilumine el cerebro hueco que tiene. Vamos a escondernos y esperar no sé qué” dijo ella. Claro, ella lo decía porque quizá le daba lo mismo que lo mataran o no. Como ya había grandes posibilidades de volver a la ciudad teniendo una avioneta allí, no le importaba el resto. Preferí permanecer en silencio. Nos ocultamos y comenzamos a mirar todo ocultas. Vimos a lo lejos a Johannelier penetrar a la aldea. Vimos a uno de los maleantes caminar cerca de él. “¡Vamos vamos, escóndete tonto!” comentó Chanté en voz baja sin dejar de mirar lo que ocurría. Lo vimos ocultarse y atacar al maleante con tal agilidad y fuerza, que el maleante no tuvo oportunidad de quejarse. No sé si lo mató, pero lo vimos arrastrarlo por los pies y ocultarlo. Agarró el arma del maleante y corrió para ocultarse. “Pensándolo bien, no debes preocuparte por tu indiecito. El chico se las trae, ¿cuál es el significado de su nombre?” “Olvídalo” dije sin mirarla. Estuve un rato intentando ver desde mi escondite a Johannelier pero no lo lograba. Me volteé para mirar a Chanté y comentarle algo, pero no estaba a mi lado. La busqué con la mirada muy asustada y la vi nadando hacia la avioneta. Me llené de coraje. Quise gritarle fuerte pero si lo hacía, entonces los maleantes me encontrarían. De pronto sentí ‘algo’ subiendo por mi pierna. Cuando miré, tenía una enorme araña peluda que subía con lentitud por mi pierna. Sentí el pavor cobijar todo mi cuerpo acompañado de escalofríos. Todo ocurrió en cuestión de segundos. Lancé un fuerte grito y comencé a patear como una loca. Habían muchas de esas arañas peludas a mi lado. Cuando me dispuse a ocultarme en otro lugar, me topé con el líder de los maleantes apuntándome con un arma hacia la cabeza. Me sentí morir. Pensé que ese era el final que me había amenazado tantas veces. Colocó la boquilla fría de su arma en mi cabeza. “¿Le temes a las arañas?” preguntó sonriendo malévolamente. Me obligó a caminar hasta el centro de la aldea. Yo temblaba descontroladamente. Una vez allí, me sujetó con fuerza por el cabello. De esa manera, comenzó a llamar a sus compinches y a Johannelier. “¡Miren a quien encontré! ¡Vengan a ver esto! ¿Tenía o no, razón yo?” decía mientras reía a carcajadas como desquiciado. Yo tenía tanto miedo que las ideas locas y suicidas invadían mi mente como una estampida de animales salvajes. Uno de sus cómplices apareció. “¿Qué pasa jefe?” preguntó inmediatamente. “¿Dónde están los demás?” preguntó el maleante que me tenía cautiva. “No lo sé, pensé que estaban torturando al cacique. Pero aún no he escuchado gritos” contestó. “Mira lo que encontré. Se los dije. Ésta es la novia del indio, la misma que secuestramos con él la primera vez” dijo, mientras reía a carcajadas junto a su cómplice. “¿De dónde la sacaste?” preguntó el individuo sin recibir contestación. “¡Indio! ¡Sal de donde estés! ¡Tengo a tu novia! ¡Puedo matarla no antes de torturarla y violarla junto a mis hombres! ¡La haremos pedazos! ¡Se ve frágil! ¡No soportará tanto maltrato!” exclamó el maldito mientras me apuntaba en la cabeza, sujetándome con fuerza de los cabellos. De pronto, vimos cuando su cómplice cayó muerto frente a nosotros. Tan pronto como el individuo cayó con su rostro hacia el suelo, pudimos percatarnos que tenía una flecha incrustada en la nuca. El maleante que me tenía cautiva se impresionó primero, pero luego se enfureció. Cuando se volteó llamando a sus demás cómplices, se sorprendió al ver a Johannelier detrás de él, apuntándole desde muy cerca con un arma. Yo estaba muy aterrada, mi corazón latía muy rápido. Sentí todo mi cuerpo y mi cabeza muy calientes. Me sentí horrible. “¿De cuáles hombres estás hablando? Todos están muertos. Suéltala,” dijo Johannelier seriamente. El maleante no pudo decir nada de inmediato. Tuvo que acceder y soltarme. Johannelier aprovechó que el individuo me liberó, y le pegó una brutal patada en el rostro. El maleante cayó al suelo. El arma cayó a cierta distancia. Sin dejar de apuntarle, pateó el arma aún más lejos del sujeto, quien intentaba recobrarse del golpe inclinado en el suelo. Sangraba considerablemente por la nariz. Itiannía apareció en mi ayuda. Los indios fueron apareciendo atemorizados. “Vas a pagar muy caro lo que acabas de hacer maldito indio” dijo el maleante mirando amenazante a Johannelier, mientras se limpiaba la sangre que salía de su nariz y boca. Johannelier lo miraba con atención sin dejar de apuntarle. “No lo creo, yo nunca te hice nada. Te metiste conmigo y con gente inocente por culpa de tu codicia. Mataste a mucha gente. Creo que el único que debe pagar aquí, eres tú. Ahora no estás en tu propiedad. ¿Qué se siente estar en el suelo, ser pateado como un animal?” preguntó Johannelier con desprecio. “No cantes victoria indio, no sabes con quien te estás metiendo” dijo el individuo aún inclinado en el suelo intentando recuperarse. “Sé exactamente a quien me estoy enfrentando. Me estoy enfrentando a la basura que mató a mi tribu. Fuiste el que planeó el accidente donde perdieron la vida mis padrastros; me secuestraste junto a ella, y para colmo intentaste torturar al cacique de la tribu para obligarlo a hablar de mi paradero pero déjame aclararte algo basura, en ésta tribu no hay cacique. No estás en una tribu taína, nosotros somos algo diferente. La dirigente de ésta tribu es una mujer. Esa mujer es mi hermana. No tendría ningún reparo en matarte ahora mismo por todo lo que hiciste e intentaste hacer” dijo mientras caminaba alrededor del individuo inclinado, sin dejar de apuntarle. “¿Por qué no lo haces? No eres estúpido. Tus padrastros querían lo mismo que yo. ¿Por qué crees que te adoptarían? Hay muchos niños esperando adopción en América. ¿Por qué querrían adoptar a un indio como tú?” dijo el individuo. “¡Cállate! No creo ni una palabra de lo que dices maldito” exclamó furioso. “Claro, pensándolo bien eres un tonto” comentó el individuo intentando ponerse de pie. Itiannía le habló en su idioma a Johannelier. Él la miró y le habló también. El maleante aprovechó el descuido de Johannelier, para conectarle una fugaz patada logrando desarmarlo. Todo fue tan rápido que nos tomó a todos por sorpresa. “Eres muy bueno peleando, mejor que usando armas. Vamos a ver que tan bueno eres conmigo, indio” dijo el maleante a cierta distancia de Johannelier. Vi al maleante mirar consecutivas veces con disimulo hacia una de las armas que estaba en el piso cerca de él. Entonces comenzaron a pelear a los golpes. El maleante logró lastimar a Johannelier. Lo vi sangrar por la boca. Logró conectarle un golpe en el rostro. “¿Qué te pasa indio? ¿No me digas que te estás dejando ganar por un viejo como yo? No eres tan bueno como pensaba. ¡Anda! ¡Anímate! No defraudes a tu mujer y a tu tribu. Te están mirando” decía el hombre en tono de burla. Johannelier se enfureció y comenzó a pelear con mucha destreza y agilidad. En esos momentos lo vi fuera de sí, pegándole sin cesar y brutalmente al sujeto. De pronto, le lanzó una patada hasta tal extremo que el individuo cayó de espaldas en el suelo casi inconsciente. Itiannía le habló y él se dirigió hacia ella mientras le hablaba. Vi al individuo recuperarse un poco y arrastrarse hasta el arma. “¡Johannelier cuidado!” grité asustada a viva voz.
Posted on: Mon, 15 Jul 2013 21:26:05 +0000

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