Silvia Dórame, hay va el relato de la MINA VIEJA: Silvia Dórame, - TopicsExpress



          

Silvia Dórame, hay va el relato de la MINA VIEJA: Silvia Dórame, aquí va el relato: Cronistas Sonorenses Buenas madrugadas, amigos, amigas. Silvia, aquí va el relato. Trade pero seguro: LA MINA VIEJA Este relato es en honor para los mineros del mundo, pero especialmente para los de San Javier, Sonora y en recuerdo de Antonio y Clemente Antes de entrar de lleno al relato, que es una historia de vida, les comento, que tuve la oportunidad de entrar a la Mina “El Chiflón del Diablo”, de la familia Cousiño, en Lota, Chile, el primer pueblo de América Latina, dónde hubo electricidad y teléfono, instalados por sus propios descubridores. Y que es además, el lugar dónde se filmó la Película Subterra. Fue una experiencia tremenda y que al bajar más de 500 metros en eso elevadores de malacates, y conocer las compuertas que abren las fauces de esas cavernas, donde pululan seres humanos, que ni siquiera se ven entre si, es horripilante. Les recomiendo que lean los Cuentos de Baldomero Lillo. Les dejo los enlaces: letrasperdidas.galeon/c_lillo00.htm .Aunque han cambiado un poco las condiciones de trabajo, la verdad es que sigue siendo uno de los trabajos más peligrosos y mal pagados. Y aun, existe la esclavitud, disfrazada, pero existe. El relato, me lo contó un minero ya viejo, Don Pedro, que trabajó en una de tantas minas viejas de carbón, en nuestro estado. (Tengo sus datos personales, pero no la autorización para publicarlos, porque tiene que cuidar de sus hijos, dice)- Es que ahora, dicen que la esclavitud no existe, pero pobre de ti, si no haces lo que te dicen, mínimo te quedas sin trabajar y pa que encuentres otra chamba, hay te quiero ver.- Él, empezó a trabajar en esa mina cuando tenía 18 años. Su padre y su abuelo, ahí dejaron su vida. Los recuerda siempre con tos, cansados, agitados y con un silbidito en el pecho, que no los dejaba hablar normalmente, pues la falta de aire, era evidente, sobre todo, si tenían que hacer el más mínimo ejercicio físico. Cuenta Don Pedro, que vivían cerquita de Hermosillo y como su abuelo no sabían leer ni escribir, firmó un contrato pa trabajar en una mina de Grafito, nomas poniéndole una cruz. Así se usaba. Si no sabías leer, pos, le ponías la cruz y te llevaba la chingada, porque ni quien te salvara de la chinga. Contaba mi ‘apá que apenas tenía 8 años él, cuando se “ jue” mi tata pa’lla , pa la mina. Y solo venía una vez al año, cuando los traiban, pa que les dieran una medicina pa’l asma. Eso decían. - ¿En estación Torres? Le pregunto - No, dice…es más lejos, pero pos ya pa’ que te digo. Pos creo que pa’ ésa era el contrato, pero se lo llevaron más lejos, lejos y no dejaban salir a mi tata, hasta que salió pa’llevarse a mi ‘apá. Te decía de mi ‘amá, pos nooo, ya no quería ni lavarles la ropa, porque de todos modos estaba negra. - Nooo, Mijita, si jueras visto a mi amá. Se pegaba unas encabronadas, porque no podía sacudir las cobijas. El polvito negro ese, se pegaba en las narices y te hacía toser y toser. Pa’ poder comer, cerraba la ventana de´nfrente y hay ´ta, dale que dale, con un trapo, mientras comía mi ‘apá, porque si noo, las tortías se ponían negritas, antes de comérselas. - Cuando mi ‘apá tenía 10 años, mi tata se lo llevó pa la mina. Y a juerzitas, se lo tenía que llevar, porque si no lo hacía, lo encerraban en el hoyo más grande y no lo dejaban salir. Era un contrato…apenas así los dejaban ir a la casa. Pa ‘que juera mi ‘apá a la casa, mi tata se quedaba en la mina y pa’ que juera mi tata, pos el que se quedaba era mi ‘apá. Ansina eran las cosas. - Mi tata se murió de “tisis”. Estaba flaco, flaco y decía mi apá que ese puso azul. Parecía que le habían pintado la cara y las manos. Y pos ya no respiraba bien. Cuando mi tata se murió, mi apá, se escapó entre los bultos de que echaron en la carreta donde sacaron a mi tata y mi apá que se pela. Como de todos modos, no le iban a dar permiso de llevar a mi tata pa’la casa, pues ahí lo dejó. Llegó a los 15 día, una nochi a la casa de mi nana y esa misma nochi, se jueron de allí. Pero, pos mi apá tampoco sabía nada, así que ¿pa’onde iba arriar? Pues pa ‘una mina. Nomás que en esa mina, mi apá , como ya llevaba “esperencias”, pues, se la dieron de auxiliar y asi, cuando menos ya no andaba encorvao, con el pico. Pero con la pala si, porque tenía que ayudar a subir el mineral en los carritos que lo sacaban en los rieles. Asi trabajó un montón de años, hasta que le dieron chance de salir a recibir el mineral ajuera de la mina y llevarlo a las carretas que lo sacaban a los carros. Ya pa ese entonces, mi apá, estaba todo chueco y la riumas no lo dejaban, del dolor. Por las nochis, mi amá le untaba unos aceites que ella preparaba con a cera derretida y le ponía ruda y manrubia, creo que eso era. No me acuerdo, pero eso sí: ¡era una jediondés¡ Pos así era la vida, pues. Y luego, pa’cabarla de amolar, nunca, nunca alcanzaba mi apá a sacar la paga completa. Como siempre tenía que sacar mandado de la tienda, pos nomás iba a cobrar y ya estaba el capataz con el chingado cuadernito, pa descontarle los centavitos que había ganado y: ¡Siempre salía debiendo mi apá¡ Mi amá, cosía, lavaba y planchaba ajeno, pa completar la comida. Porque de comprar otras cosas…huuuu…ni en sueños. El único momento de felicidad para los mineros y sus familias, era el día de la Santa Patrona del poblado, alrededor de la mina: el 26 de julio, día de Santa Ana. Ese día había comida, música y las familias de los mineros, podían visitarlos y pasar el día con ellos. Claro, siempre vigilados por los guardias armados, para que nadie pudiera escapar. Pero era un respiro y un momento de felicidad, en esa espantosa agonía diaria. Y, pos hay me llegó l’hora a mí de entrar al trabajito, ese. La herencia de mi tata y de mi apá. Ni modo, no había de ‘otra. Pero, pos cuando menos yo tenía 16 años, cuando entré a la mina. Y jue hasta que cumplí dos años trabajando encorvado con la pala y el pico, que me hicieron un contrato y como mi apá ya no podía cargar la carreta ajuera, pos me la dieron a mí. Asi que no duré muncho adentro del agujero, por eso es que me salvé del “azulito”. * Y luego, a los poquitos años, bendito sea DIOS, el dueño de la mina, pos se murió y los que se quedaron, no supieron ministrar el negocio y : nos corrieron. Sin pagarnos ni un cinco los desgraciados. Pero, nomas por no seguir respirando a juerzas, huyyyy, sentí que me regalaron la vida. Y salí corriendo. Agarré mi liachito de ropa que tenía y me jullí, antes de que se arrepintieran o llegaran otros ricos a joderme. Me jui pa’ un pueblito de la sierra, allá me casé, mi’ hice ejidatario y pos, allí me pasé la vida. Hasta que mis hijos crecieron y me trajieron pa’cá, pa Hermosillo. Y aquí ‘stamos, sobreviviendo y recordando lo que sufrieron mi tata y mi apá, y tantos mineros que jueron esclavos. Como lo’ye…Esclavos, sí. Así como lo’ye. Porque si no lo sabe, aquí en Sonora, existió la esclavitú, Y con autorización y conocimiento de algunas malas autoridades. Y to’vía existe. Nomás que muy disfrazadita. Muy disfrazadita. Si lo pior era ver el montón de chamaquitos en las profundidades de la tierra. Te partía el corazón…y todo pa’que unos cuantos se hagan ricos. Ni hablar…siempre ha habido y habrá jodidos y jodidores, no? ** Si la neumoconiosis causa fibrosis pulmonar severa, respirar puede volverse extremadamente difícil. Cuando esto sucede, los labios del paciente y las uñas de los dedos de la mano podrían tener una tonalidad azulada. En los casos de enfermedad avanzada, también podría haber signos de inflamación (hinchazón) causada por demasiado esfuerzo del corazón. Minas de carbón, 1891, México Niño minero....¡La cochina tienda de raya, aun existe¡ Los famosos logros sindicales, han hecho que los trabajadores, estén permanentemente endeudadados con las empresas o las instituciones para las que trabajen, a través de los vales de despensas, vales y otras formas de “beneficios” Isabel Cristina Murrieta López Cronista y Mediadora de Salas de Lectura sonoryta@hotmail Les recomiendo leer los Cuentos de Baldomero Lillo, que fueron la base para la película SUB TERRA, filmada en la Mina El Chiflón del Diablo, de la Familia Cousiño, en Lota, Chile.
Posted on: Sun, 28 Jul 2013 11:26:20 +0000

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