Subsidio del P. Damian Nannini DOMINGO XXI DURANTE EL AÑO – - TopicsExpress



          

Subsidio del P. Damian Nannini DOMINGO XXI DURANTE EL AÑO – CICLO "C" Es bueno comenzar tomando nota de una sugerencia de P. Tenna quien considera que a partir de este domingo 21 y hasta el 27 entramos en la segunda etapa del camino a Jerusalén, una etapa sapiencial que contiene principalmente enseñanzas sobre la vida cristiana . Esta división, según algunos comentaristas, responde al mismo evangelio de San Lucas. Por ejemplo L. Sabourin también piensa que con el evangelio de este domingo comienza la segunda parte del viaje de Jesús a Jerusalén. 1ra. Lectura (Is 66,18-21): Este texto perteneciente al último capítulo de Isaías sorprende por su apertura universalista pues, de algún modo, abre los dones salvíficos propios de Israel a todas las naciones. Tan sorprendente es que algunos comentaristas se inclinan por considerar que en realidad se está refiriendo exclusivamente a los deportados israelitas que se encuentran dispersos por las naciones. La fundamentación de esta postura está en la relación de esta perícopa con el resto del libro de Isaías y, en particular, con este último capítulo centrado en el retorno de la diáspora . En cambio la opinión tradicional, tal vez influenciada por la visión cristiana, reconoce una verdadera apertura universalista e incluso un ánimo misionero. La lectura litúrgica nos inclina por esta segunda opinión, pues nos prepara para lo que escucharemos al final del evangelio de hoy. Incluso, más allá de estas opiniones, es claro que se trata de una inversión de situaciones por cuanto los que están lejos son llamados a acercarse para ver la gloria de Dios; y los que no pueden ser sacerdotes ni levitas (por no pertenecer a la tribu sacerdotal de Leví) serán consagrados. Se trata de algo nuevo que hará Yavé al final de los tiempos, como dice justamente a continuación en el versículo 22 que no se lee hoy ("Como el cielo nuevo y la tierra nueva que voy a crear…"). Evangelio (Lc 13, 22-30): En primer lugar Lucas nos vuelve a recordar que Jesús va camino a Jerusalén con sus discípulos y que "de camino" se dedica a la enseñanza. Jesús Maestro suele enseñar respondiendo a preguntas y cuestiones que le plantean. La pregunta de hoy es: "¿son pocos los que se salvan?" Al parecer esta pregunta no apunta tanto a la cuestión de la cantidad, sino que encierra una preocupación más subjetiva como es la cuestión de la salvación personal. "Como da a entender la respuesta de Jesús, lo que inquieta al oyente anónimo no es tanto la cuestión objetiva de la cantidad, sino su preocupación subjetiva de estar en ese número. Con su respuesta, Jesús confirmará la inquietud del oyente: a la cuestión del pequeño número, opondrá la constatación del número de los que no pueden. El interlocutor y Jesús están de acuerdo en este punto: pocos salvados y muchos perdidos. Por tanto, la amenaza es grande" . La respuesta de Jesús va más allá de todo cálculo, no se detiene en cuántos se salvan sino en cómo se salvan; por lo cual exhorta a "luchar" por entrar por al puerta estrecha. De hecho el evangelio utiliza el verbo agonízomai (agwni,zomai) que tiene el sentido de lucha o esfuerzo permanente. Lo encontramos con este sentido, por ejemplo, en 1Tim 6,12: "Combate el buen combate de la fe, conquista la vida eterna a la que has sido llamado y de la que hiciste aquella solemne profesión delante de muchos testigos"; y en 2Tim 4,7: "he peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe". El texto paralelo de Mt 7,13-14 clarifica mejor el sentido del entrar por la "puerta estrecha": "Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí. Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran". Hay, por tanto, dos puertas, una que conduce a la salvación y es estrecha y otra que lleva a la perdición y es ancha. La versión de Lucas es más radical: hay un único camino que lleva a la salvación y cuya puerta de ingreso es estrecha, vale decir que no es cómodo ni masivo el ingreso por la misma, por lo que muchos pretenderán entrar pero no podrán. En Lucas las opciones son la "puerta estrecha" o la "puerta cerrada"; con lo cual invita más dramáticamente a tomar ya la decisión correcta por el Reino. La parábola que sigue desarrolla esta posición por cuanto dice que en cierto momento la puerta se cerrará y ya no se podrá entrar más. Y aunque los que quedaron afuera reclamen por entrar alegando haber conocido al Señor, ya es demasiado tarde. Al parecer Jesús toma la imagen de las puertas de las ciudades amuralladas que se cerraban al caer la tarde. Este breve relato pone el acento en la sinceridad de la decisión por Cristo, pues no alcanza con haberlo visto, escuchado y luego dejado pasar. Era necesario haberlo seguido, comprometer la vida por Él. Lo que sigue nos sugiere que en su sentido original esta parábola era una crítica a los israelitas quienes pensaban tener asegurada la salvación por la sola pertenencia al pueblo elegido. Jesús les dice que por no haber optado por Dios, por su Mesías y por la conversión, quedarán fuera del banquete del Reino. Y una vez cerrada la puerta, no habrá lugar para reclamos. Como bien dice L. Sabourin el texto de hoy tiene como tema fundamental el ingreso en el Reino y acentúa en particular dos ideas: la urgencia de hacer lo necesario para ser admitido en el Reino antes de que sea demasiado tarde; y el verdadero arrepentimiento como condición indispensable de admisión. En cuanto a la sentencia final, es interesante compararla con Mt 8,11-12 donde sólo se indican dos direcciones: Oriente y Occidente. Al Oriente está Babilonia, el lugar del destierro; y a Occidente Egipto, el lugar de la esclavitud. Los cuatro puntos cardinales que trae Lucas son signo de la apertura universal y misionera propia de este evangelio. La frase final "Pues hay últimos que serán primeros y hay primeros que serán últimos", repetida en el evangelio, hace alusión a la inversión de situación que se dará en el juicio de Dios. Mediante esta sentencia Jesús advierte a sus compatriotas para que no se sientan seguros por lo que piensan que son, el pueblo elegido por Dios, pues si no hay respuesta concreta, de vida, de nada les vale. ALGUNAS REFLEXIONES: A primera vista el texto del evangelio de hoy puede parecer duro pues el Señor los deja afuera gritando y no les abre. Sucede que la misericordia de Dios no está reñida con la exigencia, ni su Amor con la verdad y el juicio. Su Bondad no se identifica con una tolerancia sin límites, que no pide ni exige nada. Es la Bondad y el Amor de un Padre que sabe exigir y corregir. Nos ayuda aquí el ejemplo de la segunda lectura de hoy. Justamente porque es Padre y nos ama, nos corrige y nos exige. Más aún, nos advierte y recuerda la necesidad de la conversión. Además, en el contexto de todo el evangelio y más aún en el de Lucas, no podemos olvidar la voluntad salvífica universal de Dios. Dios quiere a todos los hombres en su Reino, por eso lo ofrece en la Persona de Jesús. Al hombre toca recibirlo creyendo en él y viviendo según él; y, de esta manera, comienza a hacerse presente el Reino de Dios entre los hombre. Por tanto, en torno a la salvación de los hombres habrá siempre una tensión que se resuelve, en parte, a nivel personal ya que lo que falta para que el Reino se haga presente es la respuesta humana, la fe y la conversión. O sea, entrar por la puerta estrecha. Los textos que siguen a este evangelio de hoy (y que leeremos los próximos domingos) nos mostrarán claramente las exigencias concretas de la vida del discípulo de Cristo y son la mejor explicación a la puerta estrecha. Baste, para este domingo, la insistencia en la importancia y necesidad de una clara decisión para ingresar al Reino de Dios. No alcanza la pasividad ni el haber escuchado hablar de Cristo. Hay que optar claramente por él con la vida. Y no debe asustarnos que sean pocos los que verdaderamente hacen esta opción. Más que de los números y de la cantidad, importa esforzarse por entrar por esta puerta estrecha, pues no hay otra. Y hacerlo antes que se cierre. Es bueno recordar entonces que la conversión cristiana conlleva muchas veces no seguir el camino de la mayoría: "La palabra griega para decir "convertirse" significa: cambiar de mentalidad, poner en tela de juicio el propio modo de vivir y el modo común de vivir, dejar entrar a Dios en los criterios de la propia vida, no juzgar ya simplemente según las opiniones corrientes. Por consiguiente, convertirse significa dejar de vivir como viven todos, dejar de obrar como obran todos, dejar de sentirse justificados en actos dudosos, ambiguos, malos, por el hecho de que los demás hacen lo mismo; comenzar a ver la propia vida con los ojos de Dios; por tanto, tratar de hacer el bien, aunque sea incómodo; no estar pendientes del juicio de la mayoría, de los demás, sino del juicio de Dios. En otras palabras, buscar un nuevo estilo de vida, una vida nueva" . Como vimos Jesús no contesta a la pregunta sobre la cantidad (¿cuántos se salvan?) sino que su respuesta se enfoca en el cómo salvarse. No obstante, el tema de la "cantidad", del número – muchos o pocos – es algo que preocupa y cuestiona permanentemente nuestra pastoral. Y sobre este asunto las aguas están muy divididas, tal como lo demuestra el resultado de una amplia consulta realizada por el entonces Pbro. Víctor M. Fernández sobre el tema de la conversión pastoral y las estructuras caducas, y que ha sintetizado en un reciente libro suyo. Allí, para ilustrar el nivel de contradicción o de disenso que se percibe sobre el tema de la conversión estructural, hace referencia a dos posturas contrapuestas. Una que entiende la conversión pastoral como "conversión popular", como vuelta hacia el pueblo y su religiosidad; por tanto hacia lo masivo. Otra, por el contrario, que entiende la conversión pastoral como "concentrarse más en la atención o formación de pequeños grupos de élite, con una fe más ilustrada, con un encuentro personal con Cristo del cual el pueblo carecería; o bien la decisión de formar algunos líderes con incidencia en la transformación de las estructuras sociopolíticas. Todo lo que parezca "masivo" o "cultural" sería considerado entonces una estructura caduca que distrae de los verdaderos objetivos" . Según V. M. Fernández el documento de Aparecida ofrece una síntesis entre estas dos posturas o acentos por cuanto propone una honda valoración de la piedad popular al mismo tiempo que una fuerte invitación a la formación de los discípulos. La luz que ofrece el evangelio de hoy - y a mi entender todo el evangelio - sobre esta cuestión es que la llamada es universal, se invita a todos; pero la respuesta es personal, particular. Por tanto el número o la cantidad de los que se salven no depende de la Voluntad de Dios "porque él quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (Tit 2,4); sino de la respuesta de los hombres quienes por comodidad u otro motivo no se esfuerzan por entrar por la puerta estrecha. Y no sería honesto pretender agrandar la puerta, no es nuestra misión. Sí podemos pedir al Señor que todos tengamos la fortaleza necesaria para entrar por ella. Así sea. "¿Qué significa esta "puerta estrecha"? ¿Por qué muchos no logran entrar por ella? ¿Acaso se trata de un paso reservado sólo a algunos elegidos? Si se observa bien, este modo de razonar de los interlocutores de Jesús es siempre actual: nos acecha continuamente la tentación de interpretar la práctica religiosa como fuente de privilegios o seguridades. En realidad, el mensaje de Cristo va precisamente en la dirección opuesta: todos pueden entrar en la vida, pero para todos la puerta es "estrecha". No hay privilegiados. El paso a la vida eterna está abierto para todos, pero es "estrecho" porque es exigente, requiere esfuerzo, abnegación, mortificación del propio egoísmo. (...)La salvación, que Jesús realizó con su muerte y resurrección, es universal. Él es el único Redentor, e invita a todos al banquete de la vida inmortal. Pero con una sola condición, igual para todos: la de esforzarse por seguirlo e imitarlo, tomando sobre sí, como hizo él, la propia cruz y dedicando la vida al servicio de los hermanos. Así pues, esta condición para entrar en la vida celestial es única y universal. […] En el último día —recuerda también Jesús en el evangelio— no seremos juzgados según presuntos privilegios, sino según nuestras obras. Los "obradores de iniquidad" serán excluidos y, en cambio, serán acogidos todos los que hayan obrado el bien y buscado la justicia, a costa de sacrificios. Por tanto, no bastará declararse "amigos" de Cristo, jactándose de falsos méritos: "Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas" (Lc 13, 26). La verdadera amistad con Jesús se manifiesta en el modo de vivir: se expresa con la bondad del corazón, con la humildad, con la mansedumbre y la misericordia, con el amor por la justicia y la verdad, con el compromiso sincero y honrado en favor de la paz y la reconciliación. Podríamos decir que este es el "carné de identidad" que nos distingue como sus "amigos" auténticos; es el "pasaporte" que nos permitirá entrar en la vida eterna. Queridos hermanos y hermanas, si también nosotros queremos pasar por la puerta estrecha, debemos esforzarnos por ser pequeños, es decir, humildes de corazón como Jesús, como María, Madre suya y nuestra. Ella fue la primera que, siguiendo a su Hijo, recorrió el camino de la cruz y fue elevada a la gloria del cielo, como recordamos hace algunos días. El pueblo cristiano la invoca como Ianua caeli, Puerta del cielo. Pidámosle que, en nuestras opciones diarias, nos guíe por el camino que conduce a la "puerta del cielo". Benedicto XVI, Ángelus del 26 de agosto de 2007.
Posted on: Fri, 23 Aug 2013 16:44:03 +0000

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