¡TIERRA ARRASADA! Autor: Pedro Julio Pérez Que diferente fuera si los dominicanos supiéramos tomar las lecciones de nuestra historia pasada y reciente y rechazáramos desde nuestra raíz más pura el componente malhadado de la raza. Estigma casi permanente que nos resulta tan marcado. Que diferente sería si los dominicanos entendiéramos que la patria no es solamente merengue, bachata y ron, mala política y béisbol. Me duele ¡ay cómo duele!, el saberme de la misma nacionalidad y origen de un Santana, de un tal Lilis, de un insufrible Leonel Fernández, y por desgracia mayor arrastrando la herencia desgraciada de Trujillo, y otros iguales o peores de los de ahora. Me siento como un paciente incurable sufriendo de terribles dolencias derivadas de la plaga dejada por los gobernantes indolentes que nos han deshonrado con la más alta calificación de corruptos dados a la nación por organismos internacionales. Pero el drama aun no se detiene. Por qué insisten los malditos deshonestos en castrarnos a sangre fría hasta despojarnos del espíritu combativo que le debe ser a los decorosos, y nos dejan a cambio impotentes cargando con esta vileza tan despreciable. Pero al mismo tiempo, y de esto me honro y enorgullezco, es el conocerme moralmente relacionado dentro de la misma estirpe de hombres como el humanista de las América don Pedro Henríquez Hureña, del narrador de pluma ágil y prosa florida e iluminada digna de un Cervantes bajo la claridad de sus luces como lo fue don Cesar Nicolás Penson, y de un poeta de elevado vuelo, emulo del inmenso nicaragüense Rubén Darío, cómo lo es en nuestra historia, don Fabio Fiallo, todos ellos dominicanos de cepa y verdad. Y me honro al saberme emparentado de otros tantos pundonorosos duartianos e ilustres y sensitivos que merecen mención aparte. Si los dominicanos fuésemos aunque sea, ¡caramba!, un poco más conscientes de nosotros mismos, si intentáramos honrar a nuestros más honorables ancestros, si emuláramos el mejor de sus ejemplos, si nos doliera la tierra-patria, y quisiéramos preservarla como nuestro amado hogar; si miráramos con sensible atención hacia el campo desarraigando el dolor que fluye desde las entrañas de unos surcos olvidados, si no viviéramos de espalda al mar, si preserváramos nuestros más elementales valores culturales, si no entregáramos nuestros recursos y montañas a los buitres extranjeros depredadores que nos habitan desde la colonia, y si quisiéramos mejorar un poco en pro del bienestar colectivo; y si dijésemos ¡NO!, con acciones y hechos honorables y valientes a los políticos corruptos que nos despojan, mientras venden y tiranizan la conciencia y aun nos sumergen en la fatalidad total y degradante, otra cosa menos desgraciada sería. ¿Cómo es posible que podamos seguir durmiendo tranquilos después que nos califican como una de las naciones con los gobernantes más corruptos del mundo? Me pregunto…Por qué los gobernantes y sus apandillados nos mancillan el honor, por qué se confabulan con los peores inconscientes criollos y extranjeros, mancuernados entre politicastros y empresarios inmisericordes que día por día se roban lo poco que queda; y esto, es tan cierto al ver a los gubernativos y los arrimados que muestran exorbitantes fortunas sin que se le conozca por referencia confiable, haber ejercido oficio o profesión “profitable” alguna como que no sea, el trafico de influencia y su conexión con el bajo mundo, practicando a plena luz y sin sonrojos la corrupción mas descarnada y repugnante. Claro, con contadas y pocas excepciones aparte. Me pregunto: ¡Por qué seguimos en actitud de tolerancia. Cuándo nos alzaremos revocando cabezas culpables cursando en limpieza nuestra propia primavera! Me pregunto…¿Por qué siguen los mismos una y otra vez gobernando? Los mismos que nos envilecen y luego siguen prometiendo lo que no cumplen? Por qué que nos quiebran la esperanza dejándonos en la pesadumbre dentro de un oscuro infierno de mas pobrezas humanas y materiales. Por qué nos corrompen y violan hasta la sacrosanta creencia, por qué nos lapidan en vida la vergüenza, y por qué han cercenado de cuajo ¡Carajo!, lo poco que quedaba de la buena fe, ahogando en desespero la paciencia hasta de los perros ¿Dónde está la acción ciudadana que los habrá de detener en algún momento? Si los dominicanos fuésemos un poco menos de lo que no queremos ser pero que si somos ejerciendo la ignominia con marcada diligencia, hoy nuestros hermanos hartos de promesas incumplidas y cada día mas desesperados no tendrían que continuar lanzándose al Canal de la Mona muriendo ahogados tras una mejor suerte fuera de su propia tierra. Ni tuviéramos que estar de aquí para allá, ni en USA., Europa ni en Puerto Rico, soportando la vergüenza del rechazo debido al arrastre de nuestras miserias económicas y morales, o por nuestro proceder propio de indignos sin principios decorosos, defendiendo a políticos y sectores del poder siniestro por el solo hecho del beneficio personal, actuando sin importarnos la colectividad empobrecida, ni desconociendo la educación y ni mucho menos, el destino inmediato de la nación. Y ni siquiera les importa a los que gobiernan desde siempre, el padecimiento que por orfandad padecen desde hace tiempo los pobres solemnes de nuestra tierra. Estamos, y es lo lamentable, señalados por nuestro propio proceder indolente y vergonzoso dentro y fuera de Quisqueya. “Corregir lo que está mal y Hacer lo que nunca se ha hecho”, debería ser la consigna tras la acción mas resuelta y bien ejecutada, en manos de los ciudadanos corajudamente decididos, porque ¡Por alguna vía habrá que hacer justicia! -------------- Pedro Julio Pérez Perez215@aol
Posted on: Mon, 01 Jul 2013 22:03:46 +0000
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