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Santiago en septiembre Escrito por Bruno Muel Santiago en septiembre Costa Gavras "No debemos permitir que América Latina piense que pueden tomar este camino sin sufrir las consecuencias", insiste el presidente de EE.UU. Richard Nixon, en el Consejo Nacional de Seguridad, del 6 de noviembre de 1970. La víspera, el presidente socialista Salvador Allende había sido elegido para gobernar su país. La coalición que llevó a la izquierda al poder era frágil, y la Casa Blanca decidió "hacer gritar" la economía del país. Después de meses de desestabilización (maniobras institucionales, cierres patronales, manifestaciones, intento de golpe de Estado, etcétera), interviene el ejército chileno, apoyado por la prensa, por la organización fascista Patria y Libertad, el Partido Nacional y los Estados Unidos. El 11 de septiembre 1973, bombardea el Palacio Presidencial. Pocas horas antes de su muerte, durante una alocución radial final, Allende dijo: "Ellos tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales, ni con el crimen ni con la fuerza". Así comenzó una de las dictaduras más brutales que haya conocido América Latina: más de tres mil muertes, casi treinta y ocho mil personas torturadas y cientos de miles de exiliados. Pocos días después llegaría a Santiago, Bruno Muel para registrar los sucesos. La mañana del 12 de septiembre de 1973, oí en la radio la noticia del golpe de Estado, y tomé la decisión de ir a filmar a Chile. Llamé a Théo Robichet, con la certeza de que iba a estar de acuerdo. Théo era técnico de sonido, yo camarógrafo. En esa época, formábamos parte de la aventura de los grupos Medvedkine, iniciada en 1967 en Besançon por Chris Marker, y que proseguía en Sochaux. Con nuestros amigos, obreros de las cadenas de producción de Peugeot, así como en todos los grupos militantes, hablábamos de Chile con frecuencia. Estábamos consustanciados con lo que pasaba allá. Arribamos a Buenos Aires y tomamos el primer avión para Santiago, junto con algunos opositores a la Unión Popular, eufóricos por el retorno a su país. Al cruzar la cordillera de los Andes nevada, descorcharon champán, gritando y cantando. En papel membretado de un canal de televisión anglosajón, redactamos una bonita acreditación y acorazamos la cámara y el grabador con autoadhesivos. Felizmente, el servicio de prensa del ejército chileno era novato en la materia, y sin hacer preguntas, nos entregó una tarjeta de prensa improvisada en cartón. Teníamos apenas algunos números de teléfono, entre ellos el de Pierre Kalfon, corresponsal de Le Monde en Santiago, el de un joven abogado chileno cuyo nombre no recuerdo, y el de una francesa expatriada. Los militares vigilaban la salida de Santiago y controlaban la ciudad zonificada. Se había "restablecido" el orden, pero la atmósfera era densa. La ciudad estaba sometida a un toque de queda total, y desde la caída del sol hasta el amanecer, estábamos bajo arresto en el espacioso hotel al que iban llegando cada vez más periodistas del mundo entero. Para filmar a quienes aceptaron dar su testimonio, debimos desplazarnos con sigilo, disimulando nuestro material en el equipaje. Así fue como nuestro abogado nos hizo entrar en un edificio de oficinas desierto, donde conocimos a dos jóvenes brasileñas. Sin más iluminación que el vértice de una ventana, me senté en el piso. Mientras miraba sus bellos rostros con el ojo de mi cámara y escuchaba lo que ellas nos decían, tuve la sensación de hundirme en el suelo, bajo el peso de sus palabras. Las y los que se arriesgaban a hablar a cara descubierta tenían un mensaje para dar, y las palabras les venían con la fuerza de la necesidad: no eran entrevistas, sino declaraciones. Por la noche, confinados en nuestro hotel, no hablábamos de lo que habíamos visto y oído durante el día; no podíamos hablar de eso. Se producía un apagón, también en nuestras cabezas. Al cabo de unos diez días, se hizo difícil rodar en las calles. Los militares nos detenían con mayor frecuencia, nos pedían nuestros papeles, miraban con desconfianza nuestra ridícula tarjeta de prensa. Una mañana, luego de una entrevista filmada en el minúsculo patio de una casa, con dos estudiantes de la Universidad Técnica, le dije a Théo: "Creo que ya almacenamos nuestra película. Es hora de partir". La víspera, habíamos filmado el entierro de Pablo Neruda. No sabíamos que íbamos a asistir a la primera manifestación pública de oposición a los militares golpistas. Más o menos media hora antes de la ceremonia, esperábamos frente al cementerio, cuando dos camiones repletos de soldados armados pasaron entre la gente que comenzaba a acercarse; finalmente se fueron, y la multitud creció. Por supuesto, todo el mundo se preguntó si no iban a volver y abrir fuego. Sin duda, la presencia de numerosas cámaras y diplomáticos extranjeros los disuadió de hacerlo. Y por sobre esta masa humana que cantó La internacional, de entre las tumbas surgieron retazos de poemas de Neruda, declamados a voz en grito. Para nuestra última noche en Chile, los que se arriesgaron a guiarnos quisieron organizarnos una pequeña fiesta, a pesar del toque de queda. Decidieron que en lugar de una velada, sería toda una noche. Cada uno llevó algo de comer y beber, y volvimos a encontramos en un edificio desierto, con todas sus oficinas cerradas. Alguien consiguió un tocadiscos y escuchamos a Víctor Jara* y a aquellos cuya música acompañó a la Unión Popular. Esos que los militares se disponían a prohibir. Y luego, poco antes del final del toque de queda, un temblor de tierra hizo tintinar vasos y botellas. Se rompieron algunos platos y vasos, se golpearon puertas, nuestro equilibrio se volvió muy inestable. No fue una sacudida grande, y los chilenos están familiarizados con ellas. Pero descendimos formando una fila india un tanto zigzagueante, y abrimos la pesada puerta vidriada que daba a la calle. Un extraño espectáculo nos aguardaba. Los escasos habitantes del barrio habían salido, como nosotros, en pijama, en camisón, en desvestidos o con un abrigo puesto a las prisas, y los soldados que supuestamente debían disparar a todo lo que se moviera no sabían qué hacer, y deambulaban en la luz pálida del alba naciente. En el aeropuerto de Santiago, pasamos la aduana, declaramos los cajones con material, las cajas con películas y bandas de sonido de nuestros últimos rodajes –logramos confiar a unos pilotos de Air France nuestras primeras bobinas. Estábamos esperando en la sala de embarque, cuando mi nombre fue llamado por los altoparlantes. Allá fui yo, no muy tranquilo. Y menos aún al ver nuestros cajones y cajas apilados sobre un mostrador, detrás del cual se entronizaban tres oficiales del ejército chileno. Sin solicitar ver mi tarjeta de prensa ni mis acreditaciones, el de mayor grado me preguntó con voz grave qué habíamos visto en Chile. Balbuceé que habíamos encontrado una gran calma en Santiago... * Cantante y compositor comunista, puntal del gobierno de Salvador Allende, Victor Jara fue torturado y asesinado días después del golpe de Estado militar. * Codirector, junto a Théo Robichet y Valérie Mayoux, de Septembre chilien(Septiembre chileno) (incluido en el paquete de DVD Les groupes Medvedkine, éditions Montparnasse, Iskra, 2006). Traducción: Patricia Minarrieta Mil días 4 de septiembre de 1970 Salvador Allende, candidato de la Unión Popular (UP) a la elección presidencial en Chile, gana con el 36,3 % de los votos. 26 de octubre de 1970 El Congreso ratifica la elección, en un clima de gran tensión que conducirá al asesinato del general leal René Schneider, el 25 de octubre 1970. 4 de noviembre de 1970 Asunción del cargo por Salvador Allende y aplicación de las "cuarenta medidas del gobierno popular". 15 de julio de 1971 Nacionalización del cobre. Diciembre de 1971 Primera gran movilización de las "ollas vacías" orquestada por la derecha. Octubre de 1972 Las maniobras de desestabilización, que se intensificaron a partir de agosto y debilitaron la unidad del gobierno, culminan con una huelga de camioneros que paraliza al país. Noviembre de 1972 Gracias a la movilización popular y a los esfuerzos realizados, se supera la crisis. Salvador Allende inicia una gira por el mundo, que lo llevará hasta la tribuna de las Naciones Unidas. Allí denuncia los ataques que sufre su gobierno, en especial de parte de las empresas estadounidenses. Marzo de 1973 La UP obtiene el 43,4 % de los votos en las elecciones legislativas. Junio de 1973 En Estados Unidos, el informe Church da a conocer las actividades de desestabilización de International Telephone & Telegraph (ITT) y de la Central Intelligence Agency (CIA) en Chile. El 29 de junio, un regimiento de artillería se subleva y establece un cerco alrededor del palacio de gobierno: es el "tanquetazo"(consumado con tanques y otros vehículos pesados), un fracaso que servirá de ensayo... Agosto de 1973 La Democracia Cristiana denuncia el carácter "anticonstitucional" del gobierno de la UP. 11 de setiembre de 1973 Golpe de Estado comandado por Augusto Pinochet, con el apoyo de Washington. Traducción: Patricia Minarrieta eldiplo.info/portal/index.php/component/k2/item/440-santiago-en-septiembre
Posted on: Wed, 11 Sep 2013 11:58:07 +0000

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