Se acallaron los últimos tambores. El gran Yusuf, después de 8 - TopicsExpress



          

Se acallaron los últimos tambores. El gran Yusuf, después de 8 días de asedio al castillo, ha dejado Consuegra con un halo de tristeza que después de tanta lucha costará poner de nuevo en pie. Más, no tardará en conseguirlo. De momento, silencio reparador para un espíritu dañado por el orgullo herido. El pueblo deambula en su rededor sin saber muy bien hacia dónde dirigirse. Las caras tristes buscan el calor del alma que yace en la tierra, entre regueros de sangre almorávide y cristiana mezclada para ese último viaje, para ese viaje que iniciarán abrazados. Para la muerte solo existe un camino, y todos, (los muertos) se acompañan lo que en vida no se acompañaran. El ansia de poder ha vuelto a jugar una mala pasada al hombre: bajo la creencia de un Dios distinto se dedican a extinguir lo que Él creó. Pronto llegarán hombres nuevos que den cuenta de este error y aun con creencias diferentes sepan encontrar el mismo camino de paz y respeto. ¡Silencio y honra para los muertos! Veinte y cinco día del octavo mes, de año de gracia de mil noventa y siete. Blas Aranda. Tenía muchas referencias del poeta del que hoy os voy a dejar una poesía, pero aun no había tenido la posibilidad de llevarme a mis adentros algo suyo –y os aseguro que tiene mucho- Los que nos seguís desde hace tiempo ya os habréis dado cuenta que tengo una especial admiración por los poetas mexicanos (Amado Nervo, Salvador Díaz Mirón, Manuel Acuña, Octavio Paz, Humberto Garza, Alfonso Reyes, Manuel María Flores, sor Juana Inés de la Cruz, Jaime Sabines, Efraín Huerta…) para mí tienen algo especial. Su forma de entender la poesía, la vida en general, y su forma de plasmarla en el verso, me han hecho su ferviente seguidor. Según mi humilde modo de ver y sentir la poesía, son los poetas mexicanos los que mejor retratan un sentimiento (siempre habrá excepciones). Llegan a un límite de pureza que creo que son más fotógrafos del alma que poetas) Este poeta de hoy es Juan de Dios Peza (1852-1910), otro gran maestro de las letras, que es de los que también debemos de sacar del cajón del olvido porque creemos que merece la pena. Podría haber escogido cualquier poema, son todos bellos, este lo hice porque tengo hijas, y porque creo que a todos os dirá algo, sobre todo a los padres y madres que las tienen. El éxito de la poesía es que el poeta escriba un poema y los lectores lo hagan suyo porque retrata sus sentimientos. A MIS HIJAS Mi tristeza es un mar; tiene su bruma que envuelve densa mis amargos días; sus olas son de lágrimas; mi pluma está empapada en ellas, hijas mías. Vosotras sois las inocentes flores nacidas de ese mar en la ribera; la sorda tempestad de mis dolores sirve de arrullo a vuestra edad primera. Nací para luchar; sereno y fuerte cobro vigor en el combate rudo; cuando pague mi audacia con la muerte, caeré cual gladiador sobre mi escudo. Llévenme así a vosotras; de los hombres ni desdeño el poder ni el odio temo; pongo todo mi honor en vuestros nombres y toda el alma en vuestro amor supremo. Para salir al mundo vais de prisa. ¡Ojalá que esa vez nunca llegara! Pues hay que ahogar el llanto con la risa, para mirar al mundo cara a cara. No me imitéis a mí: yo me consuelo con abrir más los bordes de mi herida; imitad en lo noble a vuestro abuelo: ¡Sol de virtud que iluminó mi vida! Orad y perdonad; siempre es inmensa después de la oración la interna calma, y el ser que sabe perdonar la ofensa sabe llevar a Dios. Dentro del alma. Sea vuestro pecho de bondades nido, no ambicionéis lo que ninguno alcanza, coronad el perdón con el olvido y la austera virtud con la esperanza. Sin dar culto a los frívolos placeres que la pureza vuestra frente ciña, buscad alma de niña en las mujeres y buscad alma de ángel en la niña. Nadie nace a la infamia condenado, nadie hereda la culpa de un delito, nunca para ser siervas del pecado os disculpéis clamando: estaba escrito. ¡Existir es luchar! No es infelice quien luchando, de espinas se corona; abajo, todo esfuerzo se maldice, arriba, toda culpa se perdona. Se apaga la ilusión cual lumbre fatua y la hermosura es flor que se marchita; la mujer sin piedad es una estatua dañosa al mundo y del hogar proscrita. No fijéis en el mal vuestras pupilas que víbora es el mal que todo enferma, y haced el bien para dormir tranquilas cuando yo triste en el sepulcro duerma. Nunca me han importado en este suelo renombre, aplausos, oropeles, gloria: procurar vuestro bien, tal es mi anhelo; amaros y sufrir tal es mi historia. Cuando el sol de mi vida tenga ocaso recordad mis consejos con ternura, y en cada pensamiento, en cada paso, buscad a Dios tras de la inmensa altura. Yo anhelo que, al morir, por premio santo, tengan de vuestro amor en los excesos: las flores de mi tumba vuestro llanto, las piedras de mi tumba vuestros besos.
Posted on: Sun, 25 Aug 2013 08:41:44 +0000

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