REGUNTA Nº 1: ¿LOS MÚSICOS CATÓLICOS, SOMOS O NO - TopicsExpress



          

REGUNTA Nº 1: ¿LOS MÚSICOS CATÓLICOS, SOMOS O NO ARTISTAS? El concepto que detona la pregunta es éste: “Los músicos católicos NO SOMOS ARTISTAS, EL UNICO ARTISTA ES JESÚS.” Para exponer mis razones, quiero compartirles un extracto del capítulo 4 de mi libro: “Una nueva canción, el poder de la música” en donde trato este asunto a la luz de la maravillosa carta a los artistas escrita por el Papa Juan Pablo II, de feliz memoria: 4.3. Artistas: Asociados a la Palabra creadora En el evangelio según San Juan leemos: “Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.” (Jn 1, 1 – 4). Quizás para nosotros músicos, uno de los textos bíblicos más significativos respecto al tema de la “palabra” es éste, ya que aquí de manera concreta descubrimos una de las cualidades de la Palabra de Dios que más se asocian a nuestro ser artista: la palabra de Dios CREA. ¿Dije artista? Si, y antes de continuar permítanme un momento y analicemos juntos esto que para algunos es un dilema. A muchos músicos católicos NO les gusta que se les llame “Artista”, porque lamentablemente la palabra está asociada a cualidades no muy propias de quien se supone a la vez se dice misionero, cristiano ó evangelizador. Cuando uno piensa en un artista, lo primero que se imagina del mismo es: alguien egocéntrico, vividor, mujeriego, excéntrico, amante de la noche y del dinero, vicioso, que siempre anda inmiscuido en escándalos, etc. (La lista la podríamos seguir nutriendo de seguro) Entonces, por lógica concluimos que todos los que se definen como “artistas” son así (lo que sería una aseveración demasiado injusta) y que por ende, nosotros los músicos católicos no lo somos de ningún modo. Sin embargo, si decimos que un zapatero lo es porque hace zapatos, entonces un artista lo es porque hace arte, y si la música es un arte, lógicamente tenemos que concluir que los músicos sí somos artistas. ¡No como nos lo pinta el mundo, claro está! Pero si lo somos, que no le quepa duda. De hecho, el Papa Juan Pablo II escribió una maravillosa carta dirigida a LOS ARTISTAS, entre los cuales se nos incluye a nosotros los músicos. Si nuestra Iglesia considerara que no somos artistas, seguramente dicha carta no nos hubiese incluido ó habría sido dirigida a los “Ministros de la música” o “salmistas”, como a algunos colegas les gusta llamarnos. (A mí en lo personal ninguno de esos dos términos me parece que nos definen realmente). Pero como la voz del Papa es voz del magisterio de la Iglesia y por ende voz de Dios, concluyamos y aceptemos sin miedo que los músicos católicos somos artistas en todo el sentido de la palabra. Ahora bien, volvamos a la Palabra de Dios como palabra creadora y a la sociedad que Dios quiere hacer con nosotros, sus artistas, en su dinámica creativa. Me apoyaré en la carta a la cual hago referencia para argumentar este punto. Este bello texto comienza con el siguiente párrafo: “Nadie mejor que vosotros, artistas, geniales constructores de belleza, puede intuir algo del pathos con el que Dios, en el alba de la creación, contempló la obra de sus manos. Un eco de aquel sentimiento se ha reflejado infinitas veces en la mirada con que vosotros, al igual que los artistas de todos los tiempos, atraídos por el asombro del ancestral poder de los sonidos y de las palabras, de los colores y de las formas, habéis admirado la obra de vuestra inspiración, descubriendo en ella como la resonancia de aquel misterio de la creación a la que Dios, único creador de todas las cosas, ha querido en cierto modo asociaros.” ¡Qué maravilloso! Dios ha querido asociarse con nosotros… ahora, ¿de qué modo nos hace partícipes de su obra creadora? En el libro del Génesis, en el capítulo uno leemos: “Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza; y que le estén sometidos los peces del mar y las aves del cielo, el ganado, las fieras de la tierra, y todos los animales que se arrastran por el suelo”. Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer. Y los bendijo, diciéndoles: “Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla.” (Gn 1, 26 – 28) Del caos y del vacío, Dios con el poder de su palabra crea todas las cosas que existen, siendo el hombre y la mujer su mayor creación. Al ser humano Dios le confía el cuidado de todo lo que ha creado. Cuando bendice al varón y a la mujer les dice: “Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla”, de este modo Dios le concede al hombre y a la mujer el maravilloso privilegio de ser “artífices de su propia vida”. ¡Ahí reside la sociedad que Dios hace con el hombre y a la vez esa se convierte en la vocación primera de todo artista! “No todos están llamados a ser artistas en el sentido específico de la palabra. Sin embargo, según la expresión del Génesis, a cada hombre se le confía la tarea de ser artífice de la propia vida; en cierto modo, debe hacer de ella una obra de arte, una obra maestra.” (Juan Pablo II – Carta a los artistas Nº 2) ¡Wow! ¡Hacer de nuestra vida una obra de arte, una obra maestra! Ahí está la conexión, Dios Crea, y nosotros, cuan artífices, participamos de su creación haciendo de nuestra vida y de todas las cosas que se nos confían una obra de arte. ¡Qué lindo, qué privilegio! Veamos ahora, según la misma carta que estamos reflexionando, la diferencia que existe entre ser CREADOR y ser ARTÍFICE: “¿Cuál es la diferencia entre «creador» y «artífice»? El que crea da el ser mismo, saca alguna cosa de la nada —«ex nihilo sui et subiecti», se dice en latín— y esto, en sentido estricto, es el modo de proceder exclusivo del Omnipotente. El artífice, por el contrario, utiliza algo ya existente, dándole forma y significado. Este modo de actuar es propio del hombre en cuanto imagen de Dios.” (Juan Pablo II – Carta a los artistas Nº 1) Es interesante esta reflexión y esta distinción, a modo de poner las cosas en su lugar. Dios por medio de su palabra crea; tú y yo damos forma a esa palabra de Dios creadora, concretamente en el arte que desarrollamos. En cuanto a la Palabra de Dios es importante entender que ésta ya fue revelada, Jesús en la plenitud de los tiempos vino a completar y develar toda la Verdad, por lo tanto ¡No hay nada que tú y yo podamos añadir a esta Verdad! Solo podemos darle belleza en las formas musicales que podemos ejecutar. deuscanticum/blog/los-musicos-catolicos-somos-o-no-artistas-786.html
Posted on: Tue, 22 Oct 2013 02:10:40 +0000

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