SIETE BAÚLES Una mañana, mientras el ángel de la química cuántica le mostraba a Adán la tabla periódica de los elementos, llegaron los hombres-rana con siete baúles. ¿Qué traen ahí?, les preguntó Adán. “Son palabras.” Dijeron. “No necesitamos más palabras. Nos bastan las que tenemos.” Dijo Adán y elaboró: “Alguien nos dice, “Ven” y vamos. O “Tenemos hambre” Y les hacemos un plato de lentejas. Así de sencillo. El ángel se acercó a los baúles y leyó las inscripciones y los sellos. “No son palabras.” Dijo. “Son códigos lingüísticos”. “¿Para qué sirven?” Preguntó Adán. “No nos sirven de nada. ” Dijo. “Son lenguas muertas de planetas lejanos. Fueron mundos devorados por su egoísmo, su avaricia y su propia voracidad. Estos baúles contienen poderes mágicos. Conviene no abrirlos.” Los siete baúles quedaron tapiados en un rincón, mientras Eva preparaba su plato de lentejas para el ángel y los hombres-rana. Mientras comían, ellos relataron cómo buscaban pulpos en el fondo marino, cuando encontraron los baúles. Eva sentía mucha curiosidad y quería abrirlos para saber más del tesoro guardado en ellos. Pero el ángel la reprendió, aunque elogió su sopa de lentejas, con grandes cumplidos. Entonces pidió a los hombres-rana que cubrieran los baúles con material plástico y lo inflaran, de modo que pudieran flotar en caso de inundación. Lo hicieron así. Luego los amarraron unos a otros. No se habló más del asunto. Sin embargo, después del Diluvio, los baúles flotantes fueron a parar a las Llanuras de Sinar, en la Mesopotamia, donde se construía con aspavientos y conflictos la Torre de Babel. Las siete tribus o familias que se disputaban la posesión de la Torre se adueñaron por fuerza de los baúles. Una noche, excitados por el vino, decidieron violar sus sellos y cerrojos y abrir los baúles. Estos contenían gases nocivos o adormideras, porque todos cayeron en coma o en un trance hipnótico y cuando despertaron habían olvidado su lengua original y hablaban lenguas extrañas y familias de lenguaje desconocidas para los demás. Desde entonces solo logran entenderse quienes pertenecen a una misma familia. Y fue así como los hombres abandonaron la Torre de Babel y se dispersaron por toda la faz de la tierra, sin lograr entender lo que piensa su prójimo. FERNANDO UREÑA RIB
Posted on: Sat, 05 Oct 2013 09:41:05 +0000