¡Soy Juan Castro, patrón de fundo y esta es mi comuna! Por - TopicsExpress



          

¡Soy Juan Castro, patrón de fundo y esta es mi comuna! Por Rodrigo Antonio Poblete Reyes El 2008 y tras haber realizado una campaña con casi un año de anticipación, Juan Castro resultaba electo alcalde de Talca, imponiéndose a una Concertación fragmentada y errática, tal como fuera la tónica en la mayoría del país en lo que se conoció como la antesala de la derrota que obtuviera más tarde Eduardo Frei frente a Piñera. En efecto, en su primera elección, Castro derrotó al exintendente radical Alexis Sepúlveda – sí, el mismo al que Pancho Vidal le gritó desde La Moneda por los medios de comunicación “a la Presidenta no se le miente”, a raíz de la inauguración trucha del Hospital de Curepto – quien llegó a convertirse en el candidato de la Concertación luego de varios episodios poco felices, como la bajada de la carta socialista tras destaparse el escándalo de las encuestas manipuladas o, por otro lado, los conocidos roces entre el saliente alcalde, también socialista, y el exintendente. A todo lo anterior debe agregarse que el Partido Comunista había proclamado como candidato al reconocido abogado de derechos humanos, Roberto Celedón, lo que significaba una división de fuerzas del sector y que captó entre sus adherentes a varios desencantados concertacionistas, que por esas fechas éramos no pocos. Infructuosas fueron las conversaciones para lograr consensuar un acuerdo entre Sepúlveda y Celedón, la soberbia de nuestro bloque no conocía límites en ese entonces y el resultado de las elecciones municipales a lo largo de todo Chile en 2008 son la mejor evidencia de ello. El cuento es que Castro logró imponerse con su frasecita “sabe cómo hacerlo” y su historia televisada de esfuerzo y superación, muy al estilo Golborne, obteniendo un 40% de los votos frente a un 38% del exintendente y un no despreciable 19% del candidato Celedón. Así, Castro enfrentó su primer período alcaldicio con altos y bajos. Los ingresos provenientes del recientemente inaugurado casino permitieron al edil financiar varios de sus emblemáticos proyectos, en poco tiempo aparecieron patrullas municipales, floreros colgantes, árboles luminosos, fiestas de verano, pesebres gigantes, etc. ¡Oye, estábamos en las grandes ligas, con policías municipales, una Providencia cualquiera! Cierto es también que su primera gestión se vio cruzada por el fatídico terremoto de 2010, pero el alcalde supo traspasar muy bien la responsabilidad de la reconstrucción a quienes correspondía, al gobierno regional y central, si hasta propuso tomarse la carretera el hombre, ¡un capucha cualquiera! Cuatro años después el señor que sabía cómo hacerlo se había convertido en una máquina electoral no despreciable. Esta vez la oposición iba unida tras una candidatura única, el otrora derrotado Alexis Sepúlveda pretendía desbancar a Castro. Alexis había derrotado holgadamente en la primaria concertacionista al exsenador Jaime Gazmuri y había conseguido el respaldo público de quien le disputara parte importante del electorado en 2008, el abogado Roberto Celedón. Sin embargo, una campaña errática que no logró definir su sello y norte a tiempo terminó por sucumbir nuevamente frente a Castro, pero esta vez de manera estrepitosa, pues el independiente pro UDI obtuvo 10.600 votos más que en 2008, llegando al 57,5% de las preferencias frente a un escuálido 37% de Alexis Sepúlveda, quién perdió cerca de 2.800 votos en relación a la anterior elección. Pero la debacle no terminaría ahí, además de lograr casi el 60% de los votos, el alcalde reelecto arrastraría a casi la totalidad de sus candidatos a concejales, obteniendo 7 sillones de 10 que integran el Concejo Municipal. Así las cosas, el nuevo período de Castro, a casi un año de las pasadas elecciones, ha estado marcado por una conducción autoritaria y sin contrapeso efectivo. En pocos meses varios episodios han dado cuenta del real estilo y propósito del empresario talquino. Juan Castro ha ido tomando posesión – o al menos así lo ha intentado – de espacios emblemáticos de la ciudad – y con espacios no me refiero precisamente a lugares físicos, sino a un concepto más abstracto – a punta de desalojos. De este modo, intentó en primer lugar deshacerse del Mercado Central y plantar ahí un centro comercial de esos que son producto de la modernidad. Finalmente, la cosa no le resultó por dos razones: la oposición de la comunidad de locatarios que se resistió pese a las presiones directas que se ejercieron sobre ella y porque el consorcio de su socio capitalista empezó a desplomarse. De manera que no es tan cierto que Saieh no quisiera invertir porque “no le interesa[ba] que su nombre o su empresa est[uvieran] hoy día en un comentario negativo”, como asegurara el alcalde en una entrevista publicada por Diario El Centro el 22 de septiembre pasado. Así, frente a la imposibilidad de concretar el negocio, todo parece apuntar a que Castro dejará botado el Mercado hasta que la desesperación lleve a sus locatarios a aceptar cualquier oferta. Luego la contienda se trasladó a la cuadra vecina, pues después de que el Concejo Municipal del período anterior y presidido por el mismo alcalde decidiera reparar el terremoteado edificio de las “Escuelas Concentradas”, a poco andar del nuevo período edilicio, Juan Castro y sus 7 concejales decidieron resciliar el contrato que había suscrito el municipio con el Ministerio de Educación y que otorgaba los fondos para hacer posible la reparación del inmueble, cuestión a la que me refiero en otro comentario publicado en este sitio bajo el título “Escuelas Concentradas: lucha por la conservación del patrimonio” de fecha 4 de febrero de 2013. Felizmente y gracias a las gestiones judiciales iniciadas por la comunidad de apoderados y la petición de declaratoria de monumento histórico que fue aprobada por el Consejo de Monumentos Nacionales y ratificada por el MINEDUC, el proceso culminó con una sentencia favorable de la Corte Suprema de Justicia. El fallo ordena al alcalde reparar el edificio y mantener su destino educacional, decisión del máximo tribunal del país que Juan Castro ha intentado dejar sin ejecución por todos los medios posibles. Sólo semanas después de este revés judicial, Don Juan fijó su mirada en el Teatro Regional (TRM). Con la ayuda de su amigo, el intendente Rodrigo Galilea, Castro intentó en reiteradas oportunidades hacerse con el control absoluto del foco de cultura de la región. Es cierto que sobre la conducción de Pedro Sierra pesaban varias inquietudes, pero nadie puede desconocer que el TRM pasó a convertirse en uno de los escenarios más importantes del país, con una cartelera antes impensada para una ciudad de paso entre Santiago y Concepción. El Teatro ya era mucho más que los conciertos navideños y las ceremonias de licenciatura, se había transformado en un coloso de la cultura. Si el alcalde Castro tenía pruebas concluyentes sobre las deficiencias de la administración del gerente artístico debió seguir un camino diferente al matonaje, al fraude y al empleo directo de la fuerza. En efecto, luego de no conseguir que la Corporación de Amigos del Teatro le diera el visto bueno para remover a Sierra, Castro no reparó en modificar el registro de socios y alterarlo favorablemente a sus pretensiones, nombrar un nuevo directorio y entrar a la oficina del gerente artístico descerrajando puertas y profiriendo improperios a las personas que se encontraban en el lugar, entre ellas la esposa del afectado, todo ello mientras este se encontraba fuera de la ciudad. Pero Castro no para, el hombre es trabajador. En el más reciente episodio de su nueva administración, el alcalde se cruzó con la comunidad del emblemático Liceo Abate Molina de Talca. El patrón del municipio se mandó al pecho a 5 insignes profesores del Liceo: Víctor Inzulza, exrector; Miriam Cifuentes, inspectora general y gran docente que me hiciera ver de colores con las matemáticas; Eugenia Molina, apasionada por la biología y todo lo que está más allá de nuestra terrenal comprensión; María Angélica Pazos, la mítica “Garota” que no pudo dejar indiferente a nadie en sus clases de filosofía y la mujer que nos llenaba de folletos, charlas, facsímiles PSU y toda la información relevante para definir nuestro futuro en la educación superior; y doña Clarita Salgado, la orientadora. Amparándose tendenciosamente en una disposición transitoria, el DAEM notificó a estos docentes, a pocos meses de concluir el año académico, que se presentaran en un par de días (lunes 30 de septiembre) a firmar su “retiro”. Así de simple, después de haberlos nombrado por decreto hasta enero de 2014 los jubila en una semana. A semanas de que los alumnos de cuarto medio deban rendir la PSU, Castro les saca profes del aula, descabeza la UTP y se carga a una Inspectora General. Ante la negativa del grupo de profesores de firmar el documento, en cuestión de horas llegó al establecimiento un decreto alcaldicio, ya totalmente tramitado, que ponía fin a su relación laboral, terminado de la manera más abrupta e indigna con más de 30 años de entrega a la educación pública de este país, pero a la educación pública de verdad, pues hablamos de una generación de profesores que obtuvo su título en épocas donde la pedagogía quiso ser rebajada a una profesión de segunda por la dictadura militar y que pese a ello no claudicaron en su labor de formar a muchos que hoy le debemos parte fundamental de nuestro desarrollo personal. Afortunadamente, existen personas que aún entienden su profesión como una herramienta que no sólo está al servicio particular sino que puede ponerse a disposición de la comunidad. Destaco aquí la labor que ha llevado adelante el abogado Fernando Leal, quien sin mayor retribución que la búsqueda de justicia ha patrocinado las acciones judiciales por el caso de las Escuelas Concentradas, Teatro Regional del Maule y la última por el grupo de profesores del LAM. Fernando obtuvo un fallo favorable de la Excma. Corte Suprema de Justicia que revocó la decisión que había adoptado la Corte de Apelaciones de Talca por lo que ha sido objeto de fuertes recriminaciones, partiendo del propio alcalde Castro quien señalara en una entrevista publicada este 7 de octubre por el mismo diario, señalando “ahí tenemos un personaje que se quiere hacer famoso con la municipalidad…” y agregando luego “[i]nsisto, hay personas a las que les interesa hacer show…”. Vayan, pues para Fernando mis más sinceros reconocimientos y gratitud por ponerse siempre a disposición de quienes lo necesiten. Es cierto que las pasadas elecciones otorgaron una amplia mayoría a la actual administración, pero también es cierto que en democracia las autoridades son responsables ante sus mandantes, es decir, la ciudadanía. Una alta votación lejos de constituir una especie de cheque en blanco, implica una mayor responsabilidad de parte de los representantes de esa voluntad expresada en las urnas, pues la mayor amplitud del mandato popular impone el deber de responder con mayor rigurosidad y no creer que un 57,5% de respaldo viene a dar chipe libre a la autoridad electa. Es de esperar que Don Juan entienda que así como se ha encontrado con estos “obstáculos” en su afán de hacerse con el control total de la ciudad, volverá a toparse con ellos cuántas veces sea necesario y con la firmeza que el caso requiera. El señor Castro debe comprender que hace 5 años cambió el sillón gerencial de su empresa por el de una autoridad que no es sino el primer servidor local. Si no lo ha entendido, habremos muchos dispuestos a hacérselo saber. elquintopoder.cl
Posted on: Thu, 10 Oct 2013 09:16:03 +0000

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