Rosario Castellanos cuestiona la acción del gobierno el 2 de - TopicsExpress



          

Rosario Castellanos cuestiona la acción del gobierno el 2 de octubre de 1968 y su postura de silencio, como si el hecho no hubiera realmente pasado, con este texto ¿por qué el silencio? o peor aún ¿por qué la mentira? Este texto se presenta en la columna que Rosario Castellanos escribe para el Excélsior el día 4 de enero de 1969...!!! Carta a los Reyes Magos: el rumor vence a la verdad Querido Reyes Magos: ¿No es un atrevimiento de mi parte llamarles “queridos” con las venerables barbas que ustedes se gastan? Si lo es, no se debe a una falta de respeto, sino a pobreza de vocabulario. No encontré el tratamiento adecuado para dirigirme a ustedes y eché mano del lugar común, recurso del que suelen hacer uso las personas de mi oficio y que los críticos nos señalan y nos afean pero quien les permite, a su vez, ejercer su oficio respectivo. Por otra parte, si les escribo esta carta con tal anticipación no es porque yo coma ansias ni porque tenga en cuenta las deficiencias del Correo, Dios me libre, funciona a la perfección –como todo en estas latitudes-, sino por el exceso de correspondencia natural en estas fechas en que toda clase de espíritus cordiales nos presiden. Aunque no lo haya puesto en el encabezado de mi carta han de saber ustedes que estoy redactándola desde México, lo que antaño fue la región más transparente del aire. Ya no lo es y oficialmente se ha reconocido así, pero el cambio no ha de interpretarse como decadencia o falla, sino al contrario. Significa que hemos entrado en la etapa de la industrialización y, consecuentemente, de la polución. La bruma que ya comienza a envolvernos tiene un prestigio londinense. Las enfermedades de las vías respiratorias que pronto han de aquejarnos son un poco más altas (en todos los sentidos) que los males hídricos que caracterizaban nuestro subdesarrollo. Pero abandonemos tales disquisiciones y volvamos a nuestro punto inicial de partida: México. ¿Qué ignoran a lo que me estoy refiriendo? No se atrevan a repetir desacato tal porque yo sería la primera en pedir para ustedes, por más Reyes Magos que sean, la aplicación del artículo 33 por extranjeros indeseables. Además no es posible que no estén enterados de nada respecto de nuestro país, porque últimamente se ha hecho muy notorio, ante la opinión mundial, gracias a una serie de acontecimientos sensacionales ocurridos aquí. Uno de ellos es, naturalmente, la Olimpiada. Sí, ya me imagino que ustedes, con su edad, no se interesan excesivamente en los deportes y que si bien los caballos fueron protagonistas de muchos episodios trascendentales, tanto como los camélidos (camellos) como los proboscidios (elefantes) estuvieron por completo excluidos de las competencias que no por ello fueron menos brillantes y lúcidas. Porque, aunque parezca inmodesto decirlo, nos lucimos. Ganamos medallas de oro, plata y bronce. Se pusieron en evidencia ante nuestros ojos nuevos ídolos que aclamar, modelos que seguir, metas que superar. En suma, no sólo pudimos salir airosos del compromiso que habíamos asumido, sino que aún nos queda un ancho margen para el legítimo orgullo y para al satisfecha vanidad. Paralelamente a ello (y ya puestos en el tren de hacer balance al que tan propensos somos en los últimos días del año) ocurrieron otros hechos que son, precisamente, de los que quería hablar con ustedes. El origen (si es que ése fue el origen, porque a las alturas en que nos encontramos ya nadie se atreve a afirmar nada de un modo categórico) fue un pleito estudiantil de los que tradicionalmente se sienten obligados a sostener, cada cierto tiempo, las escuelas rivales. Los alumnos se golpearon entre sí con varillas, ladrillos y otros elementos igualmente constructivos. Intervino la policía con el resultado natural de que los alumnos se aliaran con ella. La lucha se mostró pronto desigual y hubo de solicitarse refuerzos ya no únicamente policiacos, sino del ejército. Ante la ocupación de sus planteles los alumnos respondieron con manifestaciones: tumultuosas, estentóreas, ordenadas, silenciosas, impresionantes por alguna de estas características, pero siempre por un número muy elevado. La Ciudad Universitaria, una especie de Sancta Sanctórum intangible para la fuerza, se convirtió durante algunos días en cuartel y lo mismo otros edificios destinados a la educación superior. Los estudiantes se negaban a reanudar las actividades académicas si antes no se les concedía un pliego petitorio que fuera del contexto emotivo en que fue redactado, me temo que resulte un poco incongruente. Vino la sagrada tregua impuesta por las Olimpiadas y después una especie de sonambúlica e intermitente vuelta a clases. Pugnaban entre sí dos tendencias: la conciliatoria, que pretendía poner fuera de peligro la autonomía y la libertad de cátedra –que son los pilares fundamentales de la vida universitaria – y la reivindicatoria que contaba y recontaba los muertos, los heridos, los torturados, los perseguidos, los presos. Aparentemente triunfó la primera tendencia y la segunda fue aniquilada no sin que antes estallaran varias bombas que nos hicieron creer en el advenimiento de la era del terror. Se elevaron voces: admonitorias, amenazadoras, con temporizadoras, interrogantes. Entre estas últimas sobresalió la de Ricardo Garibay, enérgica y dirigiéndose a quien corresponde para ser informado de los motivos por los que un asunto nimio había alcanzado una magnitud nacional. Muchos otros elaboraron hipótesis: imaginativas, maliciosas, extravagantes, pero ninguna avalada por el visto bueno oficial. La gente menuda, como yo, se quedo en Babia. Nadie entendió nada y es por eso que, acompañando estas cuartillas con testimonios de buena conducta, me permito solicitarles a ustedes una explicación: ¿Qué ha pasado aquí? ¿O es que aquí no ha pasado nada? ¿Se puede llamar democrático a un régimen en cuya cúspide reina el misterio y en que la verdad es patrimonio de unos cuantos iniciados que cuando hablan es como por enigmas? ¿Puede existir una participación en la vida política, ya no digamos de una mayoría que carece totalmente de formación, sino tampoco de una minoría que carece totalmente de información? Los oráculos alardean de sus conocimientos: saben quiénes son los promotores de la agitación, están al tanto de sus planes y aun tienen calculadas las fechas en que esos planes van a llevarse a cabo. ¿Por qué entonces guardan el secreto? ¿Por qué prefieren que reine y se propague el rumor, la sospecha, la alarma con o sin fundamento? Ah, y por último, queridos Reyes Magos. Me sería muy útil un diccionario en que se explicara el significado de vocablos que todo el mundo usa hoy y nadie aclara. Como por ejemplo: enemigo de la patria, subvertidores del orden (de la extrema izquierda y de la extrema derecha) y otros semejantes. No dudo de la atención que se sirvan prestar a mi humilde súplica, quedo, como siempre, su segura servidora. Excélsior, 4 de enero de 1969
Posted on: Mon, 07 Oct 2013 16:38:27 +0000

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