TEXTO 2 MODULO 1 La Quinta 17 de Octubre. Norberto Ivancich e - TopicsExpress



          

TEXTO 2 MODULO 1 La Quinta 17 de Octubre. Norberto Ivancich e Ines Urdapilleta Fragmento del artículo escrito junto a Inés Urdapilleta, publicado en Justa, Libre y Soberana, Argentina 1945-1955. …En términos del nacimiento de toda fuerza organizada, ya sea cultural, religiosa, política o meramente corporativa-social, siempre hay una fecha mítica que tiende a ser reivindicada como la del origen específico. Y aunque hubo movilizaciones políticas que podríamos denominar “peronistas” antes del 17 de octubre de 1945, como la de Plaza de Mayo cuando Perón asume la vicepresidencia en el gobierno del General Edelmiro Farrell el 8 de julio de 1944, o el 12 de julio de 1945 –esta última ante la Secretaría de Trabajo y Previsión–, entre otras, es obvio que “los 17”, junto con “los 1° de mayo”, se convirtieron en expresión de un ritual político especial donde se pretendía afirmar la “Lealtad” y, asimismo, la base social reivindicada por el régimen. Las actividades de Perón, tanto en la Secretaría de Trabajo y Previsión como en el Ministerio de Guerra y en la Vicepresidencia, terminaron explicando el proceso que culmina el 17 de octubre de 1945, constituyéndose ésta en la fecha mítica de conformación del Peronismo como fuerza política argentina. Dado por nacido el nuevo movimiento, las realizaciones en el gobierno son los factores que, a nuestro entender, definen sus características más salientes. Por ello hemos decidido resaltarlas en el período gubernamental de 1946 hasta 1955, pero sin excluir las medidas tomadas por el gobierno militar de junio de 1943 hasta la entrega del mando el 4 de junio de 1946. Las realizaciones surgen así como una “legitimación de hecho”. Ahora bien, se sintetizan en las tres banderas históricas pero, a su vez, el gobierno peronista define otros recursos como son los de la planificación –los Planes Quinquenales–, de la centralización ejecutora, de la difusión y propaganda, entre otros, considerados como herramientas necesarias en el alcance del objetivo deseado: la integración de sectores sociales y de las distintas regiones del país, en un nuevo proyecto de Nación. En ese sentido, el incentivo a la industrialización, el impulso a la organización sindical, la motivación para la representación sectorial, el desarrollo de las medidas sociales, de una nueva política exterior, de políticas sanitarias preventivas o de construcción masiva de viviendas, se entienden como formas de lograr y afianzar la integración nacional y social de la Argentina. Junto a ello se desarrolla una ampliación del sistema de participación política y social. En este sentido, el Peronismo demostró su vocación democrática, asignándole valores propios que lo llevaron a sustentar una política diferenciada de los partidos políticos vigentes hasta el momento, y que tendió a distanciarse del conjunto de los mismos, tanto en su etapa fundacional –como frente electoral– o como partido excluido del sistema político –en los períodos de proscripción posteriores a la Revolución Libertadora de 1955–. Al tomar las tres banderas del peronismo pretendimos ordenar en cada una de ellas la multiplicidad de políticas, siendo conscientes que podíamos excluir parte de ese rico proceso, pero nos pareció el camino más eficiente para exponer las características del Peronismo gobernante. No se pretende una historia “del Peronismo”, que necesariamente debería abarcar sus relaciones con los distintos componentes de la política argentina, los conflictos, las tensiones internas propias de cualquier fuerza política, más si es de reciente constitución. Es, solamente, exponer la identidad lograda a través de las políticas gubernamentales y de la propia visión que tenía de sí mismo, ya que ambas permiten comprenderlo como proyecto de país. La independencia económica El desarrollo industrial es el proyecto que impulsó el grupo de coroneles que controlaba el GOU a partir del gobierno de junio de 1943. Pero lo importante es que dicho proyecto fue asumido por el movimiento político de masas que se constituirá alrededor de la figura de Perón. En lo que respecta al Producto Bruto Interno, el sector industrial creció 3,3% durante el gobierno justicialista, fundamentalmente por pérdida del agro mientras que las actividades terciarias –comercio, servicios– y la construcción permanecen casi inalterables. En un determinado sentido, “el rasgo más específico del modelo justicialista fue su superior capacidad de creación de empleo industrial, aunque no pueda afirmarse que la industrialización sustitutiva de esta etapa liderara un importante crecimiento de la economía”. Esto significa que la búsqueda de la ampliación del mercado interno fue predominante, pero sin abandonar el avance hacia áreas de innovación tecnológica donde se sentaron las bases para una competencia con producciones de los países más desarrollados.La promoción industrial consistió en desarrollar la actividad industrial no sólo en cuanto al volumen y a la sustitución de importaciones, sino también en el intento de establecer productos nacionales que compitieran con los que se desarrollaban en otras áreas del mundo, como el caso de la industria automotriz, la aviación, la construcción de buques, la energía atómica, entre otros. El Estado incrementó su presencia, ya definida desde la década de los años 30, en el Producto Bruto Interno a través de sus empresas productoras de bienes y servicios, activas transferencias de ingresos a través de la intervención directa –como con el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio– o a través de regulaciones expresas que protegerán a productores nacionales o a sectores económicos concretos. Para ello el recurso utilizado fue el de las nacionalizaciones, tanto de servicios financieros, que se sintetizó en el slogan de “Hacer argentino el dinero del país”, como el de los servicios públicos de propiedad extranjera que, sumados a la deuda pública externa y otras inversiones extranjeras en el país, absorbían gran parte del producido de las exportaciones argentinas. Ese fue el caso de la Unión Telefónica, de los Ferrocarriles, de las empresas de Gas, de compañías de electricidad, de los puertos y elevadores de granos, de capitales ingleses, norteamericanos y franceses. El recurso necesario para esta reestructuración del Estado fue el de la planificación mediante la creación del Consejo Nacional de Posguerra, posteriormente constituido en Secretaría Técnica de Presidencia y por último en Ministerio de Asuntos Técnicos a partir de 1949. Estas fueron las instancias administrativas encargadas de la concreción de los dos Planes Quinquenales de 1947 a 1951 y de 1953 en adelante. Esta planificación implicaba un rol protagonista del Estado con un sistema democrático exaltador de lo “nacional popular” y que reivindicaba a una sociedad organizada y a una actividad empresarial dirigida al desarrollo social.A partir de estas características, el gobierno peronista impulsó una fuerte campaña de propaganda política y difusión de sus obras y concepciones. En este sentido, el Peronismo se constituyó en una fuerza modernizadora que incorporó los medios de comunicación propios de la sociedad de masas: la radio, el cine, las exposiciones con nuevas tecnologías, las publicaciones –libros, mensajes, folletos, gráficos, diseños particulares–. Acompañó las transformaciones propias de la sociedad industrial y política de su época, incorporándolas sin prejuicios. En la etapa de los grandes partidos de masas, introdujo el componente mediático como factor de irradiación de una ideología y cultura que pretendió ser original y propia de los argentinos. Su derrocamiento a partir de 1955 demostró que no todos compartieron dicha convicción y visión de reafirmación de la identidad nacional. El sintetizar la propuesta del Peronismo fundacional en sus tres banderas históricas pretende ordenar un multifacético proceso de realizaciones, pero siendo conscientes que el fenómeno político analizado se caracteriza por constituir una realidad compleja en la que los componentes necesariamente están interrelacionados, ya que no es posible pensar en la independencia económica sin la posibilidad de concretar la justicia social y propender a la democracia política con participación total. La soberanía política Es importante señalar los siguientes aspectos que caracterizan nuevos procedimientos de construcción de consenso en la sociedad argentina de la década de los años 40.El primero tiene que ver con la legitimidad de origen, es decir, el respaldo popular recibido por la nueva fuerza política en las competencias electorales de jurisdicción nacional de la década: el 24 de febrero de 1946 –como frente electoral enfrentado a otro frente–, el 5 de diciembre de 1948 –de elección de convencionales constituyentes, ya como Partido Peronista–, el 11 de noviembre de 1951 –de renovación presidencial– y el 25 de abril de 1954 –de elección de vicepresidente–, contando ya, en las dos últimas, con el Partido Peronista Femenino. El segundo se relaciona con la ampliación del sistema político a partir de la incorporación de la mujer en la participación electoral mediante el establecimiento del voto femenino. En menor repercusión numérica, mediante el otorgamiento al personal subalterno de las Fuerzas Armadas del derecho al voto. Asimismo, se produce la incorporación de los habitantes de los Territorios Nacionales que mantenían tal carácter al padrón electoral para participar en la elección de Presidente y Vice, desde noviembre de 1951, según lo establece la Constitución de 1949 en su artículo 82 y la Ley 14.032 –del 16 de julio de 1951– que fija el régimen electoral nacional. En el mismo sentido, con la creación de nuevas provincias se establecen las consiguientes ciudadanías plenas de todos los habitantes de los ex Territorios Nacionales como son Chaco, La Pampa –ambos por Ley del 20 de julio de 1951–, Misiones –Ley del 10 de diciembre de 1953–, Formosa, Neuquén, Río Negro, Chubut y Patagonia, actual Santa Cruz –Ley del 28 de junio de 1955–. El tercero se refiere a la democracia directa planteada en el propio surgimiento del Peronismo: la movilización como demostración del respaldo popular. Ese efecto demostración se definió como recurso político antes de la asunción a la primera presidencia y fue una de las características fundamentales durante sus gobiernos. Las movilizaciones fueron de distinto tipo: de reivindicación de la fiesta, a través de una interpretación distinta de los 1° de mayo o las manifestaciones de asunción presidencial o de triunfo electoral; las movilizaciones ante temas específicos como el apoyo al voto femenino (1947), a la nacionalización de los ferrocarriles (1948), a la Reforma de la Constitución (1949); el intento por definir una puja interna en la propia fuerza gobernante como es el caso del Cabildo Abierto convocado por la CGT para la candidatura de Evita como vicepresidente (22 de agosto de 1951); para respaldar al gobierno después de los intentos de atentado o de golpe como el del General Menéndez (28 de septiembre de 1951) y los bombardeos a Plaza de Mayo (16 de junio de 1955); de duelo y dolor, ante la muerte de Evita y plasmadas, sobre todo, durante el velatorio y entierro en las dos semanas posteriores a la misma (el 26 de julio de 1952); las de aval de políticas concretas como el combate contra el agio (15 de abril de 1953), y la última gran movilización ante el fracaso de la convocatoria a los partidos de la oposición para un acuerdo político (31 de agosto de 1955). El carácter emblemático de la ocupación popular de la Plaza y la política plebiscitaria que pretendía el gobierno aparecen claramente definidos en la concreción de la movilización todos los 17 de octubre y los 1° de mayo durante los años del gobierno constitucional. Esta reivindicación de la “democracia directa o de masas” se plasma como norma jurídica en el artículo 26 de la Constitución de 1949 en la definición de los “Derechos, deberes y garantías de la libertad personal” donde se plantea el derecho de reunirse, desconocido en el artículo 14 de la Constitución de 1953 y sus reformas de 1860, 1866 y 1898. El cuarto aspecto se vincula a la representación social, es decir, a la incorporación de sectores al sistema de concertación y puja de intereses. La concepción de Comunidad Organizada llevó a la promoción de un sistema de participación de asociaciones voluntarias con fines específicos como sindicatos, cámaras empresariales, mutuales, clubes deportivos, representaciones localistas, etcétera, en la fijación de propuestas y acuerdos sectoriales, tanto generales como específicos. Este sistema de incorporaciones y debates establecidos en el tratamiento de las demandas promovió el crecimiento de nuevas organizaciones de representación social como la Confederación General Económica, el impulso a la creación de nuevos sindicatos y a la ampliación de las afiliaciones de los que ya existían y adherían al régimen. Asimismo, se crearon otros tipos de representación como la Confederación General de Profesionales, la Confederación General Universitaria, la Unión de Estudiantes Secundarios, de distinta incidencia, desarrollo y objetivos, pero que demuestran la intención de generar una representación social específica.Esto se aprecia también en la creación del Consejo Económico y el Congreso de la Productividad de febrero-marzo de 1955. En este sentido, el Peronismo se vincula a todas las reformulaciones del Estado que se producen en Europa occidental y Estados Unidos a partir de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, cuando, justamente, las secuelas del conflicto armado son encaradas por organismos que integran a los componentes del capital y el trabajo para garantizar políticas de lucha contra la desocupación y de promoción del desarrollo económico-social. El quinto aspecto se relaciona con la soberanía en términos de la relación de la Argentina con los otros Estados del mundo y con los organismos internacionales que habían nacido a la sombra de los aliados en la etapa última de la Segunda Guerra Mundial. La concepción de autodeterminación y no alineamiento fueron sus componentes más característicos. El planteo de la Tercera Posición señala la intención de declararse prescindentes de las dos superpotencias que surgen después de la derrota de los fascismos europeos y el imperio japonés, aunque sin dejar de reconocer la pertenencia al área de influencia de los Estados Unidos. El restablecimiento de relaciones diplomáticas con la Unión Soviética, la participación plena del país en la Organización de las Naciones Unidas, el liderazgo antinorteamericano en los debates en la OEA y la no participación en los organismos internacionales de crédito o de monitoreo de la situación económica de posguerra, muestran a la Argentina en plena singularización con relación a cualquier bloque de países. La promoción de la ayuda económica, a través de alimentos o elementos, a Estados europeos –de los dos lados de la cortina de hierro que separaba a los dos bloques– y latinoamericanos, expresan una vocación de participar más activamente en el escenario internacional, tratando de sustentar una identidad diferenciada y de liderazgo. La justicia social La política de redistribución de ingresos hacia los sectores más postergados de la estructura social argentina; la realiza el Peronismo desde la lógica propia de la inserción del hombre en el mundo del Trabajo. La principal política de redistribución de ingresos se da a partir de que aumenta el salario real de los trabajadores; es decir, los asalariados incrementan su participación en lo que produce el país. Pero a su vez, el crecimiento económico y la suba del salario posibilitan que los trabajadores en actividad puedan aportar parte de sus ingresos, junto con los patrones, para financiar los sistemas previsionales que permitirán las jubilaciones y pensiones de los que superen determinada edad. El Estado protege, así, a un número mayor de habitantes a partir de la capacidad de aporte de trabajadores y empresarios. Pero esta actividad propia del trabajo y la integración plena de los asalariados y empresarios al sistema previsional no constituyen la única redistribución positiva de ingresos. La construcción en salud, educación, recreación y deporte van señalando ingresos indirectos junto con cambios en los hábitos de consumo y de sociabilidad de gran parte de los argentinos. Redistribución también significa integración, en el sentido del ascenso y la movilidad social. Asimismo, la Fundación de Ayuda Social Eva Perón fue estructurada como institución formalmente autónoma pero de estrecha vinculación financiera y planificadora con áreas del Estado, recibiendo en gran medida las atribuciones de reparticiones existentes en el mismo.La Fundación se creó el 8 de julio de 1948. En el acta de constitución se le asignaron las siguientes finalidades: a) prestar ayuda pecuniaria o en especie, facilitar elementos de trabajo, otorgar becas para estudiantes universitarios y especializados a toda persona que carezca de recursos; b) construir viviendas para ser adjudicadas a familias indigentes; c) crear y construir establecimientos educacionales, hospitales, recreativos o de descanso, o cualesquiera otros; d) construir establecimientos benéficos de cualquier índole que podrán ser transferidos al Estado nacional, provincial o municipal, y e) propender a satisfacer las necesidades esenciales para una vida digna de las clases sociales menos favorecidas. Es decir, se la privilegió como un mecanismo de realizaciones que iban desde la ayuda de emergencia hasta la creación de grandes obras de infraestructura, pasando por la sistemática nivelación de oportunidades con relación a los sectores más postergados de la sociedad. Si a ello le sumamos la organización sindical y sus incipientes obras sociales, clubes y hoteles de turismo, es evidente que la justicia social y la redistribución de ingresos se vinculaba además al propio crecimiento de la organización sindical y una conciencia trabajadora autónoma. Esta distribución de poder reticular en la sociedad argentina quizá explica también el alto nivel de polarización que se dio ante su existencia, pero también la persistencia y vigencia del peronismo en los sectores más humildes de la sociedad.
Posted on: Tue, 03 Sep 2013 04:52:51 +0000

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