Si es que los días que estoy inspirado para escribir... Desperté, sintiendo frío en mi espalda a causa de un duro suelo que en nada se parecía a mi mullida cama. “Será que me he caído de la cama, y ahora me encuentro en el suelo de mi habitación”, pensé. Sin embargo, cuando abrí los ojos, pude ver el cielo con todas las estrellas. Me levanté, y me di cuenta que delante de mí había un enorme palacio. No tenía ni idea de dónde me encontraba, ni era capaz de reconocer nada de lo que me rodeaba. Muerto de frío, decidí que debía entrar allí y guarecerme. Golpeé la enorme puerta esperando que alguien la abriera, y así fue. Un extraño ser, que más que a un hombre a un dios se asemejaba, apareció. Sus únicas palabras fueron: “Sígueme. Mi señor, Cupido, te espera”. ¿Cupido? ¿Acaso se refería al dios romano? ¿A aquel niño que lanzaba flechas de amor enamorando a la gente? No entendía nada. Aquel que le había abierto la puerta le guió hasta una enorme sala, donde vio, ante él, a una enorme criatura, con una cara y unos ojos que inspiraban crueldad, y un cuerpo que parecía haber pasado por todas las penalidades que había podido. Pensé que aquel no podía ser el dios del amor. ¿Cómo podía serlo? Como si estuviera leyendo sus pensamientos, le dijo: - ¿Qué te esperabas, a un idiota con alas y un arco, que inspirara ternura y cariño? Soy el hijo de Nix y de Érebo, hermano del mismo Tánatos, dios de la muerte. ¿Cómo podría ser como tú creías que era? Ni siquiera lo que represento es ternura y cariño. ¿Desde cuándo el amor ha sido así? Tú más que nadie deberías saber que, al final, a lo único que lleva el amor es al dolor, a la pasividad de la vida. Yo he ido sintiendo, generación tras generación, el dolor que los humanos han compartido a causa del amor, el dolor de aquellos amores no correspondidos, de aquellos que traicionaron la confianza de su compañero por otras personas. - ¿Por qué estoy aquí? - He estado observándote últimamente: Te entregaste totalmente al amor, incluso dejando de lado tus propios sueños, tus propias ambiciones. Hiciste todo lo que pudiste por hacer que las cosas salieran bien, y sin embargo, al final todo eso se acabó. Fuiste traicionado por el ser por el que habías sacrificado todo. Y te encontraste solo. Totalmente solo. Hubo quien se te acercó después de eso en busca del cariño que tú habías ofrecido y el amor que habías anunciado a los cuatro vientos por aquella chica, esperando que actuaras con ellas de la misma manera que trataste a la anterior. Pero no pudiste darles lo mismo. Te desprendiste de ellas y, enfadadas, te echaron de sus vidas para siempre, haciendo que estuvieras más solo todavía. El amor te ha destrozado, y yo, como el dios de ese sentimiento, me siento en deuda contigo. Por eso te traje aquí. Quiero proponerte algo. - Ya tengo poco que perder. Adelante. Dime cómo me puedes ayudar a pasar este trance. - El único que puede ayudarse a sí mismo eres tú. Pero yo puedo guiarte. Toma mi mano, y yo te enseñaré a reconstruir tu corazón y a convertirlo en un corazón de acero. Te enseñaré a convertirte en un ser al que no se le pueda dañar sentimentalmente, que sea capaz de pensar solo con la razón, que pueda estar con las personas transmitiendo lo que quiera o le interese transmitir por ellas, aunque no lo sienta. Te convertiré en un ser frío y calculador, que pueda pensar en su propia felicidad y luche por sus sueños sin que los sentimientos le paralicen. Ven conmigo, y te haré incapaz de sufrir ante el amor. Ven conmigo, y te haré un ser magnífico. Sin dudarlo, fui a donde el dios, tomé su mano, y él me guió hasta lo más recóndito de su palacio, al lugar donde debería recibir mi entrenamiento para convertirme en lo que siempre debía haber sido.
Posted on: Mon, 28 Oct 2013 11:41:45 +0000