Siempre que hago la fila para comprar mi tiquete de tren en - TopicsExpress



          

Siempre que hago la fila para comprar mi tiquete de tren en Francia, vivo el drama de La Vieja. Estaría bien comprar el tiquete por Internet o en los cajeros de la estación, pero le debo plata al banco y prefiero tenerla en el bolsillo. Luego soy parte de aquellos que sufren el drama de La Vieja. El drama consiste en que llegas faltando quince minutos para que salga el tren, y eso ya es muy temprano para ti, pero ahí está La Vieja. Querías comprarte un croissant y una cerveza, fumar en la vía y dormir durante el trayecto, pero ahí está la Vieja. Yo no sé qué tanto tienen para preguntar, ni imagino qué tanto tengan para hablar. Faltan diez minutos para que salgan mi tren y La Vieja sigue hablando con el vendedor. Ayer, por ejemplo, tras 10 minutos de estar hablando, el vendedor le dio un formulario a La Vieja. -¿Puedo comprar mi tiquete?, dije. -¡No! –gritaron-, ¡no es aún su turno! La Vieja estaba llenando un formulario. La Vieja llena el formulario y pasan tres minutos hasta que pague y le den su tiquete. Luego pasa un interminable minuto en el cual La Vieja organiza su bolso. Y no viaja. Los árabes detrás de mí estallan de cólera, el tren de ellos sale en dos minutos. Debo cederles el puesto a los árabes, y ellos compran su tiquete en 20 segundos. Así es el universo que han creado las viejas y la SNCF. En tres años de vivir en Francia, he perdido dos trenes por culpa de La Vieja, pero la ansiedad acumulada y el odio hacia los vendedores de SNCF, son efectos colaterales peores al saber que perdiste un tren. He llegado a analizar seriamente, por ejemplo, el pagarle la deuda al Banco Popular. Lo cual me recuerda la conclusión de Dolina: la muerte es producto de un pacto entre una vieja celosa y un policía.
Posted on: Wed, 18 Sep 2013 22:04:50 +0000

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