Quiero compartir con ustedes, esto que escribí... “NO VA - TopicsExpress



          

Quiero compartir con ustedes, esto que escribí... “NO VA MAS…” Una tarde más en su haber, llegó al hotel que cuenta sus noches, que se ríe de su destino, y que lo extraña cuando sus pasos huyen. El conserje que conocía sus penumbras, ya no trabajaba allí. Tal vez, se animó a escapar de su aburrida vida, y se arrojó al vacío de hacer lo que realmente lo hacía feliz. Cuántas veces fue oído de sus andanzas…, y cuántas copas sirvió en su paso por ese refugio, que albergaba mucho más que a su persona. El nuevo conserje, que desconocía a ese animal racional, que se le acercaba cual león hambriento a su presa, esbozó una sonrisa y dijo: _ Hola!; buenas tardes!. Bienvenido!. Esas palabras le recordaron la ausencia del conserje amigo. _ Viene de vacaciones?, o por trabajo?. Cuánto tiempo se hospedará?. Primera vez en este hotel?. Tiene número de reserva?... El viaje había agotado sus neuronas; apenas pudo contestar: _reserva 1317. Las palabras del nuevo empleado, rebotaban en la burbuja que lo envolvía; y en cuanto sus oídos pudieron secuestrar el número de habitación, sus manos atraparon la sortija que abriría la 517, y el nuevo conserje, sólo pudo oler el cigarro que su sombra había apagado en la vereda. Ya en ésta, su mirada barrió lentamente el lugar, y su valija se desplomó en la cama. Luego de someterse al vapor de un baño caliente, la ansiedad lo vistió, y la excitación le mostró el camino… _Mañana arranco con las conferencias!, se dijo. Pero ahora: todo o nada!. Y a escasos metros de donde ya dormía su valija, se plantó en la puerta del casino de esa entrañable ciudad costera. Frenó su mirada en el pie derecho, y le dio la orden de entrar primero. Luego, se dirigió al tiburón que olía su sangre, e intercambió sus billetes por unas mágicas fichas, que reconocían su aroma e incluso guardaban su secreto. Como un cazador recorrió el lugar… mientras cada ruleta le guiñaba un ojo. Su pupila, apuntó a la pequeña bolilla que danzaba al ritmo de un “no va más…”; y como una jirafa, estiró su cuello evaluando apuestas, y redescubriendo dónde acabaría la inquieta bailarina. _Esta!, esta es la mesa que me verá ganar!, pensó. Tenés color?, preguntó mientras apretaba el atado de tabaco que le hacía compañía. Un “sí” a secas, le sacudió la cara. Y como viejo cabulero, el desfile de fichas verdes lo salpicó de esperanza. _Esta es mi noche!, gritó en silencio. Vamos!, 32, 36, 20…, negro el 11!. Y comenzó el ping pong con su peor pesadilla. Por momentos, gambeteaba su suerte; y en ocasiones, se la servía en bandeja. Los minutos se tomaron un vuelo…, y en poco tiempo se reencontraron con las horas. Pero la saltarina lo estaba mirando, y hasta incluso parecía que le había tomado cariño (o lástima). Recuperó, y hasta triplicó lo perdido. Y cuando consideró retirarse… el 17 le susurró al oído, y su entrecejo le planteó la duda. _Sí!, todo o nada!. Todo al 17!: el número de mi habitación…nada es casual…; se autorrepetía. Y con el temblor de sus manos, coronó al 17 como si fuera su última esperanza. _No va más…!, retumbó en su cabeza. Y mientras la ruleta giraba, su ritmo cardíaco galopaba al son de la misma. _Negro el 17!, cantó el responsable de su taquicardia. Sintió que se asfixiaba. Esto es real?, o es un sueño?, se preguntaba. No pudo contener que sus ojos bendijeran sus mejillas; y se abrazó al primer extraño que palmeó su espalda, y que aplaudió su triunfo. A lo largo de su vida: había ganado, pero mucho más había perdido… La suerte le sonreía?, la fortuna lo acompañaba?. _Por hoy… sólo por hoy, me retiro; repicó en su conciencia. Inmerso en adrenalina, ultimó los detalles con el personal; y acordó inyectar en su cuenta bancaria, la nueva dosis de fortuna que lo acompañaría un buen tiempo. La felicidad que lo transportaba, lo condujo hacia el nuevo conserje. Le pidió un par de copas, y el champagne más caro. _Y a éste: qué bicho le picó?, leyó en la frente del nuevo empleado. _El bicho de la fortuna, viejo!; y las dos copas son para brindar con ella!, gritó en su interior. Y sus zapatos pusieron el giro para escapar a la habitación. Esa noche brindó con “ella”, y luego se amarró a la almohada para no perderse. Pero en el medio de la noche: se sentó en la cama, encendió la luz, se miró al espejo, respiró hondo, y por fin se vio… Tomó un frágil trozo de madera con punta filosa, y rasgó el papel con su más sincera confesión. Luego, buscó el frasco que contenía las intrusas que duermen cada noche en su estómago, y que lo ayudarían a entrar en el sueño más profundo. Necesitaba dormir… una no era suficiente. Necesitaba dormir… dormir para siempre. Por la mañana, la mucama ingresó a la habitación, y sus gritos atravesaron las paredes, al encontrarlo en el suelo: pálido y frío. Los empleados corrieron a la escena, y pronto llegó la policía. No tardaron en encontrar la nota que escribió su espíritu: “Aún con la mayor fortuna: me siento un perdedor... Jamás pude ganarle a este maldito vicio!. Estoy enfermo…me perfora el alma…me cuesta respirar… necesito dormir…dormir para siempre Sólo así le podré ganar… sólo así seré un ganador.” Karina S. Rodríguez
Posted on: Fri, 26 Jul 2013 23:22:51 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015