SKI HUMANO “Tú estás loco, realmente estás loco. Lo bueno es - TopicsExpress



          

SKI HUMANO “Tú estás loco, realmente estás loco. Lo bueno es que tu locura no es mala. Deja ya de pensar en ello”. Ella sabía sus pensamientos y no lo comprendía, pese a que era su amiga. Era la única persona que podía entenderlo y al desalojarlo del mundo de la cordura, entendió que estaba fuera del círculo de la comprensión. Esa mañana ya no tuvo dudas, sabía lo que tenía que hacer y lo hizo. Por la tarde renunció a su trabajo con una escueta nota, no quiso hacer la clásica solicitud. ¿Solicitar qué? Simple mente comunicó que renunciaba y punto. Al día siguiente de su renuncia fue temprano al paradero informal de ómnibus interprovinciales ubicado en la Panamericana Norte, cerca de Fiori, Tomó un autobús para Huaraz, llevando por todo equipaje una pequeña mochila con dos mudas de ropa y dos botellas de ron Habana Club de siete años. Al llegar a Huaraz ya había consumido un cuarto de botella de ron. Buscó un hotel barato. Lo consiguió cerca del mercado. Como el viaje había sido malo, estaba cansado y pese al hambre se quedó dormido. Se despertó casi al anochecer, salió a buscar un puesto de comida y los encontró todos cerrados. Ubicó un restaurante con el piso lleno de aserrín que tenía la radio encendida a todo volumen, del cual salían las voces de un grupo chichero. Nada de huainos lastimeros. Pidió un plato de lomo saltado y le trajeron carne saltando en aceite. “La grasa es buena para el trago” pensó, y comió rápidamente. El restaurante se transformaba rápidamente en cantina y no precisamente de gente de trabajo respetable. Enrumbó a su hotelucho y al chico que le entregó la llave del cuarto le preguntó por Ia hora de salida de los carros a Pastoruri. El muchacho le informó que desde las cinco de la mañana salían los carros, y al ver sus ropas le aconsejó que se forrara con papel periódico y que tomara mate de coca en el camino para no marearse. También le dijo que por la zona era peligroso salir muy temprano. “Por los borrachos, señor, ésta es zona de maleantes y como están tomando salen de las cantinas a asaltar para seguir tomando. Si va a salir mejor espere hasta las ocho, tome un buen desayuno, y en el carro que sale a las nueve llega a buena hora a Pastoruri. No se olvide de cubrirse con bastante papel periódico. Sobre todo el pecho y la espalda. En el zapato póngase como si fuera plantillas y no se apresure al subir, tranquilo nomás camine”. Le agradeció los consejos al muchacho y subió al cuarto. No pudo dormir, el ruido de las radios de las cantinas se filtraba a la penumbra del cuarto. En un rincón distinguió una ruma de periódicos pasados, prendió la luz y se puso a ojearlos, fue seleccionando las páginas que iba a utilizar para cubrirse. Las páginas deportivas para los pies, las de espectáculos para el pecho y la espalda, descartó las noticias políticas y las de crímenes, así como las económicas. No había mucho que elegir, la mayoría de los periódicos eran de aquellos, que se compran por medio sol y se leen a la parada del micro. Con sumo agrado descubrió un ejemplar de El Comercio, el cual con sus páginas sabanescas le solucionaban el problema. Cuando empezó a ceder la noche para dejar paso al alba, también la música de las radios fue silenciándose, “Se les acabó la juerga” pensó, “ahora empieza la mía”. Ei silencio se apoderó del amanecer y al fin pudo dormir; al despertarse ya el sol devoraba a la mañana, brillaba sin sombras. Pese al calor que se sentía en el cuarto, rápidamente se colocó su armadura de papel. Tomó su botella de Habana Club y salió disparado en busca de un caldo de cabeza de carnero. El mercado hervía en olores, por ello le fue fácil encontrar un puesto con lo que buscaba. Comió sin prisa, pensando en lo que iba a hacer. Encontró una combi que llevaba turistas a Pastoruri. En una parada de la combi compró varias bolsitas de hojas de coca, se puso a masticar las hojas, sin prestar atención al paisaje. Dormitaba tratando de guardar energías. El cobrador de la combi, que oficiaba de guía, anunció que iban a hacer una parada cerca de unas cuevas con pinturas rupestres y que también se podía tomar fotos a las famosas plantas llamadas las Estelas de Raimondi. Vio cómo los turistas bajaban entusiasmados y observó sus rostros sorprendidos por el viento seco y frío. Tomó un buen trago de ron y se entretuvo viendo cómo los turistas posaban para las fotos del recuerdo. Luego de casi tres horas de viaje, el cobrador anunció: “Señores, hasta aquí se puede llegar, la nieve ya está cerquita”. El cobrador-guía, pasó revista a sus clientes y empezó a aleccionarlos para la caminata de ascenso. No quiso estar con el grupo, total sólo había pedido que lo trajeran a Pastoruri. Vio la larga fila de personas que iban caminando en busca de la nieve, parecía una peregrinación de más de tres kilómetros, los primeros se veían diminutos. Al pasar cerca de varios grupos que se preparaban para el ascenso, escuchó cómo apostaban a quien llegaba primero. No se pegó a ningún grupo, no quería compañía. Sólo empezó su ascenso con paso lento pero continuó. Ese era todo el secreto para no agotarse antes de tiempo. A la mitad de la caminata estaba por sobre los 4000 metros sobre el nivel del mar, y eso cansa. A su paso, vio cómo muchos yacían exhaustos sentados en piedras. Sin embargo muy pocos desistían de culminar Ia caminata a Ia nieve, Ia mayoría apostaba a llegar. Era un reto personal. Muchos estaban con Ia lengua afuera y cuando levantaban Ia vista resoplando de cansancio veían su salvación: Caballos. Llegar a Ia nieve sentado sobre caballos era un lujo que pocos se podían permitir por su escasez. Santiago apuró otro trago de ron y acometió con fuerza el último tramo que lo separaba de la nieve, ni se fijó en el cartel que decía: “Bienvenidos, está a 5000 msnm”. Comprobó que el viento helado, que a la mayoría le provocaba soroche, no pasaba por él gracias a su armadura de papel. El calor interno se lo proporcionaba el ron. El paisaje era impactante. Todos se detenían maravillados frente a una gruta de puro hielo. Los más audaces se lanzaban por un tobogán natural de casi 30 metros. Los zapatos sin protección hacían desistir a la mayoría de seguir avanzando. Santiago no tenía ese problema, tenía los pies forrados, como tamales, por papel periódico. Respiro hondo, cerró los ojos y se concentró para el ascenso final. Pocos eran los que continuaban ascendiendo por la nieve. Vio que estaban convenientemente equipados. Guantes térmicos, anteojos para Ia nieve, en fin se trataba de profesionales de Ia nieve. Santiago tenía consigo su armadura de papel y su botella de ron que estaba por acabarse. Ya no estaba entre aficionados. Los alpinistas lo miraron con asombro sin comprender qué se proponía. ¿Qué hacía a media montaña de nieve ese patita con su botella de ron y sin equipo adecuado? Lo señalaron y dos de ellos fueron a darle alcance. Estaba arriesgando su vida. Y no parecía importarle. El viento era fuerte y helado, ya uno no podía mantenerse de pie sin contar con los zapatos especiales con púas de metal. A Santiago cada ráfaga de viento lo sarandeaba y lo tumbaba como a una hoja de árbol cayendo en pleno otoño, Los dos alpinistas lo vieron caer y apresuraron el paso. Pero se detuvieron al ver lo que hacía. Santiago empezó a correr directo a una pendiente de casi 200 metros de profundidad y se lanzó como si fuera un tobogán gigante. Su cuerpo resbala por Ia nieve, alcanzando una velocidad impresionante, “Está loco, ese pata se mata”, exclamó uno de los alpinistas. Santiago seguía en su caída libre y sólo atino a coger sus rodillas para rodar mejor. Luego estiró sus pies y juntó los brazos al cuerpo, vio a lo lejos un pequeño montículo y moviendo el dorso pudo dirigirse hacia el montículo. Se estrelló en la nieve hasta el cuello, Estaba feliz. Tenía la espalda húmeda y el trasero mojado pero estaba contento. Comprobó que tenía que subir bastante y no le importó. Los dos alpinistas se miraron intrigados. “Hay cada loco”, dijo el de más edad. Hay que ayudarlo a subir. Bajaron un poco por la pendiente y le tiraron cuerdas para que pudiera subir con más facilidad. Santiago les agradeció y les comento que sólo quería divertirse, que el tobogán por el cual la gente se deslizaba era muy chico para él y como quería emociones fuertes había buscado su propio tobogán. “Ya lo encontré”, les dijo jubiloso. —Mira flaco, no es nuestro problema pero para escalar hasta acá hay que estar preparado, sin equipo, estás buscando matarte. —Gracias, sólo les pido que me dejen las cuerdas para volver a subir. —,Quuéé vas a volver a tirarte? Y Santiago les respondió con una sonrisa de felicidad. Su cuerpo se deslizaba otra vez por la pendiente. Desde ese día Pastoruri conto con una nueva atracción turística: El ski humano. Santiago no se cansaba de lanzarse. Cada día subían turistas sólo para verlo cómo se deslizaba entre la nieve. Pedía una colaboración antes de efectuar su lanzamiento y era así cómo había conseguido su traje térmico. Se había quedado a vivir en la zona. Y sus rodadas ya figuraban en los carteles turísticos. Por coordinaciones con los encargados del parque de Pastoruri, Santiago realizaba tres lanzamientos al día de 100, 220 y el gran estelar de 400 metros de caída libre. Un porcentaje del precio del espectáculo era para él. A los pocos meses lo invitaron a Europa para que efectúe sus lanzamientos en los Pirineos, fue, saltó y se regresó. Pastoruri era su reino. Lo suyo eran los lanzamientos a más de 5,000 metros sobre el nivel del mar. Y eso era cosa de locos. Nadie entendía por qué tenía que hacerlo. El mundo del turismo de aventura lo acogió como todo un símbolo, lo invitaron a efectuar sus deslizamientos al Himalaya, a más de 6000 msnm. Igualito, sólo se fracturó el codo por no pegar bien los brazos al cuerpo. Santiago era todo un suceso, pero a él todo le llegaba. Siempre volvía a Pastoruri y a su pendiente. Que ya tenía hasta camino trazado para facilitar la llegada de los turistas. En Huaraz lo trataban como a un ser sobrenatural. Se inventaron historias sobre sus orígenes. Empezó Ia leyenda. Pero la señora que le había dado un lugar por primera vez en su tienda de venta de comida para que duerma los primeros días que se quedó a realizar sus lanzamientos, sabía lo que Santiago esperaba. Ya habían pasado cinco años desde su llegada a Pastoruri y Santiago seguía tan indiferente a todo como el primer día. El rostro sólo se le iluminaba después de sus deslizamientos. Esa tarde Santiago había tenido que suspender el gran estelar por el mal tiempo, quiso realizar un lanzamiento de todos modos pero se lo impidieron. En Pastoruri había aumentado en un 200% la afluencia de turistas desde que se conoció al “Ski Humano”. Así que lo cuidaban. Llegó a la tienda de su caserita para comer su plato de cabeza de carnero, y la señora llorando le dijo: —“Hijito ha llegado lo que siempre esperaste”. Santiago tembló y sonrío con una mueca de dolor y sólo dijo: —Es imposible señora, ella nunca me creyó, pero sólo yo sé que en cada lanzamiento veo su imagen. Se lo dije pero se rió de mí. Sabina salió del pequeño cuarto y miró a Santiago, en las manos tenía un pequeño papel. Santiago miró el papel y asombrado exclamó: —Lo conservaste. Ella le extendió el papel ya amarillento por el tiempo a Santiago y él leyó su letra: “Sabina, estuve en Huaraz y fui a Pastoruri, sabes me cansé al subir pero logré deslizarme por un tobogán, fue emocionante, en un momento de la caída perdí el control y pensé que me rompía la crisma, pero en el vértigo de la caída sólo te vi a ti. Te imaginas, podía morirme en ese instante y la única imagen que quise conservar fue la tuya. Te amo”. La señora comprendió que se habían acabado los deslizamientos de Santiago. Adiós éxito turístico. Santiago abrazó a Sabina y sólo dijo: “Más vale tarde que nunca, ya me estaba quedando sin fundillo de tanto lanzarme para conservar tu imagen en mi corazón”. —Calla, —dijo Sabina y sin dejar de reír dijo— acá estoy por tí, pese a que a mí me gusta el mar, Ia tabla. Santiago palideció al verse surfeando para conservar el amor de Sabina. Pero esa ya es otra historia. Del Libro: Del Antimonio y otros virus, Ediciones El Laberinto 1997
Posted on: Wed, 17 Jul 2013 04:09:04 +0000

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