Reformé mi vida. Dividí la cama hasta que sólo cabía yo. Y - TopicsExpress



          

Reformé mi vida. Dividí la cama hasta que sólo cabía yo. Y pinté las paredes de un color, que resultó ser el de la soledad. No me di ni cuenta. No habían barrotes por ningún lado, pero a veces el propio cuerpo hace de prisión. ¿De qué no podía escapar? ¿Cuántos kilómetros pueden separarnos de nosotros mismos? Y las noches tuvieron desde entonces banda sonora. El silencio quemaba. Las colillas bailaban apagadas en el cenicero. A veces miraba las estrellas, en el cielo, y me moría de celos al no poder estar más lejos de lo que podía saltar. Maldita gravedad. Maldita. Y cómo explicar que, en el fondo, no estaba triste, sino cansado. Y cuando estás tan cansado ni de sonreír tienes ganas. Miraba los álbumes de fotos y habían un montón de páginas en blanco. Un montón de fotos que no me hice. Nunca me han durado las relaciones lo suficiente como para guardarlas. Sólo tenía facturas, vivir así me ha salido muy caro. Así que un día me declaré en bancarrota, porque el corazón lo tenía hecho pedazos. Sobrevivir más que un verbo se convirtió en una necesidad, pero la crisis ha disminuido las prestaciones sociales. Terminé mendigando por los insomnios de siempre, durmiendo en los portales de todas aquellas despedidas. Y muy de madrugada me curaba las heridas. Me cambia las vendas. Me preparaba para volver a la guerra de las cosas que no cambian y de las que aún así nunca he podido acostumbrarme. Sonaban disparos por todos lados. Explosiones cuando caminaba por la calle. Hay batallas sin tregua que se desarrollan adentro. Y si dejo de correr un día... ¿y si dejo de correr un día? Ojalá sea cierto eso de que la esperanza es lo último que nos abandona. Es el único aliado que tenemos para derrotar a esa parte de nosotros mismos que tiró la toalla hace tiempo. Ya he perdido el equilibrio.
Posted on: Mon, 07 Oct 2013 23:18:15 +0000

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