UN POEMA DE JAIME SAENZ - TopicsExpress



          

UN POEMA DE JAIME SAENZ MIENTRAS NO SE LEVANTE A Humberto Quino Ese hombre, abandonado, olvidado del mundo y de él mismo que yace en plena calle mientras todos pasan y escupen sobre su cuerpo Así se quedará, mientras no sea capaz de incendiar y de matar y mientras se esté sin hacer nada, mientras no se levante y haga arder lo que no sirve, no podrá vivir, las moscas se lo comerán. Y parece mentira: ese hombre se está ahí, botado tranquilamente en plena calle y nada le importa -la lluvia no le importa el calor no le importa el frío no le importa el hambre no le importa la injusticia no le importa y tampoco la vida, porque se dejó llevar por un invento que la gente de mala fe ha llamado mala suerte, y porque no supo pisotear a tiempo esa mala hierba que yo llamo piedad ese hombre está ahí con la boca abierta y los ojos cerrados mendigando entre sueños una palabra de amor, porque no supo sacudirse del miedo ni supo mearse en el que dirán, ni supo ser fuerte, y porque en lugar de mandar al demonio a quienes lo miraban desde arriba y le torcían los ojos, ha mirado desde abajo y se ha humillado, sin sospechar que lo que querían era verlo botado en la calle como un perro, por lo que precisamente le torcían los ojos cuando lo miraban. Y por haber ido a beber y haberse puesto a llorar, y por no haber procedido despiadadamente y no haberse matado de risa, ese hombre esta ahí, en espera de que alguien se digne darle una mano, cuando no una buena patada. Incapaz de hacer algo por la patria y por el estómago, incapaz de ponerse la mano al pecho y levantarse y asumir una actitud radical, el muy infeliz no se sintió capaz de enfrentarse con la ignominia, con el oprobio, con la iniquidad y con la degradación que azotan al mundo, habiendo visto por conveniente emborracharse y soslayar todo problema, para luego lamentarse, tropezarce, caerse de barriga y hacerse el muerto, con el secreto deseo de inspirar compasión. Y por eso, precisamente, los rufianes y los simuladores pasean su indignidad por las calles, mientras los hombres auténticos son mal vistos, por eso precisamente; pues él tiene la culpa de todo. Del libro AL PASAR UN COMETA.
Posted on: Sat, 17 Aug 2013 17:32:50 +0000

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