“SOBREVIVIENTE” CUENTO de Lily Paradela SINOPSIS: Las - TopicsExpress



          

“SOBREVIVIENTE” CUENTO de Lily Paradela SINOPSIS: Las amenazas de un marido celoso precipitan el fin del casamiento de Camila, que recurre a la justicia para decidir su divorcio. En una época donde los tribunales hacían oídos sordos y vista gruesa a la violencia doméstica, Camila deberá recorrer un camino penoso y sufrido hacia su libertad. En ese camino quedan atrás recuerdos y personas, haciendo de Camila una verdadera sobreviviente. Camila había triunfado saliendo airosa de una lucha que duró más de tres años, hasta que consiguió divorciarse de su marido celoso y peligroso a la vez. En aquel momento no habían leyes que protegieran a la mujer frente a la violencia doméstica. En cambio ahora la mujer cuenta con varias vías de defensa respaldadas por leyes, además de distintas organizaciones que las acompañan. Su historia no se diferencia mucho de otras tantas que cotidianamente se dan… ........................ Hacía tiempo que Camila sospechaba que su marido la seguía. Dejó de ser sospecha cuando una tarde salía de clase, lo vio en la esquina, escondiéndose detrás de un árbol. Al principio le parecía imposible que ese hombre, con el que había compartido tantos años de matrimonio, se comportara de esa manera. Nunca, hasta ese momento, se había percatado que fuera celoso… Se preguntaba: ¿cómo no se había dado cuenta antes? Hurgó en su memoria para hallar una razón y no encontró respuesta. Después de un tiempo, ya más tranquila empezó a descubrir posibles razones de esos celos “aparentemente tardíos”. Cuando se conocieron ella tenía apenas quince años y él veintitrés. Al principio su padre se negó a permitir el noviazgo, ya que ella debía seguir estudiando y habiendo sido hasta ese momento una excelente estudiante. Se sentía orgulloso de su hija y temía que la relación la apartara de sus estudios. Más tarde, al comprobar que ella seguía siendo una buena alumna, permitió que la visitara, aunque siempre lo hacía con reparos. Lamentablemente, el papá de ella falleció aún joven. Decidieron entonces casarse con veintiún años, ella, con veintinueve años, él. Se quedaron a vivir con la reciente viuda Doña Teresa. A los dos años nació Aníbal, para felicidad de todos. Pero cuando el bebé comenzó a requerir cada vez más la atención de su madre, se empezó a notar cierta disconformidad en el carácter de Hugo. Fue entonces que Camila pensó que quizás había cometido un error apoyando continuamente a su marido y colocándolo en el sitial más importante de su vida. Desde el momento que Aníbal fue a la jardinera y ella empezó a dar clases de literatura, comenzó a cobrar fuerza ese peligroso sentimiento de celos. Al principio la persecución fue disimulada y en forma solapada. Hugo revolvía cajones, revisaba las carteras y la seguía a todas partes. Más tarde, cuando falleció Doña Teresa, él se sintió libre y arremetió en su equivocada actitud. En Camila se produjo de a poco un sentimiento de desilusión y de injusticia. Por ese motivo se fue apartando de su compañero, dedicando más tiempo a su hijo y a su carrera. Esto fue mal interpretado por Hugo, que llegó a pensar que su mujer tenía un amante. Camila, con inteligencia, comprendió que no podía – ni debía – comprometer a ningún tercero en esa situación. Decidió pedir el divorcio por su sola voluntad, ya que él se oponía a la separación. A partir de ahí, el desequilibrio de su marido fue creciendo. Fueron años de tortura, incluidas: llamadas telefónicas a altas horas de la madrugada, persecuciones a todo momento, rupturas de la cerradura de la puerta de entrada de la casa, hasta la contundente amenaza de muerte. Frente a ello, Camila consultó a su profesor, abogado penalista, que la aconsejó a hacer la denuncia correspondiente en la seccional policial, junto con testigos, para después empezar la instancia judicial. Pero - al mismo tiempo – le advirtió que hasta ese momento no había legislación que amparara a la mujer en esas condiciones. También consultó a un psicólogo, quien le aconsejó prudencia y que, por sobre todas las cosas, no sintiera miedo. Ella no lo sentía porque estaba respaldada por su hermana mayor y muchos testigos que conocían de cerca el comportamiento anormal de su marido. Hoy, al recordar esa penuria pasada, Camila no puede olvidar un hecho que vuelve recurrentemente a su memoria: fue el día en que concurrieron a la comisaría a hacer la denuncia, con cuatro testigos y con su hermana mayor, que la apoyó en forma categórica. El comisario tomó la declaración y prometió citar al marido esa misma tarde, por lo que deberían concurrir nuevamente al día siguiente para un careo. En el recinto se encontraba además una señora joven, muy humilde, que había concurrido sola para efectuar una denuncia contra su marido, por amenaza de muerte. Al saber esto, Camila se acercó y tomándola suavemente del hombro, le dijo: - “Ánimo… suerte… nos vemos…” Su rostro estaba tan entristecido que resultaba difícil de olvidar y Camila pensó en eso toda la noche, nerviosa – además – por el careo del día siguiente. Al otro día volvieron todos al lugar, el comisario los hizo sentar y dirigiéndose a Camila, le dijo: - “Señora… tuvimos toda la noche a su marido… se encuentra destrozado, evidentemente él la quiere… ¿Por qué no retira la demanda y conversa con él? Pobre hombre…” Ante esto, Camila se levantó como un resorte de la silla y le contestó: - “Es inaudito que yo venga a hacer una denuncia de amenaza de muerte y Usted me salga con eso de “pobre hombre”. Pobre hombre nada, sigo adelante y quiero que esto pase a la justicia.” El comisario, ante esta rotunda afirmación, no tuvo más remedio que aceptar la denuncia. A partir de ahí fueron dos años de continuos asedios y nuevas amenazas de muerte hasta que, por fin, llegó el divorcio. Hugo debió aceptar la sentencia. Fue llamado por jueces, analizado psicológicamente, pero sin ninguna sanción, apareciendo siempre en el papel de víctima y no de victimario. Lo más lamentable de todo fue que al sentirse derrotado, abandonó a su hijo por muchos años. Fue entonces que Camila empezó a ayudar – dentro de sus posibilidades - a mujeres en situaciones parecidas a la suya, saliendo de testigo en los juzgados. Hasta que un día, pasando por casualidad un jueves de tarde por la plaza municipal, se enteró de la existencia de una organización llamada “Mujeres de Negro”. Se unió a ellas y comenzó a participar todos los primeros jueves de cada mes, vestida de negro y portando un retrato de alguna víctima muerta por violencia. Si bien Camila se sentía satisfecha con su participación, algo le impedía mirar de frente a esos rostros, le recordaban la profunda tristeza de aquella joven que había encontrado en la comisaría, algún tiempo atrás. Quizás un profesional pudiera dar una respuesta a ello… Pero continuó trabajando durante meses y se sentía contenta, pues hacía unos pocos días había salido de testigo en el juzgado a una mujer golpeada y amenazada, siendo su declaración tan contundente, que seguramente ayudaría – y en mucho – al procesamiento del victimario. Sólo un hecho la dejó apenada… En un rincón del local estaba una mujer, sola y triste, esperando ser llamada. Ya no era joven, estaba como avejentada por el sufrimiento, pero había algo en su mirada que… no… no podía ser la misma joven, había pasado mucho tiempo ya, se dijo Camila, como espantando un fantasma. Hasta que llegó el jueves tan esperado del mes. Habían quedado de salir a tomar algo con los demás testigos que habían ayudado en el último caso, festejando los buenos resultados obtenidos: el marido violento había sido procesado finalmente. Eran ya casi las cinco y cuarto y llegaron tarde pues de cinco y media a seis se hacía un silencio profundo y absoluto, a modo de homenaje a las muertas y tratando al mismo tiempo de llamar la atención para una concientización de los hechos. Cuando llegó a la esquina, desvió inconscientemente su cabeza hacia el cartel que ostentaba el rostro de la última mujer asesinada… Se le nubló la vista mientras un sudor frio le recorría todo el cuerpo. No cabía duda… era la misma mirada… - “Ánimo… suerte… nos vemos…” --------------- Lily Paradela. Cuento seleccionado en la Biblioteca Itinerante Iberoamericana de DDHH. año 2012
Posted on: Thu, 28 Nov 2013 00:06:30 +0000

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