"¿Qué se imagina usted cuando escucha la palabra llamado? La mayoría pensamos de inmediato en algún ministerio vocacional. Con frecuencia escuchamos decir a un pastor o misionero: Fui llamado al ministerio. El apóstol Pablo dijo haber sido llamado para ser un apóstol de Jesucristo (1 Co. 1:1). ¿Pero qué pensaría usted si le dijera que su vocación, es decir, el trabajo que tiene entre manos, también es un llamado? El diccionario define la palabra vocación como un llamado, del verbo latino vocare=llamar, y de vocatio=llamado o llamamiento. Y la palabra correspondiente en español sería: un llamado o requerimiento, un llamado a un estado, negocio o profesión particular. Debemos disipar el mito de que un compromiso con Cristo significa que usted tiene que llegar a ser un pastor o un misionero. Este no es el caso. El trabajo realizado por una iglesia o por una organización eclesiástica, no hace a nadie más santo o espiritual que aquel trabajo ejecutado en una fábrica o en una oficina o en un estudio privado. Nuestro lugar o tipo de trabajo no tiene mayor importancia para Dios. Lo que sí le importa es que trabajemos con y de acuerdo a su voluntad (Ro. 12:2). Deberíamos desempeñar nuestra vocación, sea de pintor o plomero, soldado o mecánico, profesor o técnico no solo como un trabajo sino como un llamado especial de Dios..." Jim George del libro: Un hombro conforme al corazón de Dios.
Posted on: Wed, 04 Sep 2013 18:24:30 +0000